Con prólogo del Papa Francisco, profundamente interesado por el tema 'Esperanza: Libertad Liberada', libro en preparación en español y ya publicado en inglés

El ethos cultural de toda época contribuye a formar la individualidad personal de la sociedad. En la actualidad, uno de los grandes retos para la pedagogía, la psicología y la teología es la identidad. Términos como autoestima, sensibilidad, relación, pareja, familia, toma de decisiones, justicia, responsabilidad, amor, felicidad se ven directamente afectados por cómo la identidad esté formada, o esté formándose.

Además, conviene recordar que un individuo sin esperanza es más vulnerable y está amenazado de indiferencia, falta de sentido (futilidad y apatía), ansiedad y desesperación. ¿Hay síntomas de esto en Occidente? ¿Es un fenómeno individual o se ha transmitido histórica y culturalmente?

Este libro analiza, desde una perspectiva interdisciplinar (psicología, filosofía, neurociencia, teología), cómo la esperanza contribuye a la formación de una identidad sana y responsable. Pero, ¿qué esperanza? ¿Es ésta solo por momentos de desesperación? ¿Puede liberar la imaginación, ampliar los deseos y rehabilitar el entusiasmo por la vida? ¿Existe una fenomenología de la esperanza?

El autor ofrece respuestas en diálogo con distintas corrientes, entre ellas con el alemán Johann B. Metz y el norteamericano William F. Lynch, persuadido de que la docta esperanza da continuidad al tiempo, a nuestras acciones y expectativas, y ofrece una experiencia (de Dios y del mundo) que no encierra a la persona en la ansiedad por la seguridad. Más bien, la esperanza, al atraer algo que llamamos libertad, conduce a la persona por la certeza de un “más allá”, un mañana alcanzable, proceso vivido de manera más amable y libre que el sujeto inmaduro o desesperanzado.

La obra está bien fundamentada y estructurada con una introducción y cuatro capítulos. El Papa Francisco quiso escribir el prólogo demostrando su interés y actualidad por el tema.

En la introducción, el autor hace un análisis de la realidad y se pregunta si se puede hablar de falta de esperanza, si hay síntomas de ello y si se ha visto afectada o configurada por ello la antropología en Occidente. Reflexiona con datos sociológicos sobre síntomas y comportamientos sociales, tales como, índice de depresiones, ratio de suicidios, ludopatías y adicciones, relación con alcohol y drogodependencia, nivel de divorcios, precariedad laboral o relacional, formas de consumo.

Y si el libro aborda el concepto de identidad y su crisis, el primer capítulo define qué se entiende por identidad madura ideal y cuál es la situación actual de la identidad en Occidente. En estudio con las distintas corrientes psicológicas (psicoanálisis, psicoanálisis social de Erik Erikson, psicología cognitiva de J. Piaget y L. Kohlberg), y haciendo un recorrido por la historia de la filosofía de la mano de la británica Mary Warnock establece los elementos comunes y definitivos.

En un segundo momento, se pasa del plano teórico (ideal) al práctico, y analiza cómo está la identidad en Occidente, sus puntos de debilidad y por tanto lugares para incidir en su rehabilitación hacia la fortaleza. En diálogo con Zigmut Bauman, Gille Lipovetsky, Charles Taylor, Michael P. Gallagher y Nicholas Boyle, se resuelve que no se trata simplemente de una crisis a nivel sociológico sino a nivel antropológico y cultural; en concreto, en el plano de la disposición, la sensibilidad y la imaginación. Se puede encontrar una comparación, con ayuda de gráficas, de la identidad ideal y la actual.

En siguiente capítulo, organiza y presenta la antropología teológica de Johann B. Metz y William F. Lynch para explorar el papel que juega la esperanza en su pensamiento teológico. La teología de Metz quiere integrar toda la realidad recordando que la persona no sólo es digna por su capacidad de éxito o supervivencia sino por su responsabilidad ante el sufrimiento injusto. Metz, enraizado en la tradición bíblica, sugiere una espiritualidad basada en una esperanza apocalíptica: mirar a las víctimas de la historia para resistir, transformar y construir estructuras más acordes al Reino de Dios.

En comparación, Lynch, que también enfoca su antropología desde la vulnerabilidad humana, lo hace centrándose en la capacidad de confiar en el mundo y los otros para recibir, también a través de la mutualidad, el don de Dios. Desde ahí, desarrollará y propondrá una fenomenología de la esperanza que se hace si cabe más relevante sabiendo que él superó la depresión.

El capítulo conclusivo, pone en conversación a Metz y a Lynch; a veces, incluso relee a uno con las lentes teológicas del otro, lo cual lo hace rico y creativo. Además, conviene resaltar que se contrastan los resultados con aquellos otros obtenidos en el capítulo primero sobre el estado de Occidente. A partir de ahí, el autor extrae las conclusiones y ofrece una fenomenología de la esperanza, así como sugerencias para rehabilitar a una persona caída.

“La esperanza resuelve en positivo las tensiones: vulnerabilidad-capacidad, dependencia-independencia, éxito-fracaso, seguridad-misterio, felicidad-infelicidad, descanso-industria, ignorancia-sabiduría, vida-muerte. Lo hace por su íntima relación, casi hasta el punto de la identidad, con el talento humano de la ironía y dialéctica que Lynch propone para transitar a través –llegado el caso—de la dificultad”

“La esperanza integra el tiempo histórico y el existencial. Hace útil el tiempo y la espera —también desde el punto de vista del sabor, sabe apreciar—para vivir la paciencia como el tiempo de Dios. La esperanza, por tanto, no sólo espera, sino que construye”.

“La esperanza tiene pretensión de verdad y, por ello, potencial sanador. Abraza todo lo real, no sólo la parte de progreso y éxito sino también lo que tiene la historia y nuestras historias de error, fracaso, regresión y pecado. La esperanza se alimenta de la verdad y nos conduce hacia ella. No oculta una parte de la historia ni siquiera de los sentimientos –perenne inclinación humana por la supervivencia—, sino que los asume y aspira a transformarlos en el tiempo.”

¿Quién es capaz de elevar lo que estaba muerto a la vida por medio de la resurrección? Dios, la misericordia y la gracia de Dios. He ahí donde vive la esperanza, participando de la vida de Dios (virtud teologal), participando de la Historia de la Salvación (compromiso con el mundo): memoria passionis et resurrecitione Jesucristi.

Finalmente, en el epílogo el autor ofrece y narra 16 imágenes de esperanza. Con ello quiere mostrar la intimidad entre la esperanza y la identidad y así implementar algo de lo que se ha desarrollado a lo largo del libro: formular, narrar y dar acceso a algo de ella misma, la esperanza.

La versión en inglés ya publicada el 5 de mayo con Peter Lang Editorial: 'Freedom Freed by Hope. A Conversation with Johann B. Metz and William F. Lynch on the ‘Identity Crisis’ in the West'

La versión en español, que ya ha sido aceptada por PPC Editorial, tendrá por título: 'Esperanza: Libertad Liberada. Una Conversación con Johann B. Metz y William F. Lynch sobre la “crisis de identidad” en Occidente'

 Breve currículum académico

Alberto Domínguez Munáiz es sacerdote jesuita. Licenciado en Ingeniería Superior Industrial por la Universidad de Vigo (España, 2007), estudió Filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca, UPSA (2009-11), Máster en Pedagogía por la Universidad de Salamanca, USAL (2011), Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Comillas (Madrid, 2016), diplomado en Psicología Pastoral por UNINPSI (Unidad de Intervención Psicosocial, Madrid, 2014), Máster STL en Teología Sistemática por la Universidad Boston College (USA, 2018), diplomado en Practicum de Dirección Espiritual (Berkeley, California, 2018).