“Tenemos que cambiar de manera profunda si queremos salvar esta parte importante de la casa común” Cardenal Czerny: “La exhortación es una carta de amor, un gesto extraordinario que nos llama la atención a todos”

Cardenal Michael Czerny
Cardenal Michael Czerny

"El Papa Francisco ha aprendido a amar la Amazonía y ha apreciado la profundidad y la extensión tanto de los problemas como de las posibles soluciones"

"Los primeros protagonistas son los mismos pueblos indígenas y otros pobladores de la Amazonía"

"Los propios pueblos indígenas en el transcurso de este camino sinodal, ellos han dicho que la Iglesia les acompañe. Han dicho, no nos abandonen"

"Para mí ha sido un descubrimiento y un fortalecimiento de mi fe y de mi esperanza"

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En el día en que ha sido presentada “Querida Amazonía”, la exhortación post-sinodal del Sínodo para la Amazonía, uno de los dos secretarios de la asamblea sinodal, el Cardenal Michael Czerny, nos ayuda a entender un poco mejor el proceso vivido hasta ahora. Él lo ha vivido como un “fortalecimiento de mi fe y de mi esperanza”, un ejercicio “de escucharnos mutuamente, de ponernos en la presencia del Espíritu Santo”, para descubrir que así “sí encontramos caminos posibles”.

Según el cardenal, el Papa Francisco “se ha dado cuenta que sin amor no vamos a llegar a soluciones que realmente respondan a los problemas”, por lo que nos dirige una carta de amor para “decirnos que hay que convertirse”. La Amazonía marca la vida del Papa Francisco desdeAparecida, donde el entonces cardenal Bergoglio fue relator del documento. Eso desencadenó en un proceso del que han participado miles de personas, que han dicho lo que pensaban, lo que marca un hito en la vida de la Iglesia.

En sus palabras, el purpurado insiste en que “los primeros protagonistas son los mismos pueblos indígenas y otros pobladores de la Amazonía”, que “han dicho que la Iglesia les acompañe”, algo que fue asumido por los obispos presentes en la asamblea sinodal. Eso reclama de todos, en su opinión un “comenzar a caminar juntos para solucionar los problemas”. A pesar de que la exhortación no propone soluciones concretas, por lo que “todos los actores tienen que coordinar para conseguir las soluciones”, inclusive quien está fuera de la Amazonía.

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Usted ha dicho en la presentación de la exhortación que sólo lo que es amado puede ser salvado y transformado. En ese contexto, ¿qué significa que el Papa Francisco se refiera a la Amazonía como algo querido?

Pienso que en este camino el Papa Francisco ha aprendido a amar la Amazonía y ha apreciado la profundidad y la extensión tanto de los problemas como de las posibles soluciones, y se da cuenta que sin amor no vamos a llegar a soluciones que realmente respondan a los problemas. Con otras palabras, el Documento Final está organizado en términos de conversiones, y a mi modo de ver, dirigirnos una carta de amor, a mi modo, es una manera muy bonita de decirnos que hay que convertirse. Tenemos que cambiar de manera profunda si queremos salvar esta parte importante de la casa común.

El Papa Francisco mostró su interés por la Amazonía desde el principio de su pontificado. De hecho, en su discurso a los obispos brasileños con motivo del encuentro con ellos en la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, en julio de 2017, apareció la importancia de esta región. ¿Hasta qué punto podemos decir que la Amazonía es algo que ha marcado el pontificado del Papa Francisco?

La historia comienza realmente en Aparecida, que es un momento importante para la Iglesia de América Latina y para el entonces cardenal Bergoglio. Pienso que estaba dándose cuenta, que comenzó a percibirlo como un obispo no amazónico. Poco a poco, gracias al testimonio de sus hermanos obispos y de otros miembros de la Iglesia, ciertamente ha ido profundizando su propia apreciación, hasta el punto de que hoy dirige una carta de amor, que me parece que es una respuesta, un gesto extraordinario y que nos llama la atención a todos nuevamente.

Usted ha señalado que el Papa Francisco habla de sueños en vez de conversiones, que es lo que marcaba el Documento Final. ¿Podríamos relacionarlo no sólo con la tradición bíblica, sino también con la importancia de los sueños en las cosmovisiones de los pueblos originarios amazónicos, que los ven como algo que determina la vida concreta?

Eso se lo habría que preguntar a ellos, yo no puedo decir que eco va a tener esta imagen del sueño. Reconociendo lo que quieren decir los sueños en nuestra tradición espiritual y en la Escritura, eso ya me conmovió cuando el Padre Adelson explicó eso hoy en la rueda de prensa. Eso es algo muy fructífero, muy prometedor como idea, pero lo que todavía me gusta más es que estos sueños no son generales, sino que son concretos y prácticos, hay que cogerlos entre manos y entregarse para realizar estos sueños. No son algo que se quede en las nubes.

Abertura de la Asamblea Sinodal

Hoy hemos visto diferentes reacciones ante la exhortación, inclusive en la presentación. ¿Por qué es importante entender que, por encima de esa cuestiones que han levantado más polémica, el Sínodo es un proceso y que la exhortación, aunque sea algo importante y fundamental, es un elemento más dentro de ese proceso? ¿Cuál es la importancia de los documentos previos, del Documento Preparatorio, el Instrumentum Laboris y del Documento Final?

Todos reconocemos la enorme influencia de la participación de los pueblos amazónicos. Decir que 87.000 personas han tenido la palabra y han dicho lo que querían decir, a mí eso me parece extraordinario. Y gracias al proceso podemos testimoniar que estas voces han adquirido su fuerza durante todo el proceso del Sínodo y gracias a “Querida Amazonía”. Tenemos dos documentos de la Iglesia que tienen fuertes ecos de las voces indígenas y de otros pobladores de la Amazonía. Eso es una cosa extraordinaria, única en la vida e historia de la Iglesia y muy prometedora para el futuro. Porque hay muchos otros pueblos que quieren elevar su voz, lo que viven, lo que sufren, lo que quieren, lo que sueñan, con la Iglesia, y eso me parece muy prometedor.

En el número 111 de la exhortación, el Papa Francisco habla de avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonía y liberarla de los males que la aquejan. ¿Quiénes deben ser los actores principales de esos avances?

Se ha dicho claramente, en diferentes momentos, los primeros protagonistas son los mismos pueblos indígenas y otros pobladores de la Amazonía. Con un poco de reflexión, uno tiene que reconocer que es inimaginable tener verdaderas soluciones si son impuestas de fuera. Esta idea de que los están allí, tienen una voz decisiva en la percepción de los problemas y en el desarrollo de las soluciones, a mí eso me parece una verdad básica. Se puede decir que es uno de los derechos humanos fundamentales, y gracias a Dios que estamos descubriendo esta idea esencial.

Después, como han dicho los propios pueblos indígenas en el transcurso de este camino sinodal, ellos han dicho que la Iglesia les acompañe. Han dicho, no nos abandonen, nos acompañen, y, como Iglesia, los obispos han dicho, sí, queremos acompañarles a ustedes. Eso también me parece absolutamente fundamental, es un tipo de alianza en el sentido bíblico de la palabra que me encanta, me anima mucho. Con eso, espero que las propuestas concretas del Documento Final, y las propuestas, los sueños del Papa, de la exhortación, van a animar a todos los que participan de la Iglesia, los ministros, la vida religiosa, los laicos, los amigos y otras personas, a comenzar a caminar juntos para solucionar los problemas.

El testimonio del científico Carlos Nobre, en la rueda de prensa de hoy, me parece fundamental. Cuando él dice, en nombre de la comunidad científica que, nosotros los científicos realmente queremos que los cuatro sueños del Papa Francisco se realicen, eso me parece un claro elemento del diálogo entre la Iglesia y la ciencia en favor del desarrollo sostenible, respetuoso y participativo de la región amazónica.

Czerny, Hummes y Martínez de Aguirre

¿Cómo puede marcar esta exhortación y todo el proceso sinodal el futuro de la Amazonía y del planeta, y de la vida de la Iglesia en la Amazonía y en el mundo?

Creo que la respuesta está en toda la exhortación y en las propuestas específicas en el Documento Final. Lo genial de la exhortación apostólica es que no cae en la tentación de decir que la solución es eso, eso o eso, tres cosas, cinco cosas o diez cosas. La solución es la gama completa de posibilidades que ahora la Iglesia en la Amazonía, y todos los actores tienen que coordinar para conseguir las soluciones. Y nosotros, fuera de la Amazonía, tenemos que ser impregnados por este mismo amor. Si no amamos, no vamos a reconocer la justicia y la importancia de responder con la necesaria valentía.

Por eso, los sueños nos llaman, como dice el Documento Final, a conversiones. Y conversión no es sólo cambiar eso o lo otro, es cambio de corazón, cambio de alma, cambio de mente, cambio de sentimientos y cambio de vida. Eso es un menú bastante desarrollado.

¿Qué es lo que ha supuesto para usted, qué es lo que le ha enseñado el participar de este proceso del Sínodo para la Amazonía?

La primera palabra que me viene en mente es creer. Ha sido un tiempo de crecimiento en mi fe. En cada momento me pareció que los desafíos eran enormes y no podía imaginar soluciones. Cuando seguimos la receta del camino sinodal, de escucharnos mutuamente, de ponernos en la presencia del Espíritu Santo, resulta que sí encontramos caminos posibles. Eso para mí ha sido un descubrimiento y un fortalecimiento de mi fe y de mi esperanza. Estuve muy contento en las semanas del Sínodo por como estábamos viviendo este diálogo, que no es todos diciendo lo mismo, sino todos hablando con apertura, escuchando, tratando de aprender y descubriendo que, al final, hemos cambiado de idea. Ese es un signo del trabajo del Espíritu Santo.

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