A propósito de Moisés.

A propósito del artículo pasado en que hablábamos de Moisés y de las tonterías que algunos comentaristas profieren, gracias a la posibilidad de escribir en cualquier “buscador” la palabra Moisés, encontramos cientos de pasajes bíblicos e infinitas referencias a este personaje a cada cual más seductora.
Nos fijamos en un versículo de Números 12,3(1):
Moisés era un hombre muy humilde, más que hombre alguno sobre la faz de la tierra.
Entre los recursos literarios hay uno que se llama “hipérbole”. Aunque abunden mucho en la “sagrada” Biblia y esta frase lo sea, no por eso se debe faltar a la verdad de forma tan descarada.
Ser humilde es un concepto muy evanescente y apenas si se puede definir con exactitud cuando se aplica a una persona. Referido a Moisés podría entenderse como si él, el individuo humano, fuese descendiendo en consideración propia, en autoestima, en la misma proporción que ascendía en prestigio, poder y escala social. También ante los ojos de Dios, curioso (vv siguientes). Podría ser.
Evidentemente que es una forma de hablar, porque una generalización de este tipo nunca puede ser sinónimo de verdad. Y si pudiéramos dar por buena la afirmación de algunos papanatas, nescientes en absoluto de exégesis, que dicen que tales libros fueron escritos por el mismo Moisés, tal versículo sería de una soberbia supina.
Y es chocante en verdad tal afirmación porque no es ésa la impresión que se desprende de todo lo que de él aparece en el AT. Recordemos la forma imperiosa y autoritaria, a la par que sangrienta, como se le describe en los capítulos siguientes al citado. Ahí aparece con un ego despampanante chocando con la falsa modestia que desprende el citado versículo.
Y si tales capítulos de Números dan esa imagen de Moisés, no digamos nada del Deuteronomio. En este libro aparecen narraciones en primera persona junto a otras en tercera, lo cual indica que “no todo es de Moisés”. ¡No llegarán a la osadía de afirmar que la descripción de su muerte y funeral la pudo escribir él mismo!
De todo lo que ahí aparece, lo único que puede sacarse en limpio es que tales relatos fueron escritos mucho tiempo después y con una finalidad bien clara, enaltecer la figura de Moisés como caudillo unificador de tribus y conformador de una entidad nacional. Podría tratarse incluso de que Moisés fuera un epónimo, como algunos han afirmado.
La descripción de su muerte en Moab, ascendiendo primero al monte Nebo para vislumbrar la Tierra Prometida y perdiendo su vigor y muriendo, es típica de los relatos épicos que desfiguran de tal modo al personaje que lo hacen legendario e irreconocible como personal normal.
Todo el relato de su muerte evidencia anacronismos claros, que dan a entender que del hecho al relato ha pasado mucho tiempo. Incluso aparecen narraciones de acontecimientos que nunca sucedieron, como el “maná” del desierto o la captura del catre del “gigante” Og, rey de Basán.
En Deut. 4 y 5 hay cosas curiosísimas: entrega por segunda vez los mandamientos de Dios, algo nada nuevo, lo mismo que hay dos versiones de la creación, dos genealogías de la estirpe de Adán, dos relatos del diluvio...; Moisés unas veces habla en 1ª persona, otras en 3ª; prohíbe las imágenes, pero no sólo de Dios, también de hombres y animales, cosa que copiarían al pie de la letra las leyes islámicas; en el cap. V prescribe el sábado como santo contradiciendo a Dios que descansó en el 7º día de la creación.
Dado que todas estas fábulas no responden a realidad alguna, hemos de alegrarnos de que tampoco las prescripciones fueran reales: los padres pueden lapidar a un hijo indisciplinado; se leen declaraciones como de locos, como no admitir en la asamblea de Yahvé el que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado (¿?).
A Moisés, hoy día, cualquier Garzón, y no el de Ida, lo encausaría y metería entre rejas por prototipo del genocida:
“Matad a todos los niños varones; y a toda mujer que haya conocido varón, pero dejad con vida a las muchachas que no hayan dormido con varón”
¿Es esto “palabra de Dios - te alabamos Señor”?.
Aún hoy discuten algunos rabinos si la orden de exterminar a los amalequitas podría aplicarse en la actualidad a los palestinos: las matanzas del pasado como justificación del presente; la patria del pasado, garantía suficiente para erigir hoy un estado ex novo (y no la mala conciencia de Europa por el genocidio perpetrado en su solar).
A pesar de frases, himnos, dichos o sentencias con cierta belleza literaria indiscutible, hay tal cantidad de hechos absurdos, crueles o aberrantes que podríamos echar a la hoguera todo AT, sin que sufriera un ápice nuestra conciencia humana. Sufriría algo la cultura mitológica, eso sí. Eso de que se engendren hijos en la ancianidad; o cómo los amados de Yahvé llegan a edades imposibles; cómo gente anodina se enfrenta o lucha con Dios cuerpo a cuerpo… ¡Es todo tan provinciano y localista!
Y no digan que todas esas mamarrachadas han de interpretarse, porque lo mismo podríamos decir de lo que no interpretan.
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(1) ¿Cómo juzgar el que de dos que critican el hecho de que Moisés sea el "amado de Dios", sólo María sea castigada con la lepra y Aarón no?