El lado oscuro de las creencias.

En las enseñanzas a impartir sobre el hecho religioso se habla de su bondad, de su historia excelsa, del bien que han hecho a la humanidad, del legado cultural aportado a la humanidad…

¿Y no debiera haber un capítulo dedicado a las “lacras del hecho religioso”? Desde las más groseras y evidentes hasta las más sibilinas y torcidas.

Cierto que no se puede condenar a un grupo por el descarrío o aprovechamiento de uno de sus miembros, pero resulta cuanto menos preocupante que precisamente dentro de determinados grupos se generen conductas específicamente depravadas.

Hay sectas evangélicas que han nacido, casi siempre en ambientes de incultura, para engañar y extorsionar a incautos. En la católica Iglesia, la pederastia y acoso sexual fluye y refluye una y otra vez de las filas consagradas católicas, algo que debiera hacer pensar en si no será éste un sistema perverso de vida que eligen sus “ungidos”.

Pensemos en casos más preocupantes acaecidos a finales del pasado siglo dentro de las “otras” religiones, como el terrorismo de masas de la secta Asahara; los suicidios masivos o individuales (dejarse morir está bien visto en el jainismo); actividades económicas que rozan lo ilegal, como el desvío de fondos millonarios fuera de la India de la “santísima” Madre Teresa; el tráfico de armas de que se acusa a la secta Moon; la prostitución infantil de que se acusa a los seguidores de David Berg; la “programación” y “desprogramación” mental --en otras palabras, lavado de cerebro--, que se da en los adeptos a cualquier líder.

(¿Quién puede juzgar este hecho cuando para unos es un “proceso de desarrollo personal” y para otros es sometimiento vejatorio al líder? Testimonios hay para todos los gustos, pero cuando está en juego el equilibrio psíquico de una persona, hasta los jueces debieran intervenir de oficio.)


Y en nuestro solar patrio, esa "leve discriminación” de una sociedad frente a otras, donde la Iglesia Católica recibe un trato fiscal a todas luces insultante para el resto de los contribuyentes: sus miembros, sus posesiones, sus negocios están exonerados de impuestos de todo tipo, amén de prebendas indignas de un Estado avanzado. ¡No son una sociedad distinta de las otras, es una sociedad más!
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