Ética humana, laica y cristiana.

No, no son tres éticas que pudieran contraponerse o enfrentarse. Aunque por sus supuestos fundamentos puedan parecer antagónicas, son la misma ética.
¿Se diferencian en algo? En esencia en nada. Puestos a diferenciarlas, las disparidades se deberían a motivos extrínsecos a la ética: el pretendido origen en el "creo en Dios Padre todopoderoso" frente a "creo en el hombre encarnado en una sociedad...".
El laicismo, que tiene conciencia de sí mismo como tal y lo propugna como el mejor "modus vivendi" de nuestra sociedad avanzada, tiene como base ética la judeocristiana. A menudo hasta la copia en sus formulaciones, bien que también el judeocristianismo fundamenta su ética en formulaciones "humanistas". Juego circular de influjos.
El filósofo Enmmanuel Kant, que más o menos salvaba la religión por la ética y que probablemente en su fuero interno fuera un agnóstico descreido en una sociedad imposible de serlo, hace relación de los componentes éticos basándose en el pensamiento bíblico: las virtudes que derivan del discurso de la bienaventuranzas y los principios del decálogo, con continuas referencias a ambos Testamentos.
No hace falta un manual de Educación para la Ciudadanía para saber cuáles son los aspectos esenciales de la ética, elementos que propugna el librepensamiento, la laicidad, y que comparte cualquier persona de buena fe.
A modo de ejemplo, los siguientes enunciados son atemporales, a-religiosos y tienen su origen en el mismo hombre, en lo que puede considerarse esencia del hombre:
1. La familia como primera célula social donde el niño asimila los fundamentos éticos: de ahí que los poderes públicos hayan de respetar, ayudar y garantizar la estructura de la familia y no tratar de imponer absolutamente nada.
2. El trabajo como realización personal y como actividad que construye de la sociedad.
3. El respeto a la autoridad, algo que debe tener su inicio en la familia --respeto a la autoridad de los padres-- y debe continuarse hacia los poderes públicos.
4. El control de los instintos en el sentido amplio de la palabra (lo que la religión, de forma despectiva, llamará "la carne", "pecados capitales", etc) adecuándolos a la convivencia y a la superación personal por el esfuerzo y la educación.
5. La honra de las personas mayores, que incluiría el respeto y el cuidado de los ancianos.
6. Respecto a la nación, el sano nacionalismo que une en lo que es común, que respeta la diversidad y las diferencias. Podría encuadrarse aquí el patriotismo no excluyente, sentido como vivencia de una sociedad unida por la lengua, la historia y las leyes que a sí mismo se ha otorgado.
7. El acatamiento de las leyes y del poder político dentro de las garantías que un Estado de derecho propugna.
8. La atención social a las personas necesitadas, impedidas, desfavorecidas... labor delegada en el Estado pero que nace de un profundo sentido de solidaridad.
¿Qué creyente puede poner un "pero" a esta somera lista de principios éticos? ¿Hay algún cura que en sus sermones despotrique contra ellos? ¿Hay alguien que en su homilía dominical pueda decir que las personas que no creen en Dios no tienen fundamento ético alguno? ¡Pues los hay!
Pero a lo que veníamos, ¿estos principios elementales éticos son anteriores, coetáneos o derivados del cristianismo? La respuesta sería difícil de determinar aunque más bien es intrascendente. Desde luego el pensamiento que deriva del racionalismo ilustrado sí que toma prestados sus principios éticos del cristianismo imperante. Podría hablarse hasta de un cristianismo inmanente o subyacente.
¿Qué se puede deducir de esta común y coincidente visión de la ética?
Librepensamiento y religión se dan de patadas en aspectos referidos a "la verdad", dado que las "verdades a creer no son verdades, son credos", pero coinciden en lo que se refiere a la actuación, a la ética.
¿Cuál es el elemento común que sustenta esa unicidad ética? Sólo puede haber uno, el elemento humano, el hombre, la persona. La persona es anterior a la creencia. Y si la persona es anterior, vano es decir que la ética religiosa ha sido inspirada por Dios: la ética nace del hombre.
Otra manera de ver las cosas debería afirmar categóricamente que quienes rehúsan recurrir a Dios no tienen ética, lo cual es falso de todo punto.