"La sociedad necesita más manos y más dinero y menos armas" ¿Sanidad o Defensa? ¿Sacrificio o irresponsabilidad (o estupidez humana?)

Fin del Estado de Alarma en la Puerta del Sol
Fin del Estado de Alarma en la Puerta del Sol

Después de más de un año de pandemia, los médicos y las enfermeras están más que agotados y por eso algunos de ellos, debido a la dureza del trabajo que tienen, están de baja con estrés y ansiedad

Los centros de salud están colapsados. Y es que el personal sanitario ya no puede atender como quiere la atención primaria, por el hecho que los profesionales de la salud de dedican a la Covid-19 al 100%

El estado habría de ser valiente y acabar de una vez por todas con el gasto dedicado al ministerio de defensa y traspasar a las comunidades autónomas el dinero destinado a armas

No pretendo que la ciudadanía (y por supuesto los jóvenes) haga vida de monjes, que a las diez de la noche nos acostamos. Pero ¿es sostenible y saludable ir a dormir cada fin de semana las seis o a las siete de la mañana, después de una noche de fiesta y normalmente de borrachera?

Si alguna cosa positiva podemos sacar de esta pandemia, es que hemos descubierto y valorado el magnífico (aunque mejorable) sistema sanitario que tenemos, un sistema sanitario que se ha enfrentado, heroicamente, a las cinco olas del coronavirus que hemos padecido, gracias a la gran profesionalidad y al enorme sacrificio de médicos e enfermeras, los buenos samaritanos de nuestro tiempo.

Recientemente diversos profesionales de la sanidad han dado un grito de alarma, ya que con esta quinta oleada de la Covid-19 y debido a la variante delta, los centros de salud están colapsados. Y es que el personal sanitario ya no puede atender como quiere la atención primaria, por el hecho que los profesionales de la salud de dedican a la Covid-19 al 100%. Además, después de más de un año de pandemia, los médicos y las enfermeras están más que agotados y por eso algunos de ellos, debido a la dureza del trabajo que tienen, están de baja con estrés y ansiedad. Incuso algunos de estos magníficos profesionales optan por otros trabajos, a causa de la precariedad que tienen en los centros de salud.

La situación aún se agrava más por el hecho que, a pesar de la gravedad del momento, no hay, como haría falta, un refuerzo de las plantillas, ni tampoco los recursos económicos necesarios para enfrentarse a la variante delta del virus, que en los últimos días ha disparado el número de contagios. Debido a esto, por ejemplo, ya se ven tumores diagnosticados demasiado tarde.

¿La mejor vacuna? Quedarnos en casa
¿La mejor vacuna? Quedarnos en casa

A “Paraules d’Arcadi”, el libro que nos acompaña estos días a los monjes y a los huéspedes en el refectorio a la hora del almuerzo, su autor, Arcadi Oliveras, confirma una realidad que todos sabemos, y es que “en el mundo actual la sanidad es un bien prioritario” y por eso Arcadi Oliveras pedía en este libro, “dotar al sector sanitario con una infraestructura más fuerte”. Oliveras dice también que, ante la escasez de medios económicos y de personal y de las continuas excusas de los políticos, “no vale decir que no hay recursos”, porque “si hay para el ejército, que para mí no sirve para nada, ¿cómo puede ser que no haya para sanidad?”.

Hace falta recordar (y creo que en eso las personas con sentido común estaremos de acuerdo), que la sanidad salva vidas, como es bien evidente, mientras que el gasto destinado a armas, no salva vidas. Los profesionales de la salud (los buenos samaritanos de nuestro tiempo), habrían de disponer de los medios necesarios para poder atender a los enfermos y por eso no pueden continuar trabajando como hasta ahora, porque están sufriendo por falta de recursos y con unas plantillas insuficientes en los hospitales y en los centros de salud. Solo hace unos días (Religión Digital, 11 de julio de 2021), el papa Francisco valoraba y agradecía al personal sanitario del hospital Gemelli de Roma, la atención y los cuidados médicos que recibió por parte de estos nuevos samaritanos. El papa pedía “un sistema sanitario que garantice un buen servicio, accesible para todos”, es decir: una sanidad que atienda a todo el mundo. 

Botellones en Barcelona

Ante esta situación de precariedad en el trabajo de médicos y enfermeras, el estado habría de ser valiente y acabar de una vez por todas con el gasto dedicado al ministerio de defensa y traspasar a las comunidades autónomas el dinero destinado a armas. Y es que un país ha de saber priorizar y entre invertir en sanidad o en defensa, es evidente que el dinero se habría de destinar a la sanidad, para de esta manera mejorar la calidad de vida de los médicos y enfermeras (que hacen un trabajo heroico) y la atención a los enfermos.

Por eso el personal sanitario (tan necesitado este verano de tener vacaciones, porque está  agotado), para atender adecuadamente a los enfermos necesita más manos y más dinero y la sociedad necesita menos armas. Del gobierno del estado depende (eliminando el gasto de defensa y destinándolo a sanidad), que los médicos y las enfermeras puedan trabajar con unas mejores condiciones.

La abnegación y el sacrificio del personal sanitario en la lucha contra la pandemia, contrasta con la irresponsabilidad de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) que sin hacer caso de las recomendaciones sanitarias se reúnen para beber o hacer fiestas. Por eso considero estúpida la acción de los estudiantes que, como si no pasara nada, hacen viajes de final de curso a Mallorca y también considero nefastos e insolidarios los conciertos y los macrofestivales  o los partidos de la Eurocopa que reúnen miles de personas, mientras que hay miles de negocios que han tenido que cerrar. Comprendo las ganas de fiesta de los jóvenes (y de los no tan jóvenes), pero ahora es necesario que todos hagamos un sacrificio per acabar de una vez por todas con este virus. Porque si no lo hacemos la pandemia irá aumentando y además el virus también irá mutando, con lo cual esta pandemia se descontrolará del todo.

No pretendo que la ciudadanía (y por supuesto los jóvenes) haga vida de monjes, que a las diez de la noche nos acostamos. Pero ¿es sostenible y saludable ir a dormir cada fin de semana las seis o a las siete de la mañana, después de una noche de fiesta y normalmente de borrachera? Si incluso los Juegos Olímpicos de Japón se celebrarán sin público (a diferencia de la Eurocopa) y cuando la velocidad de transmisión del virus está desbocada, ¿nuestros jóvenes no pueden esperar a divertirse cuando todo esto haya pasado?

Al principio de la pandemia, muchos creíamos que el virus (que literalmente paralizó el mundo) nos haría mejores y que nos ayudaría a cambiar nuestro estilo de vida, tan insostenible. Pero es evidente que el hombre es el único animal que tropieza (una y otra vez) con la misma piedra

Al principio de la pandemia, muchos creíamos que el virus (que literalmente paralizó el mundo) nos haría mejores y que nos ayudaría a cambiar nuestro estilo de vida, tan insostenible. Pero es evidente que el hombre es el único animal que tropieza (una y otra vez) con la misma piedra. Los otros animales aprenden de los errores y no (más inteligentes que el hombre) vuelven a repetirlos. Por el contrario los humanos, después de la primera ola del virus, en marzo y abril de 2020, con la cual habríamos de haber cambiado de vida, ahora continuamos como si nada hubiese pasado. Y es que en vez de salvar vidas, los gobiernos prefirieron salvar el black friday, el verano de 2020, el puente de la Purísima, Navidad, Año Nuevo y Reyes, la Semana Santa y la Pascua, San Juan y las verbenas.....

El pueblo evangélico da gracias a los sanitarios en España
El pueblo evangélico da gracias a los sanitarios en España

Es verdad que mucha gente (y muchos jóvenes también), ha actuado con responsabilidad y sobre todo lo ha hecho la gente mayor que vive en su casa o en las residencias. Es la gente que nos da un gran ejemplo. Es esa gente mayor que en los años cuarenta y cincuenta vivió los sacrificios de la postguerra y que ahora, estos hombres y mujeres se han sacrificado durante meses y meses, encerrados en las residencias, sin poder salir de ellas y sin poder abrazar a sus hijos y nietos. Y también nos dan ejemplo de abnegación y de sacrificio los médicos y las enfermeras que, heroicamente, continúan luchando y sacrificándose sin descanso, prácticamente agotados, para acabar con la pandemia, mientras que, impotentes, ven a centenares de jóvenes bebiendo en las calles o de viaje de final de curso, sin hacer ningún tipo de sacrificio para parar al virus, que es extiende sin frenos. ¿Estos jóvenes no pueden esperar que acabe esta pesadilla para entonces poder divertirse?

He titulado este artículo: “¿Sanidad o Defensa?”. Pero también lo habría podido titular: “¿Sacrificio o irresponsabilidad (o estupidez humana?)”.              

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