Echar una pensada a la vida

  1. Hospitalidad.

    Marta

La primera lectura de hoy (Génesis - Abrahán) y el Evangelio nos hablan de acogida y hospitalidad. Acogida y hospitalidad de Abrahán, de Marta y María.

Hay muchas palabras que significan esta realidad de saber recibir y acoger: hospital, hospitalidad, hospicio, huésped, etc.

Es una actitud noble y cristiana saber acoger a los demás, especialmente en situaciones de debilidad y sufrimiento.

  1. Abrahán, Marta y María.

Abrahán, atendiendo a aquellos tres hombres, estaba acogiendo a Dios mismo. Abrahán les recibe y les da lo mejor que tiene: les recibe en su casa, en su tienda, se sienta con ellos, les ofrece pan y carne. Abrahán era un hombre hospitalario

         Lo mismo hacen Marta y María. Marta se pone a trabajar en la casa para que todo esté limpio y preparar una buena mesa a Jesús. Igualmente escuchan a Jesús, (María).

  1. Marta y María

         Podemos pensar que Marta y María más que dos personas son dos actitudes, dos tendencias que todos tenemos y somos en la vida. En parte es lo que decía ya San Benito: ora et labora.

         Se trata de la actividad que el ser humano despliega en la vida, que al mismo tiempo necesita de la calma, de la serenidad y contemplación, del pensamiento que todos necesitamos en la vida.

  1. activismo

         Muchas veces vivimos en un activismo desaforado: volcados hacia afuera: trabajo, compras, viajes, etc. Perdemos el “estar en sí” conscientemente, que es necesario para ser persona (“estar en otro: enajenado” es algo muy distinto y peor). Incluso decimos que tal persona está bien porque “tiene ganas de hacer cosas”. A ciertas edades y en ciertas  circunstancias “no hay que hacer nada”, sencillamente estar en la vida”.

         La tendencia al activismo es una actitud muy presente incluso en la vida pastoral:

  • o A un cura fácil y ligeramente le pueden hacer párroco de 6 ú 8 parroquias, o más. ¡Eso no puede ser! Uno puede estar, “estar en sí”, en una parroquia, uno puede servir humildemente a una comunidad parroquial, no a 8, a no ser que todo se convierta en un transporte de productos sacramentales. (El problema de la escasez de ministerios en la Iglesia lo debieran resolver los Obispos desde otros criterios, otra cosa es que no se atrevan).
  • o Un presbítero, un anciano, que eso significa la palabra presbítero, ha de estar serenamente en la comunidad eclesial, su ministerio es el bueno criterio del anciano, sin activismos, sin suplencias forzadas. Un anciano en la familia está sencillamente, sin pretender llevar las riendas de todos los asuntos. (Claro que a lo mejor hoy en día ya no existen ancianos y vivimos en un juvenilismo estúpido).

  • o Hay personas que critican zafiamente a los monjes y monjas de clausura la ineficacia de su vida. “Mejor sería que se dedicasen a cuidar ancianos o a la enseñanza”. Pues mire usted, mi vocación, “la mía”, es la de María. Soy, quiero contemplar; quiero vivir la llamada de la ultimidad, la contemplación del horizonte absoluto es una vida y vivencia hermosa, realizadora y legítima.

  • o Incluso en determinadas congregaciones religiosas de vida activa, muchos superiores pretenden forzar en trabajos exhaustivos a religiosos y religiosas que quieren vivir su vocación en paz y sin maratones de trabajo

  1. pensamiento y contemplación.

         El pensamiento, la calma, la contemplación, la actitud de María nos son necesarias y no sola ni principalmente como cuestión religiosa, sino como modo de ser y estar en la vida, como actitud existencia.

En la contemplación, en el “estar en sí” hallamos horizonte y sentido para la vida. (No es que la contemplación sea una meditación blanda que confiera paz o un relajamiento como un “Valium”, sino que hallamos sentido y encuentro con la ultimidad).

Esto es lo importante, la mejor parte, lo que dará sentido a la actividad humana.

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