Mit brennender Sorge en Cataluña (1).

“Con viva preocupación...” comienza la Encíclica que el papa Pío XI, al final de su vida, dirigió a los fieles de la nación alemana que pretendía constituirse en III Reich, encíclica que las autoridades nazis buscaron por todos los medios retirar de la circulación secuestrando todos los ejemplares. He vuelto a leer dicha Encíclica, que no es muy extensa, y no he podido por menos de sorprenderme.
Algunos textos de la misma se pueden aplicar, punto por punto, a la horda que ha sembrado la disensión en Cataluña a la que se ha adherido gran parte de la jerarquía religiosa. Se advierten con claridad las similitudes que se dan entre Nazional Socialismo y Soberanismo Nacional Catalán. Con la diferencia de que en aquellos años las palabras iban dirigidas contra el Régimen Nazi y aquí y ahora habría que aplicarlas a los rectores sagrados de la Iglesia catalana.
Hartazgo es el que sufrimos los ciudadanos de España al desayunarnos, comer y cenar con noticias sobre Cataluña. ¿Cuántos años llevamos recibiendo andanadas de insensatez e irracionalidad provenientes de aquel territorio? ¿Cuándo las instituciones estarán al servicio de los ciudadanos y no al servicio de un proyecto insensato que conduce a la división de la sociedad y a la satisfacción de megalomanías sustentadas por unos pocos?
Si bien las ambiciones nacionalistas son corrientes políticas y las han promovido y alentado quienes apenas si les cabe una idea en su cabeza sin posible crítica alguna en su mente jibarizada, a ellas se ha adherido una parte sustancial del clero, ya no se sabe si católico o caótico.
Poco se habla de la connivencia general que una parte relevante del clero catalán muestra hacia corrientes que, poco a poco y “gracias a Dios”, van siendo recluidas en impolutas celdas para que la sensatez, el seny de que tanto hablan, vuelva a regir esta región. Y para que nadie, con la fuerza de los medios de comunicación y la ostentación del poder, que no de la autoridad, quiera imponer sus ideas a los demás.
Lo que fueron contestaciones primeras, ideas de unos pocos, provecho personal... se ha vuelto, por gracia del lavado de cerebro, tsunami o tormenta que hay que soslayar como se pueda para que las aguas vuelvan al cauce que han sobrepasado.
¿En qué era diferente Cataluña a otras regiones de España también dignas de “derechos históricos”? En la lengua, nada más. Lengua regional, que como lengua materna apenas si llega al 36 % después de años de inmersión lingüística. Razones históricas más poderosas podrían esgrimir Asturias, Andalucía o Castilla-León para reclamar su independencia de otras menos solidarias como País Vasco o Cataluña y hacer de la España que comienza con los Reyes Católicos un país de taifas que cayeron con el Reino de Granada.
Tienen los catalanes en el monasterio de Montserrat el centro neurálgico o simbólico de sus ansias nacionales, pretendidamente aunadas con el credo católico. Pudiera ser en otros tiempos, pero no en los actuales. Montserrat, hoy, no es sino un elemento más, un reclamo, a utilizar por los irredentos, sin excesivo fervor, por cierto. Y a ese carro se ha uncido, en contradicción con su pasado, este monasterio benedictino.
Sus moradores, los alrededor de 80 monjes, se esfuerzan como sea por enarbolar la bandera del catalanismo como si de ese venero fueran a surgir aguas de resurrección para la Iglesia catalana. Estos fervores nacionalistas no son de ahora, por cierto. Recordemos algunos hitos relativamente recientes.
Ya en 1963, el abad Aurelio Escarré se enfrentó a las imposiciones franquistas con una entrevista en el diario Le Monde, que le valió el exilio.
El año 1966 acaparó distintos hechos: 160 curas fueron apaleados por la policía en una manifestación de protesta; ése fue el año, también, del grito de los catalanistas “volem bisbes catalans”; asimismo, fue el año de la famosa “capuchinada” siendo Joan Botam, hoy de 91 años, el superior del convento capuchino de Sarriá.
El año 1971 conoció varios encierros en iglesias, con el consiguiente desalojo por la policía. Uno de aquellos párrocos contestatarios fue Joan Vallvé, hoy de 71 años, que pasó varios días en prisión, que luego tuvo un puesto en Convergencia y es hoy consejero de Omnium Cultural.
A raíz del famoso proceso de Burgos, años 1970 y 71, hubo encierros en el monasterio. Y el monasterio fue el lugar elegido por Pujol y Cía para celebrar el nacimiento de Convergencia.
Uno de los intelectuales adheridos a la causa y ciertamente renombrado es Hilari Raguer, también de 91 años. Buen historiador, no se comprende cómo puede embadurnarse con la mácula de defender, con ideas inasumibles por cualquier historiador, argumentos políticos. “...300 años de represión viéndonos como perros apaleados, sin protestar y sufriendo; sin embargo hemos perdido ya el miedo”. Destaca Hilari en sus entrevistas los 23 religiosos nacionalistas fusilados por Franco y el hecho de que en el Monasterio se reunieron las Cortes de la República en 1938
En estos dos años últimos, 400 fueron los sacerdotes que firmaron el manifiesto pro libertades de opinión, de opción y de votación. Decía Cinto Busquet, párroco de Calella: “Estamos muy tranquilos y convencidos de que lo que hacemos es plenamente evangélico”. Xavier Novell, obispo de Solsona, aparte de afirmar que votaría en el referéndum, no ha cesado de defender el “prusés” con los mantras tantas veces oídos como argumento.
Frente a esta posición de la mayor parte de la Iglesia catalana, curiosamente, Cataluña es la región donde menos gente se declara creyente y donde menos acude a las prácticas religiosas católicas. No hay encuestas sobre creencia y prácticas entre las huestes nacionalistas, pero estamos tentados a afirmar que los porcentajes serían ridículos.
¿Cree la Iglesia catalana que aliándose con el credo nacionalista hará que resurja la fe católica, cuando ambos credos son incompatibles? Y, finalmente, ¿alguien ha oído palabras del supremo pastor, Francisco, desautorizando a estos rupturistas de la fe y de la convivencia? Si las ha oído, que lo diga.