Cultura y valores/1

Humanity first (Prometeo) Du bist nichts, dein Volk ist alles / Tú no eres nada, tu pueblo lo es todo (eslogan nazi)
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Dentro del marco general de la axiología y después de tratar los valores del mercado y el poder del dinero como valor supremo (la plutocracia en sentido axiológico, no solo político), haremos algunas reflexiones sobre los valores culturales en nuestras sociedades multiculturales y diversas, proponiendo luego la posibilidad de una convivencia intercultural, que supere tanto la tesis del etnocentrismo como la antítesis del relativismo cultural. Pero antes de tratar este complejo tema, tan de actualidad, es necesario clarificar algunos conceptos, pues “la claridad es la cortesía del filósofo” (Ortega).
El témino cultura es polisémico. Procede del verbo latino colere, cultivar. Del supino cultum deriva cultura, que originariamente se refería al cultivo del campo, agri cultura. De ahí vienen silvi-cultura, viti-cultura o flori-cultura. El adjetivo cultus se aplicaba a un campo cultivado e incultus a un campo sin cultivar.
Posteriormente se aplicó de forma metafórica al cultivo anímico del espíritu, animi cultura. Y así se llama persona inculta a la que no cultiva su campo espiritual o intelectual. De la misma raíz latina proviene el culto religioso, que es el cuidado reverencial a los dioses.
Podemos distinguir al menos tres significados del término “cultura”.
El primero es el uso vulgar y más superficial, referido a actividades de ocio, como teatro, cine, conciertos, exposiciones etc. ofertadas por un ministerio o departamentos llamados “de cultura”.
El segundo se refiere a la “cultura culta” o docta, en el sentido académico, como acervo de conocimientos que poseen los expertos y especialistas, es decir, las élites académicas, eruditos o personas muy “cultivadas”.
El tercero, el que aquí nos interesa, es el sentido científico, procedente de la antropología cultural, que estudia el ser humano como un animal creador de mundos simbólicos, en oposición a la naturaleza.
Desde el antropólogo inglés Edward B. Tylor (s. XIX), la cultura se concibe como la forma de vida de un pueblo, que comprende tanto elementos materiales como inmateriales: técnicas, formas de organización, lengua, tradiciones, costumbres, creencias religiosas, códigos morales, conocimientos, sistema de valores etc., que son trasmitidos mediante el aprendizaje social.
El carácter social o adquirido de la cultura se opone a lo innato, aquello con que se nace, que es la naturaleza (del latín natura, que procede de nasci, nacer y pariente de natio, nación o país donde se nace).
Aquí nos importa el significado antropológico, no el académico ni el vulgar. En contraposición a los genes, que son las unidades de información genética transmitidas en la evolución biológica, los científicos inventaron el términomemes o rasgos culturales, que son las unidades de información cultural, transmitidas en la evolución social. Como los grupos culturales no están aislados, se produce un continuo intercambio de memes, lo que dio lugar al fenómeno de la convergencia cultural.
Jesús Mosterín (véase La naturaleza humana) subraya la “crucial distinción entre rasgos culturales ponderables e imponderables”. Los imponderables son convenciones étnicas, que no cabe comparar de forma objetiva. Por ejemplo, formas de saludar, de comer, de fiesta, de culto, de folklore o de etiqueta. Sin embargo hay otros rasgos que sí son ponderables o comparables. Por ejemplo, ciertas tecnologías (un cuchillo de acero corta mejor que uno de piedra). La medicina cura mejor y es superior a técnicas de curanderos o hechiceros.
Actualmente la convergencia de culturas tiene un carácter universal vinculado al fenómeno de la globalización. Ello significa que las culturas locales se están fundiendo en una cultura universal, sobre todo en los elementos más ponderables, como la ciencia, las tecnologías o las comunicaciones.
“La ciencia actual, afirma Mosterín, ya no es occidental ni cristiana, sino universal. Las comunidades científicas son planetarias. Esta ciencia universal juega un papel creciente no solo como base de la tecnología, sino también como fuente de nuestra cosmovisión… En este sentido claramente está desplazando a las religiones tradicionales”. (Cfr. La naturaleza humana).
La ciencia comenzó siendo griega y europea, pero desde el s. XVII dejó de ser cultural para convertirse en universal: “la universalidad de la racionalidad científica se opone al parroquialismo de la culturas étnicas o tradicionales” (ibídem).
Robert Merton, el fundador de la sociología de la ciencia, ya señaló que la ciencia, aun siendo cultural por nacimiento, con sus valores se convirtió en transcultural y en conocimiento con validez universal. La ciencia no es oriental ni occidental, sino planetaria. De forma análoga, se podría decir lo mismo de la democracia, que habiendo nacido dentro de la cultura griega se universalizó con validez transcultural, en oposición a la autocracia y a la teocracia.