Hablamos con el autor de su último libro, 'Supervivientes, . Tiempos de reconstrucción' Ximo García Roca: "El efecto colateral más perverso de la pandemia sobre la Iglesia ha sido abandonar el principio de ejemplaridad"

Ximo García Roca
Ximo García Roca

El sociólogo y teólogo acaba de publicar 'Supervivientes. Tiempo de reconstrucción', en Atrio Llibres. Hablamos con él de las heridas que la pandemia ha dejado su paso. La huellas de un desatre que, en su opinión, "ha cambiado la forma de ser humano"

"Cuando empezó la epidemia, nos sentimos espectadores de una catástrofe y, de golpe, nos sentimos heridos por muertes que ni siquiera podían ser lloradas"

"La religión, por su parte, ha desempeñado en esta tragedia un papel secundario e insignificante, distraída en salvar sus propias condiciones de existencia, como la defensa de la libertad religiosa y de culto"

"Aunque también ha habido héroes anónimos que no han coincidido con los que llevaban custodias por las calles, ni exorcismos, ni proclamas apocalípticas"

"Mientras las experiencias de verdad eran sometidas y golpeadas por la posverdad y por la explosión de relatos, amanecía la constelación de la bondad con sus sobrinos de solidaridad, cuidado, ayuda y cooperación"

"Ahora, la elección está entre construirnos sobre los traumas, fracasos y heridas de la pandemia, o sobre las experiencias de verdad, de belleza, de bondad, de cooperación, que también las ha habido"

"Francisco es el único líder mundial, venido del Sur, que percibió desde el primer momento el tamaño de la catástrofe, que ha situado a la humanidad, y a la Iglesia en situación terminal"

"Mientras los dioses no camben, nada cambiará"

El sociólogo y teólogo Ximo García Roca, (Barxeta, 25 de febrero de 1943), acaba de publicar 'Supervivientes. Tiempo de reconstrucción', en Atrio Llibres. Hablamos con él de las heridas que la pandemia ha dejado su paso. La huellas de un desatre que, en su opinión, "ha cambiado la forma de ser humano". La tragedia, como a muchos de nostros, también le ha alcanzado, no personalmente, pero sí a sus seres queridos y, quizá, es el motivo que le ha impelido a escribir este libro que reflexiona sobre las respuestas personales, sociales, económicas, políticas y de la Iglesia que han traído aparejadas esta situación.

Considera que la Iglesia como institución ha sido un tanto decepcionate, y la religión ha desempeñado "un papel secundario e insignificante, distraída en salvar sus propias condiciones de existencia, como la defensa de la libertad religiosa y de culto". Aunque, señala, "también ha habido héroes anónimos que no han coincidido con los que llevaban custodias por las calles, ni exorcismos, ni proclamas apocalíptica".

"Ahora, la elección está entre construirnos sobre los traumas, fracasos y heridas de la pandemia, o sobre las experiencias de verdad, de belleza, de bondad, de cooperación, que también las ha habido", expresa, destacando que en medio de la confusión, "Francisco es el único líder mundial "que percibió desde el primer momento el tamaño de la catástrofe, que ha situado a la humanidad, y a la Iglesia en situación terminal".

"Mientras los dioses no camben, nada cambiará" es la reflexión profunda que nos arroja, y que hunde sus raíces en una conciencia ancestral.

Ximo García Roca
Ximo García Roca

-¿Cómo se sintió durante esta pandemia que no le afectó directamente, pero que se llevó al menos a dos de sus personas queridas? ¿Su libro 'Supervivientes. Tiempo de reconstrucción' es un intento de explicar las heridas personales y sociales de la Covid?

Cuando empezó la epidemia, nos sentimos espectadores de una catástrofe, como si de una bestia desbocada, a cuyos hombros iban jinetes que habían perdido las riendas; cuando llegó la pandemia, de espectadores pasamos a ser actores implicados e involucrados como si se tratara de un naufragio colectivo con riesgos amenazantes; y de golpe, nos sentimos heridos por muertes, que ni siquiera podían ser lloradas, y por una vida colectiva vulnerada física, psíquica, social que se sentía como un capítulo de la fragilidad de todo lo humano, y resultado de una historia social vulnerada a causa de los recortes sociales, las desigualdades locales y mundiales, y la injusticia realmente existentes como se expresa en las historias de vida de espectadoras, actoras y heridas.

A mí me ha sucedido como al narrador de Albert Camus, de quien dice que no tendría título para una empresa de este tipo si la fuerza de las cosas no le hubiera mezclado con lo que se pretende relatar; en mi caso a través de la muerte de mi hermanos y amigos.

Ximo García Roca
Ximo García Roca

-Asegura usted que la pandemia "ha afectado incluso al modo de entender la vida"

La pandemia ha cambiado la forma de ser humano; al saberse permanentemente amenazado, se diferencia lo principal y lo secundario, lo que es valioso y lo que es simple simulacro; y al socavar los cimientos mismos de la vida personal y social, caen los mitos del crecimientos que entendía la vida como un ir a más y a mejor, queda cuestionada la ideología de la seguridad que suponía que había zonas seguras y otras inseguras; y decaen los estilos de vida, basados en el sálvese quien pueda. Llega a estimarse la vida desnuda sin adornos ni complementos, y mientras deseas, ante todo, estar vivo, se alumbran expectativas y relatos alternativos sobre la vida y la muerte, sobre el mundo común, sobre el alcance de la razón, sobre la necesidad de la política y el significado de la religión.

-Parece que la ciencia ha cumplido su cometido. ¿La política y la religión, también?

La ciencia, en un primer momento, asistió al drama como invitada, desarmada por los recortes presupuestarios, debilitada por políticas liberales e incapaz de afrontar un reto desconocido que se extendía a gran velocidad. Fallaron las alertas de detección del virus, y la vigilancia que debían ser percibidas por la investigación y los laboratorios. Muy pronto, los expertos asumieron su papel principal, orientaron el tratamiento y lideraron el proceso.

Asimismo la política se vio impotente al tener que gestionar un problema global con medios locales, lo que llevó a los gobiernos a sobreactuar con bandazos y medidas contradictorias, y a las oposiciones a alimentar la confrontación con técnicas de acoso y derribo, y convertir la COVID-19 en lucha partidista.

Pandemia

La religión, por su parte, ha desempeñado en esta tragedia un papel secundario e insignificante, distraída en salvar sus propias condiciones de existencia, como la defensa de la libertad religiosa y de culto. ¿Qué diríamos de los habitantes de un cabaña encendida, se preguntaba Bertol Brecht, cuando ante el incendio se preocupan con la composición del agua?

-Le planteo la pregunta que usted mismo se hace en la presentación de su obra: "¿Quién estará en condiciones de acompañar la salida de la pandemia y ofrecer una buena noticia para los que murieron y para los supervivientes?"

Sólo un sujeto colectivo y plural será digno de confianza. Serán necesarios los actores políticos, ya que más allá de la política sólo está el mercado y los intereses; serán necesarios los actores económicos, que sean capaces de poner el beneficio al servicio de la reconstrucción; serán necesarios los actores sociales, sindicales y culturales que movilicen a las poblaciones hacia metas deseables. Pero la pandemia reclama, también, a los actores religiosos, que impregnen y cimenten el sujeto colectivo a través de la proximidad, de la cercanía, de la empatía con los sufrientes y de un alto grado de ejemplaridad. Y sobre todo anuncien la máxima pretensión del cristianismo: si no hay justicia par los muertos, nunca la habrá con los vivos.

Cementerio Covid

-¿Como cura y creyente, se siente satisfecho del papel jugado por la Iglesia española como institución? ¿Por qué no ha figurado entre los héroes sociales?

Hubo una parte de la Iglesia, que ha estado centrada y preocupada en la defensa de sus muros insistiendo en la libertad religiosa y de culto por encima del derecho a la salud. Otra parte de la Iglesia se ha sentido igualmente golpeada por la pandemia; se han sentido vulnerados en sus vidas, en sus templos, en sus rituales; en la pandemia se han superado los muros y diluido los espacios sagrados y los profanos. Y hay otra parte de la Iglesia, que saliendo de sí misma, se ocupa y se preocupa de reducir el sufrimiento, de fortalecer la esperanza, de apoyar los brazos de los sanitarios, de promover el voluntario y ceder las catedrales para la vacunación. Los caminos de la fe son discretos y no se acompañan de titulares. Pero también en ella ha habido héroes anónimos, que no han coincidido con los que llevaban custodias por las calles, ni exorcismos, ni proclamas apocalípticas.

-Denuncia usted que la máxima aspiración de algunos jerarcas era ser "como los restaurantes o las discotecas"

El efecto colateral más perverso de la pandemia sobre la Iglesia ha sido abandonar el principio de ejemplaridad “miren como se aman” “miren como construyen comunidad” “miren como defienden la vida”. Mientras las leyes han de ser igualitarias y niveladoras en los mínimos exigibles, y de este modo han de ser iguales las disposiciones para los espacios cerrados sean templos o discotecas, las iglesias pueden y deben aspirar a máximos para defender la vida y la salud.

Las iglesias no sólo deben someterse al principio de igualdad, sino al principio de ejemplaridad. Si los expertos aconsejan no sobrepasar una determinada ocupación del tiemplo par evitar contagios, los cristianos estamos dispuestos a ser más exigentes porque Dios ama la vida más que la ley o el templo.

-¿En esta pandemia, la Iglesia ha perdido quizás el único rito de paso que le quedaba: los funerales?

Lo sucedido con los funerales es un ejemplo del impacto de la pandemia en ritos e instituciones religiosas. Por una parte, en la pandemia se ha evidenciado, que fuera del templo y de los rituales litúrgicos hay sacralidad; y por otra parte ha mostrado que las formas de hacerlo han sido totalmente insuficientes e inadecuadas ya que se enterraban cuerpos anónimos, sin biografías, sin nombres propios y sin acompañamiento y duelo.

La pandemia obligará a recrear el sentido de las exequias cristianas y de poco servirá la instrucción de la Conferencia Episcopal “Un Dios de vida” (2020) que aconseja “no se se hable del difunto, ni se convierta en homenaje al difunto, se evite un juicio global sobre su persona.”

O las exequias cristianas rompen el anonimato, recuperan la celebración comunitaria de un sujeto personal, con su historia dañada, sus huellas concretas y sus compromisos irreductibles, o triunfará el anonimato pandémico bien en forma de funerales colectivos de estado, como se vio en el excelente homenaje que el Estado celebró en la Plaza de Oriente, o bien como un acto privado y negocio mercantil por parte de las funerarias.

-¿Orgulloso del papel del Papa Francisco en la pandemia tanto por sus gestos como por su reivindicación de la amistad cívica y la fraternidad universal?

Francisco es el único líder mundial, venido del Sur, que percibió desde el primer momento el tamaño de la catástrofe, que ha situado a la humanidad, y a la Iglesia en situación terminal necesitadas de un cambio radical: “si alguien cree, afirma, que sólo se trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad”.

En segundo lugar reconoce, sin reservas, que ningún sujeto, institución, o confesión por si mismo están en condiciones de reconstruir sino que sólo se logra a través del encuentro y la colaboración entre iguales; no existe el monopolio de la verdad y de la bondad, lo que resitúa a las Iglesias de vigías y acompañantes.

Y en tercer lugar ha presentado una propuesta de salida, con metas concretas, horizontes abiertos y acciones basadas en una sabiduría común y pre-política, en torno a la amistad social y a la fraternidad universal. Es una sabiduría común a los humanismos y a las espiritualidades, más allá de las respectivas confesiones y ortodoxias, formulada con las herramientas elaborados por los pueblos del Sur, por los movimientos populares, y con las categorías de la filosofía y pedagogía de la liberación, y la teología del pueblo. Una propuesta que le ha valido el acoso de los conservadores de dentro y de fuera de la Iglesia. Es la razón por lo que he querido mostrar en mi libro que la propuesta de Francisco goza de crédito para la reconstrucción.

-Sostiene que "tradicionalmente la peste sentaba a Dios en el banquillo de los acusados", en cambio, con la Covid, "Dios se ha convertido en el principal acusador del actual orden", al que el Papa llama el capitalismo "que mata". ¿Por qué?

Las catástrofes históricas han sido las grandes fábricas de ateísmo. ¿Por qué lo ha consentido un Dios omnipotente? ¿Dónde estaba Dios ante el poder destructivo del virus?” La oscuridad de la Plaza de San Pedro en la noche del viernes, postrado ante una desnuda cruz, indicaba que no poseíamos un saber especial, y que el conocimiento del creyente es de otro orden. Dios estaba en las manos de los sanitarios, en la solidaridad de los sufrientes, en el desempeño de los científicos por superar la muerte. Dios pulverizada a los dioses que habían conquistado la máxima consideración en la modernidad- el sociedad del bienestar, la razón instrumental, la ideología del capital, la política egoísta que olvida a los descartados. Mientras los dioses no camben, nada cambiará.

- ¿Por qué la "constelación de la bondad" debe primar sobre "la de la verdad" en la Iglesia y en el mundo?

Cada tiempo ha abierto sus propios caminos para explorar lo que considera valioso y lo que es digno de ser llorado. El Movimiento de Jesús ha encontrado en cada momento histórico el arraigo en los valores, sensibilidades e instituciones de cada tiempo ya que Jesús pudo crear una escuela filosófica y no lo hizo, pudo crear una religión y no lo hizo, pudo crear sistemas jurídicos y político y no lo hizo. Cada tiempo los tendría que en encontrar para vehicular la Buena Noticia.

Voluntariado
Voluntariado

La humanidad y la Iglesia, en este momento axial, han de encontrar, las canteras, que esperan al borde del camino ser utilizadas en la reconstrucción. Signos del tiempo, llamó el Vaticano II. Son experiencias reveladoras y reservas del espíritu en las que puede arraigarse el cristianismo en nuestra época. La pandemia ha sido la primera experiencia global y universal que puede servir de soporte para la recreación de la Iglesia aquí y ahora. En la pandemia mientras las experiencias de verdad eran sometidas y golpeadas por la posverdad y por la explosión de relatos, amanecía la constelación de la bondad con sus sobrinos de solidaridad, cuidado, ayuda y cooperación.

-¿Saldremos mejores, peores o iguales?

Lo único cierto es que no saldremos iguales a como entramos en la pandemia. Y si salemos igual, entraremos de inmediato en la próxima pandemia. La elección está entre construirnos sobre los traumas, fracasos y heridas de la pandemia, o sobre las experiencias de verdad, de belleza, de bondad, de cooperación, que también las ha habido.

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