¡Pregúntale al Papa!

El Papa en persona puede y debe ser preguntado, desde la confianza y seguridad de encarnar y proveer de respuestas, al margen o sobre la Curia Romana y sus representantes oficiales u oficiosos y ejército de intermediarios.
En esta ocasión le formulamos unas preguntas, que posiblemente se acrecentarán en nuevas ocasiones y lo hacemos clarito y con el lenguaje de andar por casa. Los cristianos en general estamos poco ilustrados en temas fundamentalmente religiosos. A algunos nos bautizaron de niños, nos dieron la Primera Comunión, que a la vez y en la mayoría de los casos, fue la última, nos confirmaron y hasta nos dejamos casar por la Iglesia, casi sin preocuparse de más y sin que el paso de los años se acompañara con la intensificación de la formación cristiana. En materia de fe jamás fuimos y ejercimos de adultos, al igual que lo hacemos en las materias de nuestras respectivas profesiones, trabajos u oficios.
Las preguntas al Papa están extraídas del común sentir de quienes son o se dicen católicos y nos fueron sugeridas a la luz del día, sin concesiones a posibles escándalos o a la algarabía, pero sin rehuir cualquier reprobación o anatema. Eso sí, siempre con el convencimiento de la capacidad regeneradora que tuvo y tiene el profetismo en la Iglesia, gracias al cual ésta es Iglesia de Cristo.
. ¿Para cuándo la eliminación total de las marginaciones que todavía padece la mujer en la Iglesia? ¿Qué juicio le merecen los criterios de una buena parte del Pueblo de Dios en relación con las riquezas de la Iglesia y si aquel es coincidente con el de los pobres, que son los verdaderos vicarios de Cristo? ¿Qué piensa respecto al divorcio y a su referente de la mayoría de las nulidades matrimoniales concedidas por los Tribunales Eclesiásticos? ¿Durante cuánto tiempo cree que perdurará la vigencia del celibato obligatorio -y no opcional- en la disciplina eclesiástica? ¿Para cuándo esta disciplina prescindirá de los cargos vitalicios y regulará también la jubilación de los Papas? ¿Se cree satisfecho con las medidas, canónicas y no canónicas, tomadas a propósito de la tristísima ocasión de los curas pederastas, de sus tutores y de los colaboradores de los mismos?
. ¿Para cuándo la revisión de los procesos de canonizaciones y beatificaciones, sin apenas participación del Pueblo de Dios, y con no pocos compromisos extra o para eclesiales? ¿Por qué tanta “alergia” oficial a los procedimientos democráticos eclesiales, por ejemplo en el nombramiento de los obispos? ¿Se le tendrá que seguir achacando permanentemente a la Iglesia la fama de condenadora y de “aguafiestas” y no la de Madre, Maestra y Salvadora? ¿Qué hace de verdad el Papa para evitar el escándalo de la ruptura entre las Iglesias cristianas, tan enemistadas entre sí, pese a formar entre todos el “Cristo Total”? ¿Es que todavía puede predicarse que “fuera de la Iglesia -católica por más señas- no hay salvación”? ¿Cuándo, cómo es y ejerce el Papa como tal, y cuándo y cómo lo hace como Jefe de Estado, con particular mención para sus viajes? ¿Qué significado tiene el concepto de “practicante” dentro de la Iglesia consagrada al culto tanto o más que a la vida?
. ¿No le parecen excesivos los títulos eminentísimos, excelentísimos y tantos otros superlativos, de uso común en las más altas esferas de la Iglesia? ¿Resulta o no favorecedor de hipocresías el concepto habitual de “moral” que se predica y canoniza en la Iglesia? ¿No se da la impresión de que el sexto mandamiento -“no fornicar”- es el “primero y principal”? ¿Es hoy de verdad humilde y cristiana la Iglesia de Cristo? ¿Puede ser y ejercer de cristiano en la actualidad un joven, y más si es novio, en conformidad con lo que en su moral sexual le exige la Iglesia? ¿Pueden serlo igualmente los matrimonios?
. ¿Qué es eso del cielo y del infierno, tal y como se siguen predicando en la actualidad los “novísimos o postrimerías del hombre”? ¿Es, se presenta y representa a Dios como a Padre, a tenor de las condenaciones y descalificaciones que se registran en la misma Iglesia y por sus máximas autoridades? ¿Sigue estando vigente el principio pseudo-religioso de “haced lo que yo os diga, pero no lo que yo haga”? ¿Se respetan de verdad los derechos humanos dentro de la Iglesia? Con seriedad y desapasionamiento, ¿qué hay de verdad acerca de las indulgencias, de las bulas, de las bendiciones y de otros signos y fuentes de ingreso, aun con la convicción de que sus destinatarios habrán de ser siempre los pobres? ¿En qué se fundamenta la relación Iglesia-monarquía absoluta y cuál cree que es el futuro de este sistema sociopolítico en el universo? Dado el parvo uso que han hecho los Papas de su condición de “infalibles”, desde la formulación del dogma, ¿por qué y para qué equipararse con tales pertrechos nada menos que dogmáticos?
NOTA: Mi agradecimiento para cuantos lectores decidan engrosar este rosario de preguntas. Dejaremos constancia de ellas.
© Foto: Simon Howden