Los tochos existen pero la fe no es eso.


Dicen los espiritualistas y los que pretenden regresar a la pureza de la religión cristiana:

El dogma cristiano NO consiste en expresiones, fórmulas y giros; es una vida interior, una fuerza santa y todos los conceptos doctrinales y dogmas sólo tienen valor en cuanto que expresan lo interior.


Si fuéramos creyentes como antes lo éramos, podríamos estar de acuerdo y lucharíamos para que así fuera: la espiritualidad. Pero no podemos dejar de mirar a la estantería donde reposan tantos y tantos libros de teología, tantos catecismos, tantos escritos de santos padres, tantos tomos de historia... y pensar:

1º) tales escritos, tales dogmas, tales explicaciones doctrinales existen.Y existen por algo.

2º) Están ahí para que se enseñen y, además, se enseñan, son doctrina.

3º) La Iglesia mantiene una lucha titánica para defender su enseñanza pública porque su doctrina ¡no se conoce!

4º) Las palabras con que se expresa la doctrina, los dogmas, son expresión de conceptos, no son, en primera instancia ni “per se”, vida interior.

COROLARIO.- Si los tochos dogmáticos, doctrinales y homiléticos existen, pero la religión “no es eso”, ¿por qué se han promulgado, editado y publicado? ¿para qué existen si todo conduce al “es eso” pero “no es eso”? ¿Para qué tanta explicación?.

Al hablar así, ciertamente sé que lo hago en términos genéricos, que hago consideraciones globales, descalificaciones de conjunto, algo que, en principio, descalifica a quien lo dice, y que sólo un proceso inductivo puede permitir.

Ahorramos este proceso de inducción porque todo fiel cristiano sabe de memoria los dogmas fundamentales de su Iglesia, conoce los mandamientos de la Iglesia, asiste con regularidad al templo, tiene a su disposición los textos fundamentales de su religión cristiana principalmente ¡las epístolas paulinas!

En esencia, el pensamiento que tratamos de dilucidar es por qué la religión ha generado tantísima cantidad de todo, de libros y tratados, el por qué de tan descomunal bibliografía para explicar cosas que, en sí, debieran estar muy claras: es "la verdad".

¿Se debe quizá a que la cosa no está tan clara? ¿A que en cuanto el crédulo comienza a dudar y a preguntar, dejándose llevar de la razón, todo se tambalea? ¿A que tantísima doctrina no soporta la leve pregunta de: "Y este dogma"? ¿y esta afirmación? ¿y este mandamiento? ¿Qué es? ¿Es concepto, es vivencia, es real?

Y si comienza con el concepto, mal asunto. Es posible que la vivencia se esfume.

En ese proceso preguntón, va a percibir que el “trágala” al que le someten le provoca una indigestión tal que, a menos que se someta a una purga de racionalidad severa, no logrará recuperarse de ella en su vida.

Ruedas de molino que es preciso engullir porque sí y que ni racional ni histórica ni humanamente se sostienen.

Otra cosa es que su sentimiento encuentre el consuelo que un psiquismo menesteroso necesita... ¿Pero el sentimiento es dogmático también?
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