¿Publicaciones Religiosas?
Además de las connotaciones al uso típicamente gastronómicas, el verbo “embuchar” expresa la idea de “colocar hojas o cuadernillos impresos dentro de otro”. Esta acepción tipográfica es a la que recurro en este comentario con mención particular para dos periódicos de difusión nacional -ABC y LA RAZÓN-, que en días concretos de la semana embuchan unas hojas especiales de carácter y contenido religiosos, con la sana y beatífica misión de hacer llegar gratuitamente la imagen de la Iglesia a los lectores de los referidos diarios.
. De la libertad de que disfrutan las empresas del sector para publicar lo que crean oportuno, así como el sistema elegido para ello, a nadie, y menos a mí, se nos ocurrirá desconfiar, ni poner en cuestión. La prensa en general, y los citados periódicos en particular, libraron y libran batallas a favor de la libertad, y gracias en gran parte a ellos, su mantenimiento ha sido, y es felizmente posible en España.
. Nadie asimismo podrá dudar, con argumentos idénticos, que también la prensa en general, al igual que en casos y temas concretos, habrá de estar expuesta a ser criticada, siempre y cuando el respeto y la oportunidad inspiren el análisis, la apreciación y el posible reproche. Es evidente que en cuanto se relacione con la religión y la Iglesia, objeto de las páginas especiales, los índices de libertad habrán de descollar, más aún, si cabe, que en el resto de las informaciones, comentarios y opiniones.
. Y exactamente en este cuadro y palestra emplazo mi dictamen personal en contra de la imagen de la Iglesia que se nos ofrece sistemáticamente y que en tantos lectores habrá de ser compartida poco menos que como “Palabra de Dios”, con el añadido de que, al no tratarse de periódicos confesionales, su autoridad “religiosa” pudiera ser interpretada como más convincente. No todos los lectores están capacitados para discernir si lo que les brindan las publicaciones responden a normas y coeficiencias del marketing, o a convicciones y deseos de comunicar el bien, y en este caso, el verdaderamente religioso.
. Al discernir acerca de si eclesialmente resulta positiva, o no tanto, - y hasta negativa- la idea de Iglesia que se nos adoctrina en los cuadernillos de referencia, manifiesto que la resultante no está en consonancia con la que hoy es, y se necesita, que sea la Iglesia, y menos en su versión evangélica revisada por el Concilio Vaticano II, y a tenor de las demandadas por una buena parte del Pueblo de Dios. El hecho de que los contenidos de lo publicado lleven el “Visto Bueno”, el “Nihil Obstat” de la jerarquía y hasta la hipotética co financiación, no tiene por qué ser argumento definitivo y preclaro, ni a favor de unos, ni tampoco en contra de otros.
. Pese a que los temas religiosos suelen alcanzar hoy audiencias muy considerables, despertando el interés en muchos, los que se presentan embuchados en los referidos periódicos, apenas si tienen atractivo, con menguado rendimiento y curiosidad de los potenciales lectores. En general son muy aburridos. Universalmente negativos. Obsoletos y tristes. Censuradores y condenadores. Exigentes al recabar por oficio y estatutariamente la aquiescencia -el Amén-, siempre y a todos, y además “en nombre de Dios”. Sin posibilidad de crítica alguna para la propia institución eclesiástica, aunque sí para las ajenas.
. Es preciso reconocer la buena voluntad de algunos empresarios, y lectores, al aceptar la posibilidad de servirse de los “embuchados” para mantener cierta conexión con lo religioso. Esto no obstante, es así mismo digno de consideración el juicio emitido por otros de que, con dificultad podría justificarse el dinero- limosna-financiación que determinadas instituciones y entidades efectúan para hacer perdurable la idea de una Iglesia encarnada en moldes ya superados, al servicio de pocos, y cuya condición de “católica” y “plural” no siempre es aceptada, y menos como sustancial, y en la práctica.
. A título de curiosidad informativa, con veneración y respeto, aduzco el caso del número 118 (año XLIII) de la edición semanal en lengua española de “L ´Osservatore Romano”, correspondiente al 27 de noviembre del 20011. “Embuchado” en “La Razón”, está dedicado al último viaje del Papa a África, y en las doce páginas que lo componen se insertan nada menos que 23 -¡23¡- fotos del Romano Pontífice… Un reportaje conformado con tan munificente “papalatría” fotográfica sobrepasa con creces el de cualquier otro sobre todos los temas y personajes de esta vida y de la otra. Un alarde tal es impropio del periodismo civilizado y culto, y para su justificación y comparanza sería obligado recurrir a publicaciones panfletarias de regímenes totalitarios. Con lo “Santo”, y menos con el Papa y su imagen, no es religioso jugar, aunque la mejor y más “piadosa” de las intenciones haya pretendido presidir tal juego y comercio.
. De la libertad de que disfrutan las empresas del sector para publicar lo que crean oportuno, así como el sistema elegido para ello, a nadie, y menos a mí, se nos ocurrirá desconfiar, ni poner en cuestión. La prensa en general, y los citados periódicos en particular, libraron y libran batallas a favor de la libertad, y gracias en gran parte a ellos, su mantenimiento ha sido, y es felizmente posible en España.
. Nadie asimismo podrá dudar, con argumentos idénticos, que también la prensa en general, al igual que en casos y temas concretos, habrá de estar expuesta a ser criticada, siempre y cuando el respeto y la oportunidad inspiren el análisis, la apreciación y el posible reproche. Es evidente que en cuanto se relacione con la religión y la Iglesia, objeto de las páginas especiales, los índices de libertad habrán de descollar, más aún, si cabe, que en el resto de las informaciones, comentarios y opiniones.
. Y exactamente en este cuadro y palestra emplazo mi dictamen personal en contra de la imagen de la Iglesia que se nos ofrece sistemáticamente y que en tantos lectores habrá de ser compartida poco menos que como “Palabra de Dios”, con el añadido de que, al no tratarse de periódicos confesionales, su autoridad “religiosa” pudiera ser interpretada como más convincente. No todos los lectores están capacitados para discernir si lo que les brindan las publicaciones responden a normas y coeficiencias del marketing, o a convicciones y deseos de comunicar el bien, y en este caso, el verdaderamente religioso.
. Al discernir acerca de si eclesialmente resulta positiva, o no tanto, - y hasta negativa- la idea de Iglesia que se nos adoctrina en los cuadernillos de referencia, manifiesto que la resultante no está en consonancia con la que hoy es, y se necesita, que sea la Iglesia, y menos en su versión evangélica revisada por el Concilio Vaticano II, y a tenor de las demandadas por una buena parte del Pueblo de Dios. El hecho de que los contenidos de lo publicado lleven el “Visto Bueno”, el “Nihil Obstat” de la jerarquía y hasta la hipotética co financiación, no tiene por qué ser argumento definitivo y preclaro, ni a favor de unos, ni tampoco en contra de otros.
. Pese a que los temas religiosos suelen alcanzar hoy audiencias muy considerables, despertando el interés en muchos, los que se presentan embuchados en los referidos periódicos, apenas si tienen atractivo, con menguado rendimiento y curiosidad de los potenciales lectores. En general son muy aburridos. Universalmente negativos. Obsoletos y tristes. Censuradores y condenadores. Exigentes al recabar por oficio y estatutariamente la aquiescencia -el Amén-, siempre y a todos, y además “en nombre de Dios”. Sin posibilidad de crítica alguna para la propia institución eclesiástica, aunque sí para las ajenas.
. Es preciso reconocer la buena voluntad de algunos empresarios, y lectores, al aceptar la posibilidad de servirse de los “embuchados” para mantener cierta conexión con lo religioso. Esto no obstante, es así mismo digno de consideración el juicio emitido por otros de que, con dificultad podría justificarse el dinero- limosna-financiación que determinadas instituciones y entidades efectúan para hacer perdurable la idea de una Iglesia encarnada en moldes ya superados, al servicio de pocos, y cuya condición de “católica” y “plural” no siempre es aceptada, y menos como sustancial, y en la práctica.
. A título de curiosidad informativa, con veneración y respeto, aduzco el caso del número 118 (año XLIII) de la edición semanal en lengua española de “L ´Osservatore Romano”, correspondiente al 27 de noviembre del 20011. “Embuchado” en “La Razón”, está dedicado al último viaje del Papa a África, y en las doce páginas que lo componen se insertan nada menos que 23 -¡23¡- fotos del Romano Pontífice… Un reportaje conformado con tan munificente “papalatría” fotográfica sobrepasa con creces el de cualquier otro sobre todos los temas y personajes de esta vida y de la otra. Un alarde tal es impropio del periodismo civilizado y culto, y para su justificación y comparanza sería obligado recurrir a publicaciones panfletarias de regímenes totalitarios. Con lo “Santo”, y menos con el Papa y su imagen, no es religioso jugar, aunque la mejor y más “piadosa” de las intenciones haya pretendido presidir tal juego y comercio.