Haciendo humor de algo serio, la teología.

¿Alguien se imagina lo que sería el “sistema” doctrinal y ritual de la creencia aplicado a la ciencia? ¿A las matemáticas, la astronomía, la filosofía, la Psicología, la Biología, la Física...?

Pongamos una ciencia cualquiera, la “ENOLOGÍA”, que en cierto sentido puede hacer relación a la creencia por los efectos que provoca tal producto en la persona: el vino.

Comenzaría la Teología del Vino por una definición doctrinal de principios: qué es, propiedades, composición, elaboración, etc.; seguirían determinadas revelaciones presentes en el Antiguo Testamento sobre origen, modalidad, cultivo... del vino; luego una serie interminable de ritos para degustarlo, con procesión y turiferario; se explanaría también en las concomitancias morales del disfrute del vino; la predicación semanal, en algunos lugares diaria, de las virtudes del vino y sus poderes salvíficos; otra ciencia aneja, la Apologética, echaría por tierra los sistemas de elaboración de “otros brebajes”, defendería el consumo del vino, tacharía de herejes a sus detractores...

Resulta hasta ridículo pensarlo: ¿y no es también y pretendidamente una ciencia la Teología cuando habla de Dios? Más o menos en eso consiste la Teología, un revolver sobre lo que otros han dicho en siglos pasados.

No olvidemos los presupuestos que toda ciencia exige para confirmar la pretendida “cientificidad” del concepto “Dios” y derivados. Siendo la Teología, como dicen, una ciencia y su objeto "Dios" además del proyecto salvador de la humanidad, resulta sintomático que no se parezca en nada a ninguna ciencia.

Por sintetizar, la metodología científica se sustenta en dos principios fundamentales: que se puedan reproducir los métodos para llegar al conocimiento de Dios y que las conclusiones puedan ser refutadas. Una vez comunicados y hechos públicos los resultados, se deben poder reproducir en cualquier lugar y por cualquier individuo los métodos para llegar a Dios.

Pero además dichos resultados puede que sean falsos y, por lo tanto rechazados, si alguien descubre fundamentos errados o diferentes. La hipótesis primera de que se partía se mostraría como inviable o bien que partía de presupuestos previos (como sucede siempre que alguien, el sujeto investigador, habla de Dios, de la Virgen, de Jesucristo o de los santos).

Previendo refutaciones a lo dicho, consignemos que en el caso de Dios, Jesucristo y demás, la investigación, según los mecanismos investigadores, no puede ser ni documental (recopila documentos, en la Teología infinitos) ni de campo (basada en entrevistas quedándose con los que "sienten" a Dios). Debiera ser experimental, basada en hechos verificables, contrastables y refutables.

Una de las conclusiones es que el objeto de tal investigación podría y puede ser el mismo que tratar de verificar la historicidad del gato con botas.
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