Banderas a media asta y cursiladas de monjas.

Regreso de mis visitas al Santísimo en sus monumentos. He podido hacer cinco. Queden las dos restantes para antes de los Oficios. La última será ante el monumento de mi parroquia de Caná.

Sólo quiero hablaros de dos cosas que vi. En Pozuelo, las banderas de los edificios municipales están a media asta. En señal de duelo por la muerte de Nuestro Señor. Creo que en numerosas ocasiones he manifestado escasísimas simpatías por el Partido Popular. Pero hoy me he alegrado que gobierne mi pueblo. Al menos en algo comparte mi sensibilidad.

Claro que son mucho más graves los abortos que practican, las presencias de dirigentes en esos simulacros de matrimonios, algunas declaraciones de ese perdedor nato que es Mariano Rajoy... Pero al menos tienen algún detalle. Supongo que en los edificios oficiales de Gobierno, en los cuarteles, en los buques de la Armada hoy la bandera está en lo alto del mástil. No hay nada de lo que condolerse. Pues el alcalde de mi pueblo piensa que sí. Le voté en su día con escasísimo entusiasmo. Hoy me alegro de haberlo hecho. La bandera a media asta por la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo menos mi voto, y el de otros muchos católicos, ha servido para eso.

Tres monumentos de los que visitamos eran de monjas. Muy dignos ciertamente todos. Y con presencia de fieles. Pues en dos de ellos sigue en pie esa estupidez, que llevamos arrastrando muchos años, de poner junto al sagrario una hogaza de pan y una jarra que supuestamente contiene vino. Y en uno de ellos hasta había un racimo de uvas. No sé si congeladas o de cera.

¿No podrían ahorrarnos nuestras piadosas monjas esa memez? El día de la Cena del Señor no conmemoramos para nada el pan y el vino. En el monumento no están ni el uno ni el otro. Las apariencias son lo de menos. Y no deben perturbar para nada la presencia de Dios. No hay pan. No hay vino.

Seguro que lo hacen con buenísima intención pero tan estúpida como buena. Las hogazas y la jarra para el comedor. En el altar basta y sobra con la presencia de Dios. Valen las velas y las flores. Pero el pan y el vino me parecen de retras.
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