El estilo y el culto cristiano es otro y es otra cuestión Hoy en día algunos quieren reconstruir el Templo que Jesús derribó

Mercaderes en el templo
Mercaderes en el templo

A Dios no se le encuentra ni se le adora en la sacralidad de las piedras, del cemento o de las relaciones religiosas, sino que a Dios se le encuentra en la honradez y limpieza, en la laicidad de las relaciones humanas

iglesia

  1.  v 13 La Pascua, pero de los judíos. Algunos datos.

Según el evangelio de San Juan, Jesús adulto celebró tres Pascuas judías, (Jn 2,13; 6,4; 11,55). En la tercera Pascua Jesús fue inmolado.

Estas tres Pascuas significan que -según San Juan- la actividad pública de Jesús habría durado unos tres años.

En los evangelios sinópticos, la escena del Templo se sitúa pocos días antes de la pasión y muerte de Jesús. San Juan sin embargo, dispone esta escena al comienzo del evangelio (Jn 2) como diciendo que Jesús, desde el comienzo, está enfrentado al sistema religioso, por lo que, también desde el comienzo, Jesús “va a terminar mal”.

         La celebración de la Pascua era el recuerdo y la celebración del Éxodo y la libertad, la tierra de promisión.

         San Juan, con la ironía que le caracteriza, habla siempre de la Pascua de los judíos, que no es la Pascua del Señor. En el AT la Pascua era la Pascua del Señor, en el NT es la Pascua de JesuCristo. Pero San Juan habla de la Pascua de los judíos;es decir, viene a decir que ese tipo de religión: “Pascua de los judíos” es “cosa vuestra”, no de Dios, ni de Jesús. La “Pascua de los judíos” ya no era la celebración del Éxodo, de la libertad, de la tierra de promisión, sino que la Pascua era para los judíos la comercialización de lo religioso: de la Navidad, de Semana Santa, el día del padre o de la madre, San Valentín, etc., ¿Como para nosotros?

Algunos datos:

+       El templo de Jerusalén constituía el centro comercial-mercantil del pueblo israelita:

  • ü Por Pascua se acercaban a Jerusalén más de 100.000 personas.
  • ü Por Pascua se sacrificaban alrededor de 18.000 corderos-ovejas.
  • ü Era el lugar de los sacrificios y ofrendas.
  • ü (El templo de Jerusalén tenía 1500 mts. de perímetro).

+       El Templo funcionaba como banco donde los fieles depositaban (y los sacerdotes administraban) grandes sumas de dinero.

+       El templo simbolizaba y expresaba la presencia de Dios en el pueblo. En ese sentido aparecía como lugar privilegiado de oración y purificación, especialmente de perdón de los pecados. Pues bien, esa función del templo había sido devaluada o declarada inútil por Juan Bautista. El templo se había convertido en un “mercado persa”. El Templo se había convertido en el “Banco o la Kutxa”…

+       Jesús vio el templo como patología económico-religiosa, centrada en el poder de los sacerdotes, en el dinero del tributo y en los animales que se compran y venden para ser sacrificados.

+       Jesús condenó el culto del templo porque lo entendió como religión de bandidos-sacerdotes o de comerciantes de un emporio económico, que se valen de Dios y de su culto para oprimir a los pobres, no para servirles.

  1. v 14 Jesús va al templo y se encuentra con “una gran superficie”

Jesús se acerca al Templo, y lo que encuentra en él es una “gran superficie”, un supermercado muy rentable con sus ovejas, bueyes, palomas, pichones, etc. y con sus correspondientes sucursales bancarias, los cambistas de dinero.

El negocio del Templo estaba asegurado durante la Pascua y fuera de ella.

Esto hizo que “saltaran las alarmas” porque Jesús –seguramente- evocó en su interior lo que tantas veces había orado: misericordia quiero y no sacrificios, (Oseas 6,6).

  1. algunas consideraciones cristianas como terapia.

03.1  El Templo y la religión pueden llegar fácilmente a convertirse en un mercado. Toda realidad buena se pervierte cuando es usada como instrumento de poder o de comercio, que -más o menos- es lo mismo.

Son cuestiones delicadas, pero es triste que se trate de volver a cobrar los aranceles por los “servicios religiosos”, incluso algunas cuestiones como las indulgencias llevan una componente económica[1], ¿estipendios por las Misas?[2]

No es menos cierto que en estos tiempos de pandemia, al no poder asistir los fieles al templo por los aforos limitados y porque no asistir al culto, es sencillamente una medida higiénica, la recaudación en las colectas es mucho menor. Pero es preferible ser pobre a comercializar el templo.

03.2  El Templo y lo religioso pueden convertirse también en un mercado en sentido figurado, pero real. Las religiones, también la católica, tienen mucho peligro de convertirse en el lugar de “compraventa” de Dios, cuando en realidad el Dios de Jesús es amor y el amor es gratuito. Dios es de balde, gracia, gratitud. ¿Se vende lo gratuito? ¿Se vende la gracia?

         Tenemos el peligro de convertir las relaciones con Dios en un mercado. Yo “te pago” con misas, rosarios y tú, Dios, me pagas…

         En esta pandemia que estamos viviendo, por razones obvias sanitarias, a muchas personas que mueren, no se les puede celebrar un funeral. Pero no pensemos que se van a salvar cuando pase esta situación y se pueda celebrar un funeral. ¡No, por Dios! Para “cuando nosotros vamos, Dios ya vuelve, ha vuelto con el perdón” y el abrazo salvífico.[3]

Y esto pensémoslo también para todos los seres humanos. Cuántas personas han muerto en la historia de la humanidad, y mueren sin bautismo, sin funeral, sin bendición apostólica, sin “la presencia del Templo”, etc… en países de misión, en nuestros propios pueblos…

         La salvación no depende de los ritos del Templo, sino de la gracia del Dios JesuCristo, que es nuestro Padre y hace las cosas “gratis”.

03.3 A Dios se le adora en espíritu y en verdad, (Jn 4,23-24))

         En un momento de la conversación entre Jesús y la samaritana (Jn 4), ésta le pregunta a Jesús: ¿dónde hay que adorar a Dios: aquí en el templo de Garizím (Samaria) o en templo de Jerusalén? (¿En la catedral u otro templo?). Jesús le responde con gran potencia: A Dios no se le adora en ningún Templo, sino en espíritu y en verdad.

El culto que agrada a Dios no son los ritos y sacrificios, sino la honradez y honestidad en la vida: en espíritu y verdad: Misericordia quiero y no sacrificios, (Mt 9,13);

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.(Salmo 50,18-19).

         Hoy en día llama la atención el restauracionismo de lo sacral en los templos, en el estilo de muchos obispos y curas, en las liturgias: campanillas, bandejas, lavabos, inciensos, roquetes y ornamentos, etc. En no pocas diócesis se está volviendo al sistema de Templo que Jesús destruyó. Les preocupa más el ritualismo que el evangelio. “¿No estarán reconstruyendo el esplendor del Templo que Jesús derribó?

El Templo y el culto cristiano es ante todo el mismo ser humano: ¿No sabéis que sois Templos del Espíritu? (1Cor 3,16). Templo de Dios es el Universo, el ser humano, la vida, la bondad y compasión.

El culto cristiano es la limosna, el banco de alimentos, la comprensión, acogida y ayuda al débil, al refugiado.

Jesús comía con pecadores y publicanos, que eran también” Eucaristías”. La multiplicación de los panes tiene también el tono de una Eucaristía: Jesús tomó en sus manos los panes, y después de dar gracias a Dios los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los peces, dándoles todo lo que querían, (Jn 6,11).

El culto que Dios quiere está en la honradez en la vida, en vivir en verdad.

03.4 Cuando vayas a orar, métete en tu habitación, cierra la puerta y ora. (Mt 6,6)

         En este desierto que estamos atravesando, en esta pandemia, muchas personas, muchos creyentes no van, no pueden ir al Templo, no conviene que vayan al Templo.

         Haríamos bien seguir el consejo de Jesús, que no creo fuera ningún teólogo revolucionario ¿o sí?: Cuando vayas a orar, métete en tu habitación, cierra la puerta y ora. Y tu Padre del cielo estará contento y te lo agradecerá…

         La soledad “acompañada” de nuestra habitación puede ser también nuestro “pequeño templo”, quizás con la televisión, la radio, quizás -mejor- en silencio.

         En la primera lectura de hoy (Éxodo), hemos escuchado el Decálogo, los diez mandamientos que es la moral, la ética fundamental.

         La ética y la moral no la dictan únicamente los eclesiásticos, sino también pueden contribuir a actualizar la ética los científicos, los médicos, los que piensan en la vida. Y si los médicos nos dicen que, mejor quedarse un tanto confinados, pues hagamos caso y, si no somos buenos, que no lo somos, al menos seamos inteligentes. “Quédate en casa, cierra la puerta y ora”.

  1. Jesús hace un látigo, un azote. Jesús saca las ovejas.

Cuando llegue el Mesías, no habrá ningún comerciante en el Templo, había anunciado el profeta Zacarías (Zac14, 21). (A juzgar por lo que podemos ver, un poco optimista fue Zacarías…)

Se trata de un gesto profético para derogar aquel sistema mercantil-religioso de la religión, del Templo.

         Llama la atención que Jesús, que es el Buen Pastor, saca también las ovejas del Templo. Cuando venga el Mesías no habrá mercaderes ni “trapicheos” en el Templo.

         Sin embargo las monedas quedan dispersas en el Templo. Y es que uno ora como cree: lex orandi, lex credendi. Y el nuevo “dios” de aquellos sacerdotes del Templo era el dinero. El dinero domina el Templo.

El gesto de sacar las ovejas del templo recuerda lo que le ocurrió al ciego del Templo, que cuando ve, es cuando está fuera del Templo (Jn 9,25.34).

Jesús al enterarse que le habían echado del Templo, le lleva hacia la luz, hacia la fe.

  1. los templos son útiles, pero no absolutos

No es menos cierto también que la iglesia, el templo de nuestra parroquia evoca el lugar en el que fuimos bautizados, donde celebramos la Eucaristía… Los retablos son -al menos eran- catequesis en los que el pueblo expresaba y “veía” su fe. En el templo hemos compartido y crecido en la fe en grupos de formación de jóvenes o adultos.

         Al comienzo los cristianos se reunían en sus propias casas. Probablemente por necesidades sociológicas, fueron surgiendo en la historia templos de diversos estilos arquitectónicos: desde la basílica romana, al románico, el gótico, el renacimiento, el barroco, hasta Meier o Moneo. Cada estilo subraya alguna perspectiva antropológica y teológica.

         Pero creo que el estilo y el culto cristiano es otro y es otra cuestión:

         A Dios no se le encuentra ni se le adora en la sacralidad de las piedras, del cemento o de las relaciones religiosas, sino que a Dios se le encuentra en la honradez y limpieza, en la laicidad de las relaciones humanas:

Señor, ¿quién puede vivir en tu Templo?

¿Quién puede habitar en tu santo monte?

Solo el que vive sin tacha y hace lo bueno;

el que dice la verdad de todo corazón;

el que no habla mal de nadie;

el que no hace daño a su amigo, ni ofende a su vecino; (Salmo 15)

         A la casa del Padre vamos todos: pecadores, publicanos, “Zaqueos”, samaritanas, “Magdalenas”, hijos pródigos. (Y estamos muchos en la historia).

El Templo lo hace el espíritu y talante (espíritu y verdad) con el que nos reunimos los que acudimos él. Tienes una familia cuando acoges y eres bien acogido y querido, no cuando compras un piso (Templo).

El Templo del cristiano es el Universo, la creación. Damos gracias a Dios en la vida, la naturaleza, la creación, nuestra propia existencia. ¡Señor, Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra! (Salmo 8).

El Templo del cristiano es el silencio y la interioridad, porque a ciertas alturas de la vida ya está todo dicho y es más realizador escuchar que hablar.

[1] La cuestión de la comercialización de las indulgencia fue una de las causas de la ruptura entre el protestantismo naciente (Lutero) y Roma.

[2] Otra cuestión mucho más noble es la limosna.

[3] Ciertamente es triste no poder despedir a nuestros difuntos, que es algo muy noble. Pero esta es una cuestión sanitaria, no teológica.

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