Debate virtual con la participación de representantes del mundo universitario, político y eclesial Cardenal Barreto: “la educación es el fundamento de la ecología integral y nos presenta el futuro, que debe ser sustentable e inclusivo”

Participantes en el Foro del Agua
Participantes en el Foro del Agua

“La información técnica y científica no es suficiente para educar a personas responsables en sus familias y en todos los niveles de la sociedad”

La pandemia ha dejado la enseñanza de que las emergencias necesitan saberes, compromisos colectivos, tiempos para enfrentarlas y nortes hacia los que avanzar

Las comunidades tienen que ser los legítimos reguladores de la gestión del agua

Las universidades católicas, aplicando los principios de Laudato Si y Querida Amazonía son desafiadas a educar a sus estudiantes para defender los derechos del agua, pues defender el agua es una cuestión moral

Necesidad de una educación para el cambio existencial, pues hemos perdido el sentido de los valores universales, como el agua o la vida digna, que se contrapoen con la idea de sujeto e individuo

“Quizás el desafío de los educadores es sembrar bondad y belleza en un mundo que lo necesita”

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El pasado 18 de junio se iniciaban una serie de debates que tienen como base común la reflexión en torno al tema “Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza”, organizados por el Instituto para el Diálogo Global y La Cultura del Encuentro y la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, con el apoyo de instituciones aliadas. Este jueves, 2 de julio, la reflexión se ha centrado en el tema de la Educación y Ecología Integral en la construcción de un futuro sustentable e inclusivo, con la participación de representantes del mundo universitario, político y eclesial.

Luis Liberman, Fundador y Director del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro, ve fundamental un sistema educativo que genere la conciencia del uso del agua, insistiendo en que “educar es lo primero y educar es lo que hace al futuro”. Él destaca la importancia de Laudato Si, que ve como “un documento crítico del orden de las cosas, sobretodo apuntando fuertemente a un modelo extractivista y depredador que pone en juego la vida del planeta”, pero también ve la encíclica como un documento inspiracional, que “nos propone un conjunto de opciones, de propuestas y de desafíos para entender la relación del hombre y del planeta”, que Liberman ve como relación concurrente.

En sus palabras se ha referido al nacimiento el último día 29 de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, que “pone en concreto los mandatos del Sínodo y tratar de manera particular la problemática de los pueblos originarios”, y que define como “un verdadero laboratorio para el mundo”. Liberman destaca las luchas ancestrales de los pueblos que nos guían en el desafío educativo para gestar los cambios que necesitamos.

Luis Liberman

Por eso, es necesario destacar la importancia de la educación en el proceso de construcción de un futuro sustentable, inclusivo y respetuoso de los derechos humanos, algo en lo que insistía Gabriela Sacco. Las personas deben reconocer que sus valores políticos, económicos, culturales, sociales y religiosos y las decisiones que toman afectan e impactan la forma en que las personas viven, se relacionan y como se utilizan los recursos en el planeta, lo que hace necesario la transición hacia sistemas verdaderamente inclusivos y que protejan nuestra casa común.

El cardenal Pedro Barreto, vicepresidente de la REPAM, afirmaba que “la educación es el fundamento de la ecología integral y nos presenta el futuro, que debe ser sustentable e inclusivo”. Por eso es necesario tomar en cuenta que somos llamados a una reflexión y acción conjunta desde la perspectiva de la Laudato Si, según el purpurado, que defiende que el derecho al agua también implica el derecho a la esperanza, pues el agua es un don de Dios, es esencial para la vida y un factor común de las tres columnas del desarrollo sustentable e inclusive: lo económico, lo social y lo ambiental.

En ese sentido, defiende que el agua tiene un triple bien: social, sin agua no somos personas, económico, es necesaria para la producción de otros bienes, y ambiental, conectado a la sostenibilidad de nuestra casa común. Esto es algo que está amenazado por el cambio climático, lo que demanda pasar de la reflexión a la acción. Barreto destaca que el cuidado del agua es responsabilidad de todos, es un don fundamental da la Creación de Dios, destinado a satisfacer las necesidades de nuestra vida. El arzobispo de Huancayo insistía en que tenemos mucho que hacer para que la cantidad y calidad del agua llegue a todas las personas, que demanda una necesidad urgente de una actitud solidaria con quien no tiene agua, especialmente en este tiempo de pandemia.

La responsabilidad moral con respecto a la crisis ecológica está presente en la Iglesia desde hace 30 años, cuando Juan Pablo II hablaba de una urgente necesidad moral, ética, de una nueva solidaridad, que exige también una nueva educación para la ecología integral, algo que recoge el Papa Francisco en Laudato Si. Barreto señala que la encíclica del Papa Francisco nos llama a cuidar de la Amazonía, lo que se concretó con la realización del Sínodo para la Amazonía, algo que ha dado un paso a más con la Conferencia Eclesial de la Amazonía, que tiene ”la participación activa y protagónica de nuestros hermanos y hermanas indígenas amazónicos”.

Barreto en la Sala Stampa

El vicepresidente de la REPAM define la Amazonía como “la experiencia del agua, es agua a raudales”, afirmando que la naturaleza nos está llamando a unir y confluir, a ejemplo de los más de 1.800 afluentes del río Amazonas, para unir esfuerzos en el campo de la educación, que es fundamento de la ecología integral. Barreto ve como una vocación el crear una ciudadanía ecológica, algo afirmado en Laudato Si, pues si hay algo que es urgente es “educar para este humanismo integral, en el respeto a la vida, como don de Dios, en el respeto a la naturaleza, nuestro entorno natural, pero también en el respeto de las demás personas”. Desde ahí ve la educación como una emergencia, y debe ser integral, porque “la información técnica y científica no es suficiente para educar a personas responsables en sus familias y en todos los niveles de la sociedad”.

Refiriéndose a los sueños del Papa Francisco en Querida Amazonía, Pedro Barreto, habla del sueño social, buscando que el agua nos hermane en el compromiso de formar una sociedad más justa, donde los derechos sean respetados y donde se exija también el cumplimiento de los deberes. El sueño cultural, el respeto a las culturas, tenemos que aprender unos de los otros. El sueño ecológico, cuidar nuestra tierra y poner como base fundamental de la economía, de la educación, de la política, y también de la Iglesia, esa lucha frontal contra el cambio climático, causado por la irresponsabilidad humana y la extracción irracional de los recursos naturales. El sueño eclesial, una Iglesia cercana, inculturada.

En la reflexión en torno a esta temática tiene un papel fundamental el mundo universitario, que se ha hecho presente a través de las universidades de Rosario (Argentina), la Javeriana de Bogotá (Colombia), de Bolonia (Italia) y de Notre Dame (Estados Unidos). Ante un futuro social que prevé la caída de la economía y que amenaza con que en algunas regiones de América Latina, un 40 % de la población puede verse afectada por la pobreza, Pedro Romero, de la Universidad Nacional de Rosario, destaca que la pandemia ha dejado la enseñanza de que las emergencias necesitan saberes, compromisos colectivos, tiempos para enfrentarlas y nortes hacia los que avanzar.

En esa tesitura, Romero defiende la necesidad 5 puntos a trabajar por 10 años, que deben conducir a un nuevo dispositivo, articular los actores en el territorio, asumir definitivamente una diversificación de los destinatarios, y de infraestructuras educativas. Estos elementos demandan la necesidad de construir una nueva ecología cognitiva para niños y jóvenes. Podemos decir que al hablar del derecho al agua, estamos ante un problema ecológico, pero fundamentalmente ético, según Juan Fernando Álvarez Rodríguez, de la Universidad Javeriana de Bogotá, algo que cobra especial relevancia en este año, en que se celebra el quinto aniversario de tres elementos fundamentales en este campo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el acuerdo de Paris, y la encíclica Laudato Si. El profesor colombiano defiende que las comunidades tienen que ser los legítimos reguladores de la gestión del agua, la necesidad de incorporar en lo local formas de valorización del patrimonio, relatando en su intervención diferentes ejemplos de concientización y compromiso de las comunidades, pues las instancias locales pueden hacer la diferencia.

Querida Amazonía

La Universidad de Bolonia ha emprendido en los últimos años acciones concretas conectadas con los 17 objetivos del desarrollo sostenibles de la ONU. En representación de la universidad italiana, Rafael Lozano, insistía en la importancia de la persona y del desarrollo humano en el campo de la sostenibilidad. Desde ahí es necesario crear acciones y presupuestos para implementar estos factores en el campo de la formación, para crear conciencia de la dimensión ecológica y el humanismo. Eso se ha traducido en acciones concretas como la creación de un multicampus sostenible, que incide en los hábitos de la comunidad universitaria, fomentando una comunidad cada vez más verde con un comportamiento más responsable, partiendo del principio de que el futuro se construye ahora.

No podemos ignorar que el compromiso social es la base de cualquier sistema de formación, afirma Lozano, que relataba algunas de las acciones que están siendo llevadas a cabo en la Universidad de Bolonia, como son los llamados talleres verdes, el gesto concreto de limpiar 100 km de playa, conferencias de toma de conciencia, uso de bicicletas como sistema de movilidad, o una universidad sin plástico. Son problemas presentes en los países llamados desarrollados, pues como afirmaba Jennifer McAward, de la Universidad de Notre Dame, el problema de la contaminación y la falta de agua en Estados Unidos es algo presente, que afecta a los más pobres. La profesora sostiene que la explotación de la naturaleza lleva a la negación de los derechos humanos, lo que provoca que las instituciones educativas tienen un papel fundamental en el derecho al agua. En ese sentido, las universidades católicas, aplicando los principios de Laudato Si y Querida Amazonía son desafiadas a educar a sus estudiantes para defender los derechos del agua, pues defender el agua es una cuestión moral.

El secretario ejecutivo de la REPAM, Mauricio López, partía de la necesidad de romper con la manera tradicional de conocimiento para entender que somos agua, desde un planteamiento de Misterio. Él sostiene que hablamos de ecología integral para repetir lo siempre dicho, necesitamos recuperar la ruptura epistemológica, de superar la hiper especialización. Desde el pensamiento de Theilard de Chardin, defiende la interrelación de las partes, que da sentido al todo. Ante la pandemia, Mauricio afirma que se nos presentan nuestros límites y nuestra fragilidad y se nos invita a buscar nuevos modos.

En su reflexión, el secretario ejecutivo de la REPAM, llama a reflexión sobre algunos elementos, como la concepción dominante occidental del espacio, que es centrista y universalista, no hay espacio para la diversidad, para el rostro cultural; una concepción del tiempo lineal, centrado en el presente, que nos lleva a descubrir los límites planetarios, de los que somos responsables pues usamos los bienes naturales, también el agua, como si no tuviera límites, que demanda abrazar la visión de los pueblos originarios, más circular; una concepción analítica más que holística, que exige estudios interdisciplinarios; una concepción de las relaciones humanas en términos de dominación.

Mauricio López, Secretario Ejecutivo de la REPAM

En el campo de la educación ambiental para la conversión del sujeto, Mauricio López destaca la importancia de la metanoia, de una conversión radical del corazón, de una ruptura interior, saber que tengo que cambiar; de la alteridad, de que solo soy persona en el misterio del encuentro, de preguntarnos si somos capaces de ver a la hermana madre tierra y en ella el agua, como la otra, que debe lleva a descubrir una relación de codependencia; el discernimiento, la causas estructurales de la desigualdad; finalmente la parresia, la palabra profética, los caminos de denuncia genuina y legítima.

También abordaba la cuestión de la educación para el cambio existencial, pues hemos perdido el sentido de los valores universales, como el agua o la vida digna, que se contrapoen con la idea de sujeto e individuo. Reflexionar sobre escatología y presentismo, sobre el relativismo frente al tradicionalismo. Esto nos debe llevar a apostar por otro estilo de vida, donde la educación ambiental es clave. Junto con eso a superar la dicotomía entre ser humano y medio ambiente, a reflexionar sobre los conceptos de gozo y paz, sobre la capacidad de una mirada contemplativa y al mismo tiempo profética, sobre los conceptos de amor civil y político, de cambiar las estructuras desde una noción de amor.

La sociedad vive una disputa entre la ética y política, según Alberto Sileoni, ex-ministro de Educación argentino, que defiende que el concepto de derecho presupone el concepto de igualdad, algo en lo que algunas ideologías políticas no creen. En esa perspectiva, el acceso al agua se relaciona con situaciones de desigualdad, también en países con gran capacidad económica. Pero también debemos ser conscientes, según Silenoi, que “los derechos se tienen solo si se pueden ejercer”, pues en muchos países existe una distancia entre la letra y la realidad. Por eso la importancia del estado, que debería garantizar los derechos, no el mercado. En esa perspectiva, defiende que la educación tiene mucho que decir, a través de ella la sociedad define qué quiere transmitir a las nuevas generaciones.

El ex-ministro argentino sostiene que a través de los educadores habla la condición humana, la escuela tiene que proponer cosas distintas a la sociedad, otros modelos. Desde ahí, afirma que si no se comprende, no se ama, si no se ama, no se enseña. Por eso, dice claramente un no a las ideologías del mercado absoluto, porque promueven la intemperie social, algo que se explicita todavía más en este tiempo de pandemia, del que los sectores carentes van a salir inermes. Por eso, Silonei sostiene que la enseñanza de los valores exige persistencia, continuidad, mucha convicción, algo que no es fácil, pero la esperanza viene del hecho de que se están dando pasos en los derechos de las mujeres, de la naturaleza, de los pueblos originarios. No podemos olvidar, como resaltaba Luis Liberman, siguiendo palabras del Papa Francisco, que “quizás el desafío de los educadores es sembrar bondad y belleza en un mundo que lo necesita”.

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