120. Redención de la vulgaridad: meditar. Pensar sin generar pensamiento. Contemplar para sentir. Pensar que se piensa. Generación, regeneración o degeneración de sentimientos. Ya estoy en paz con Dios.
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121. La mayor parte de los fieles son creyentes implícitos, presupuestos o “por defecto”.
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122. No creas todo lo que te dicen, se defienden los “miembros de la secta”. ¿Y quieres que te crea yo?
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123. Sólo desde fuera se puede percibir la contradicción vital en que viven los “hijos de Dios”.
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124. Sólo hay un camino para ser uno mismo, tirar al basurero las muletas de credos y ritos.
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125. El científico no cree si no conoce; el crédulo sólo necesita creer para conocer. Y dicen que éste es el supremo conocimiento.
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126. Similar paradoja, con retruécano de añadido: el científico sólo cree lo que conoce, el crédulo sólo conoce lo que cree y porque así lo quiere... y no mucho.
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127. La persona racional siente y goza con lo que conoce, el crédulo conoce porque presiente que goza.
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128. Cualquier verdad científica –-la esfericidad de la tierra, el genoma humano, seis más tres nueve-- se impone por sí sola y en poco tiempo: la religión “verdadera” lleva ¿5.000?, ¿3.000? ¿2.000? años intentándolo y ni siquiera sus prosélitos creen ya que sea la única verdadera.
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129. Sólo es capaz de aprender el que no cree todo lo que le dicen, sobre todo si no le dicen nada.