El incendio musulmán con supuesta chispa vaticana.


El discurso de Benedicto XVI en Ratisbona no habría salido del ámbito en que se dijo si determinados titulares de prensa, manifiestamente tendenciosos, no hubieran sacado de contexto lo que JR dijo.

Estoy seguro de que ninguno de esos bocazas islámicos ha leído el discurso pronunciado el 13 de septiembre. Si alguien lee con atención el discurso pronunciado en la Universidad de Ratisbona o Regensburg, que ya no recuerdo, –y yo en su momento lo leí— no puede dejar de estar de acuerdo, pero, eso sí, tomándolo “hic et nunc”.

1º) JR tiene razón en lo que dice.

2º) JR, aunque luego se desdiga, asume como propio lo que se afirma en el diálogo de Manuel II Paleólogo y el sabio persa respecto a la propagación de la fe.

3º) JR es un papa, dueño de sus pensamientos pero también legatario de un pasado que ha sido el que sido, igual que el musulmán.


Por otra parte, viendo las consecuencias y la agitación provocada por los pervertidores de lo que él dijo, B 16 afirmó que “ése no era su pensamiento”. No se entiende: ¿Se echa para atrás respecto a la violencia como medio para la propagación de la fe? ¿Siente el aliento fétido de cuatro chalados, sean mullahs o presidentes de una asociación de vecinos turca?

Respecto al Islam:

1º) Es criminal, sencillamente criminal, sacar de contexto unas frases para encender hogueras de fanatismo asesino.

2º) Hay que enfrentarse decididamente contra esas culturas teocráticas que buscan por todos los medios incendiar el patio de vecindad europeo.

3º) Hay que decirle claramente a Turquía que se olvide de entrar en la Europa Común si no es capaz de poner a un lado las creencias y someter a los voceros de las madrasas que aprovechan cualquier chispa para propagar incendios.


Y esto no porque defendamos la credulidad cristiana, sino porque defendemos la cultura en la que prima la razón, el sentido común, la palabra, el razonamiento, el contraste de pareceres, como norma de convivencia.

Postdata a las 22:30.- Leo en El Mundo, pág. 2, un artículo de Javier Ortiz --Entre Manuel II y Benedicto XVI-- que suscribo plenamente.
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