"Descubramos en nuestra vida la razón por la que vale la pena vivir" ¿Quién conoce el designio de Dios? ¿La vida tiene sentido?

"El ser humano, la ciencia no tienen la respuesta al misterio de la vida, de la existencia humana"
"La verdad la hemos reducido a la ciencia, es verdad lo que dice la ciencia, y la ciencia se ha convertido en tecnología y la tecnología se vende en el supermercado de la esquina"
"¿Quién será capaz de mostrar el sentido de la vida? En el País Vasco hay un suicidio cada dos días. Los trastornos mentales de ansiedad y depresión van aumentando notablemente"
"¿Quién será capaz de mostrar el sentido de la vida? En el País Vasco hay un suicidio cada dos días. Los trastornos mentales de ansiedad y depresión van aumentando notablemente"

- La vida es un misterio.
La primera lectura de hoy -tomada del libro de la Sabiduría- nos lanza un misil a la línea de flotación de la existencia humana:
¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? ¿Quién puede descifrar el misterio de la existencia humana? ¿Quién puede conocer el sentido de la vida, si es que tiene algún sentido? ¿Quién puede conocer lo que nos aguarda en la vida?
Con otro lenguaje y otras preocupaciones estas preguntas se plantean hoy en la consulta del psiquiatra: ¿Qué sentido la vida? ¿Por qué no tengo ganas de seguir viviendo?
Son las grandes cuestiones del ser humano: ¿Quién puede conocer de dónde viene y a dónde va todo esto que nos traemos entre manos?
El ser humano por sí mismo no tiene respuesta a esta gran cuestión de la vida. Es cierto que la psiquiatría, la medicina, la psicología se esfuerzan con buena voluntad por responder a estas cuestiones pero sin lograrlo.
El ser humano no tiene la respuesta a las últimas cuestiones de la existencia.
- ¿conocer?
Nosotros, ciudadanos de Occidente, somos hijos de la Ilustración del siglo XVIII, que propuso la razón como la única forma de conocer y de vivir. Por eso nosotros, occidentales europeos tenemos un “Windows” instalado que nos dice que todo se resuelve con la ciencia; de ahí que confiemos y recurramos apasionadamente a los científicos, a la Universidad, a la tecnología…
Creemos que podemos (o podremos en el futuro) conocerlo y solucionarlo todo con la inteligencia, quizás ahora con la inteligencia artificial. Sin embargo la ciencia y los logros científicos no desvelan (no revelan) el horizonte de nuestra vida, ni la ética o valores.
El ser humano, la ciencia no tienen la respuesta al misterio de la vida, de la existencia humana.
Somos un misterio para nosotros mismos.
- Recurramos a la Sabiduría.
No es lo mismo conocer que saber.
Estamos comenzando el curso escolar. Los niños y jóvenes acudirán a las aulas y recibirán un montón de información y conocimientos, pero probablemente no recibirán mucha sabiduría.
Y unos planes de educación, una universidad que se limite a transmitir meros conocimientos es como un almacén de datos, pero sin sabiduría. La Universidad debiera responder a la “universalidad” de los problemas de la sociedad y momento en que viven.
Los conocimientos son necesarios, pero no son suficientes.
Sabiduría viene de sabor, saber, saborear, sabroso, saber vivir. Y eso no lo da la ciencia. No es lo mismo conocer que la sabiduría del saber vivir.
Nos hemos reducido a cultivar la razón, la ciencia, pero no la sabiduría, la confianza, la fe. Y lo que es peor nos reímos y descartamos de la vida y de la educación el pensamiento, la sabiduría.
Con alguna “retranca” decía el científico del Centro de Investigaciones científicas de Madrid que hace unos años pronunció la de la lección inaugural del curso de la Facultad de Teología de Vitoria, que entre los científicos algunos piensan…
Uno puede tener muchos datos y conocimientos y no tener sabiduría, no sabe vivir.
El hombre rural, incluso el hombre primitivo estaba mejor dotado para esta cuestión del misterio y sentido de la vida, que el científico de bata blanca del parque tecnológico de Aiete.
Por otra parte, la verdad la hemos reducido a la ciencia, es verdad lo que dice la ciencia, y la ciencia se ha convertido en tecnología y la tecnología se vende en el supermercado de la esquina.
- ¿Quién rastreará lo que está en el cielo?
¿Quién será capaz de mostrar el sentido de la vida?
En el País Vasco hay un suicidio cada dos días. Los trastornos mentales de ansiedad y depresión van aumentando notablemente.
¿Quién podrá responder a esta cuestión?
La medicina y la psiquiatría hacen lo que pueden y bien hecho está. Pero no es lo mismo estar sedado, dormido, que estar en paz.
¿Quién conocerá el designio de Dios? ¿Quién sabe cómo camina y termina la vida? No el que conoce, sino el que confía y tiene sabiduría.
Los grandes convencimientos existenciales no nos vienen por vía científica, sino por el corazón, la cercanía, la confianza (fe), la serenidad.
En unos de los cursos de verano de la EHU decía el neurólogo José F Martí Massó, que la salida al problema de la depresión, ansiedad, intentos de suicidio, etc. se basa en tres puntales: la farmacopea, la logoterapia y alguna apertura (confianza) al misterio (alguna fe)…
Vivir es un acto de confianza.
Lo inicial es la experiencia de fe: la acogida libre del evangelio en nuestras vidas, lo cual es un descubrimiento de algo bueno.
Como cristianos nuestra vida descansa en el Señor. Cuando uno reposa su vida en Cristo halla una paz inmensa en la profundidad de su alma.
Esta honda serenidad no proviene de la farmacia, del sedante, ni tan siquiera del último chascarrillo eclesiástico del obispado. La confianza y serenidad tampoco brotan de lo que se rumorea en los “aledaños del templo”, ni en el cumplimiento de los ritos o leyes, sino que es fruto del encuentro con quien es el fundamento de nuestra existencia, con JesuCristo.
En este momento cultural en el que todo es light, mediocre, blando, líquido, fácil, narcotizado, relativo y casi todo da igual, nos hace bien saber -sabiduría- que el designio, el sentido de la vida es Dios.
Descubramos en nuestra vida la razón por la que vale la pena vivir.
Esta semana celebrábamos el día de San Agustín. Termino con aquello que decía este santo: Nuestro corazón está inquieto, Señor, y solamente descansará cuando te encuentre.
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