Triángulo amoroso: Éros, Philía y Agápe/ 4

La amistad consiste más en amar que en ser amado (Aristóteles)
Es bello hacer el bien sin esperar nada a cambio (Aristóteles)
Amor et melle et felle est fecundissimus (Plauto)
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Aristóteles en la Ética a Nicómaco (VIII y IX) se pregunta ¿Qué es la amistad? En esta obra encontramos seguramente el tratado más profundo sobre la amistad que se hizo en filosofía, con un gran influjo en muchos otros pensadores (p. ej. Cicerón, en su tratado De amicitia y hasta el mismo Tomás de Aquino.
En la ética aristotélica, que prima la comunidad sobre el individuo, la amistad y la justicia son las dos virtudes más importantes en la vida social, pero la amistad es más valiosa.
La amistad, afirma, es lo más necesario para la vida: “sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes; hasta los ricos y los que tienen cargos y poder parecen tener necesidad sobre todo de amigos”. Pero la amistad no es solo algo necesario, sino algo hermoso. En efecto, consideramos valioso la posesión de amigos y alabamos a los que aman a sus amigos.
Los filósofos discuten sobre la esencia de la amistad. Unos la consideran una especie de semejanza, de modo que uno se hace amigo de los semejantes (pares cum paribus, en Cicerón) de modo que es la semejanza lo que une (similis similem quaerit), “cada oveja con su pareja” según el refrán castellano. Eso es lo que pensaba Empédocles. Otros sostienen la teoría de la diferencia o la unión de los contrarios, como Heráclito, pues “de la diferencia surge la más grande armonía” y “todo nace de la Discordia”
Como otras virtudes, la amistad implica de una parte libre elección (proaíresis), pues nadie nace virtuoso, y por otra es un hábito (héxis) que necesita ejercicio. Por ello, no es un mero sentimiento (phílesis) de afecto, sino una praxis continuada. Aristóteles se centra en la relación interhumana y define la philía como “benevolencia recíproca y que cada uno desee el bien del otro, sin que ésto les sea desconocido”.
Con las cosas inanimadas (ápsycha) no hay amistad, porque no hay reciprocidad (antiphileîsthai). Uno puede ser amante del vino y desear su bien, pero el vino no puede amarte.Tampoco cabe amistad con la divinidad: “sería ridículo que alguien dijese amar a Zeus”, pues éste nunca te va a corresponder.
Aristóteles distingue en general dos grandes clases de amistad: la que se da entre iguales, con una relación simétrica; y la que se da entre desiguales, que es excepcional e implica una relación asimétrica. Pero la más importante es la primera, la que se da entre iguales, de acuerdo con el antiguo refrán “philótes isótes” (= la amistad es igualdad). Ésta, a su vez, se divide en tres tipos, de acuerdo con los motivos de la misma:
a) Amistad por placer (di’hedonén): es la que más sobresale entre los jóvenes y por ser éstos más pasionales para disfrutar del presente, como los niños. Se caracteriza por ser transitoria y se disuelve facilmente, lo mismo que el placer.
b) Amistad por utilidad o interés (dià to chrésimon), cuando se busca una ventaja o beneficio en la relación. Es accidental, como la anterior y provisional. Se da sobre todo entre viejos y entre los comerciantes, que se dedican a los negocios.
c) La Amistad por virtud: es la perfecta, al estar motivada por el bien del otro. Los otros son amados y valorados por sí mismos (kath’hautoús). No es transitoria, sino duradera y permanente, pero es muy rara, porque se da solo entre los buenos (no entre los malos) y de hecho hay pocas personas buenas: “la amistad perfecta es la de los hombres buenos y semejantes en virtud”.
El primer y segundo tipo son formas derivadas, pues no se quiere al amigo por ser quien es, sino porque proporciona utilidad o placer. Entre los buenos la amistad mejora por la semejanza. En cambio, entre los malos empeora al ser amigos solo por placer o conveniencia.
La amistad entre desiguales, fundada en la superioridad, tiene lugar en la ciudad (entre gobernante y gobernados) y en la familia, p. ej. entre generaciones diferentes: la relación del padre con los hijos o de los viejos con los jóvenes, y debe aspirar al término medio (mesótes), para que sea virtud.
La amistad exige vida en común (koinonía) y los amigos en el sentido pleno son pocos, no muchos. Los poderosos apenas tienen amigos verdaderos, pues la mayoría lo son por beneficio y placer, no por virtud.
La presencia y la proximidad espacial son siempre preferibles, pues la ausencia prolongada puede hacer desaparecer la amistad. Las relaciones amistosas requieren veracidad, confianza, ayuda mutua, cuidado y respeto. Los amigos son más necesarios en la desgracia que en la fortuna, pero en ambos casos su presencia es gozosa. Donde hay philía hay alegría, pues “amar es regocijarse” (tò phileîn chaírein). En esto coincide con Spinoza, para quien no hay amor sin alegría.
El amor propio (autophilía, o autoestima) no está reñido con el amor a los otros (altruísmo) y se distingue del egoísmo (exceso de interés y amor propio). Según Aristóteles, la mayoría ansía ser amado (phileîsthai) y recibir amor, pero es más perfecto amar (phileîn), dar que recibir. Y pone como ejemplo el amor materno. Las madres aman a sus hijos, aunque nada reciban a cambio y comparten las penas y alegrías de los hijos, al modo de los verdaderos amigos.
Después de Aristóteles, Epicuro valora la amistad como una importante virtud dentro de su comunidad filosófica: Toda amistad es por sí misma una excelencia “(areté). Su hedonismo moderado, propio del sabio, considera la amistad un placer espiritual, superior a los corporales, pero referido al círculo de la vida privada, pues el sabio no toma parte en la vida política.
Los estoicos, con su ideal cosmopolita, valoran el amor a todos los humanos. Es lo que Cicerón denomina caritas humani generis, antes de que la teología cristiana se apropie de la caridad en régimen de monopolio.