Metáforas contra teología o el dolor como pretexto.


Sin "dolor" alguno, y menos de corazón, contemplo cómo aquellos que ejercen de difusores de ideas pías y "de propaganda fide" lanzan al viento lemas que pueden clavarse como espinas en la mente desprevenida del sufrido pecador. Refranes piadosos o metáforas sabrosas, diríamos. Los hay especialistas en ello. Y de calidad.

Como no saben qué decir ni cómo justificar el mal, se lanzan por derroteros metafóricos. Copio de un libro piadoso:

El dolor es el megáfono de Dios para despertar a un mundo adormecido.


Frases ingeniosas todos sabemos decirlas a poco que nos quedemos un poco “traspuestos”. Entorno los ojos y digo:
La ceguera a las cosas de la vida, es el despertador del corazón adormecido: sólo falta que no lo apagues cuando suena...
La música de Dios enciende mis mañanas...
La lluvia de lo divino esponja mi corazón...
El relámpago es el guiño de Dios en la naturaleza...
En la bicicleta de la vida pedaleo hacia Dios...


Podrían ser mejores. Y podrían elongarse "usque ad infinitum".

Donde hay una metáfora, pronto crecen las teologías: ¿el mal tiene alguna finalidad esotérica distinta a su esencia maligna?

Lógicamente tendríamos que diseccionar la esencia, los síntomas, las ramificaciones, las clases de mal. No es lo mismo un terremoto devastador que un dolor de muelas. Ni es lo mismo un terremoto de 5,5 en Japón que en El Salvador. Ni es lo mismo la acción carnicera del lobo hambriento que el atraco con víctimas en tal joyería.

El mal, sencillamente, es; puede tener causas, obedecer a intereses, pretender... ¿pero tiene alguna finalidad filosófico-teológica en sí mismo? Las más de las veces la concepción crédula restringe el mal de tal manera que sólo queda como consideración del mismo la enfermedad sufrida por el devoto penitente.

¿Qué finalidad tiene mi dolor de... dolor de la vida que se amontona? ¿El que se lo ofrezca a Dios por la salvación --eterna, por supuesto-- de los negritos de Burkina Faso? Cualquier pío que pensara un poco podría exclamar: "Ya lo he hecho y el dolor sigue ahí; ya he gritado “hágase tu voluntad y no la mía”, y el dolor sigue ahí; ya he pedido perdón y ofrecido este dolor como penitencia, pero el dolor me impide pensar más...

El dolor no tiene otro sentido que ser síntoma de algo, de una disfunción, de un proceso geológico, de una acumulación de circustancias, de una imprudencia o mal uso... Pero sin trascender hacia finalidades sólo creídas.

Y el dolor como síntoma pide a gritos soluciones. Cuando cae la lluvia, sacamos el paraguas; cuando tenemos frío, buscamos el abrigo; cuando tenemos hambre, comemos... Dios no tiene que ver nada con eso. Absurdo sería mojarse para "conseguir" un resfriado que ofrecer a Dios.

¡Maldita pastilla que me ha estorbado meditación tan provechosa, cuando ya empezaba a despertar de mi adormecimiento!. Metáforas contra teología.
Volver arriba