Santa Cecilia, patrona que nunca fue.

Ya hemos escrito aquí, en ediciones pasadas, el error en que se fundamenta el patronazgo de Cecilia sobre la música, cuándo surgió su veneración y cuándo se instituyó su festividad musical. Ya la existencia misma de Cecilia sería más que discutible (mártir hacia el año 200), de la que la primera referencia aparece en un escrito de 480. Inventar un personaje “atractivo” no es difícil. Posteriormente unos citarán a otros añadiendo cualidades y dando validez al estafermo. Y nada menos que en 1594 un Gregorio XIII la canoniza y la declara patrona de los músicos (católicos nada más).
Y ahí sigue sin que nadie separe ficción, cuento, mito, apólogo… de realidad: Cecilia, caso de haber existido, no tiene que ver absolutamente nada con la música. Todo proviene de un relato más que dudoso y de una confusión en malas traducciones o traslaciones. Sin que por ello gocemos con las soberbias Odas de H. Purcell o Händel en su fiesta.
Hay errores lingüísticos y semánticos claramente esclarecidos hoy. Es más que probable que el origen del entuerto esté en la confusión de términos latinos, pero a ese supuesto error hay que añadir otro de significado basado en la sintaxis. Confusión entre “candéntibus” y “cantántibus”; error al traducir “órganis” por “órgano” y no por instrumentos de tortura: “candéntibus órganis…”, “estando los instrumentos de tortura abrasando…” (Y, además, ¡que nadie se pone a cantar cuando lo van a achicharrar!)
Y luego cuestiones de sintaxis y semántica latinas. Fijémonos en la antífona de las II Vísperas, origen del patronazgo. “Cantántibus órganis, Caecilia Domino decantabat dicens: Fíat cor méum immaculátum, ut non confúndar”, por necesidad del contexto, se traduce mal: “Al son de los órganos, Caecilia cantaba al Señor diciendo: Quede puro mi corazón para que no sea confundida”. Ya de por sí, que Cecilia estuviese oyendo “órganos” en su martirio… “Cantántibus órganis”, como ablativo absoluto que es, no puede traducirse así. Literalmente sería “cantando los órganos”, en plural y sin el significado de "sonar". Es cierto que el verbo “cantare” (más propiamente el verbo es “cano, cécini, cantum”) puede significar “sonar”, pero con más propiedad se refiere a sonidos vocales. No es lo mismo “cantare” que “sonare”, como no es lo mismo "cantata" que "sonata" que cualquier músico sabe a qué se refiere.
Quienquiera que haya leído textos latinos sabe que “cantare” no se suele traducir por “sonar”. Las referencias a que los instrumentos “canten” son forzadas. Alguna vez como metáfora... podría ser.
Tympana sonant (César),
résonat mare (Horacio),
omnia passim plorantibus sonant(Tito Livio),
silvae Aquilone sonant (Horacio),
classica [trompetas] sonant (Virgilio),
sonuerunt cardine postes [quicio de la puerta] (Virgilio);
incluso referido a la misma voz: Te carmina nostra sonabunt (Ovidio);
hay muchísimos salmos con la traducción latina “sono/sonare, sonus”: Laudate Dominum in sono tubae (Salmo 150).
Añadase que si se trata de un órgano, nunca podría estar la frase en plural. Lo propio debiera ser “canente organo”, en caso ablativo.
Partiendo, pues, de un error que nunca se corrigió, Cecilia terminó siendo lo que nunca fue, tañedora y cantante. Y de ahí las representaciones pictóricas, los festivales, las asociaciones cecilianas... Errores que se mantienen, pero que, conocidos, harán que llegue el día en que el patrón o patrona de los músicos sea alguien que lo era, como Perotinus Magnus, Guido d’Arezzo, Josquin Despres, Orlando di Lasso, Palestrina, Monteverdi, Händel, Mozart, Beethoven, Schubert, Stravinsky o incluso Luis de Pablo, tan pacífico él... por dar a elegir. Puestos a escoger, con más propiedad el patrono debiera ser Johan Sebástian Bach.
O quizá, puestos a ser crédulos, quede quien ya lo había sido, el primitivo Orfeo. De hecho, por no tener necesidad de patrocinio espiritual y mucha del mecenazgo, ya hoy, por iniciativa francesa se celebra el 21 de Junio el Día Europeo de la Música. Es un comienzo.