Éxito del encuentro "Construyendo puentes Norte-Sur" Papa Francisco: “Un cristiano que no sabe construir puentes se olvidó de su bautismo”

Papa Francisco en el encuentro con universitarios de América
Papa Francisco en el encuentro con universitarios de América

“Una plaza virtual que nos iguala a todos en cuadritos”, en palabras de Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, que definía este momento como “un gesto sinodal concreto”, que refiriéndose al Papa “habla de su espíritu joven, de su capacidad para amar y para enamorar”

16 universitarios y 4 profesores, que divididos en 4 grupos fueron abordando diferentes cuestiones a las que el Papa fue respondiendo con la sabiduría de un anciano que orienta a las nuevas generaciones en la construcción de un futuro mejor

Los universitarios denunciaron las dificultades de los pastores y comunidades para ser signos de hospitalidad, para escuchar y aprender de su gente en la atención a los pobres

“Sería lindo que se repitiera este diálogo entre los Papas y los estudiantes, el Papa necesita alguien que lo haga pensar, algo que pueden hacer los estudiantes”

El Papa asumió que la Iglesia todavía no se hizo cargo en su totalidad del problema ecológico, llegando a afirmar que quien lo hace es visto como comunista

Llamó a la Iglesia a abrir el corazón, a no ser estática, a que no se defienda atrás de los muros, a ser una Iglesia que sale a la calle

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Un momento para hacer lío con esperanza, con una esperanza que no defrauda y que ha sido el hilo conductor de un encuentro histórico, pero que quiere ser instaurado como costumbre para el futuro, posibilitando un mayor diálogo entre los Papas y los universitarios.

El encuentro "Construyendo puentes Norte-Sur", organizado por la Universidad Loyola de Chicago y la Pontificia Comisión para América Latina, con el apoyo de otras instituciones, ha sido una oportunidad para promover la sinodalidad como una forma colaborativa de abordar la injusticia… juntos, y hacerlo en un día, 24 de febrero de 2022, en el que el mundo mira para Ucrania, para quien se ha pedido oración que ayude en la creación de puentes y evitar así la violencia.

Sería imposible resumir en pocas palabras lo vivido en “una plaza virtual que nos iguala a todos en cuadritos”, en palabras de Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, que definía este momento como “un gesto sinodal concreto”, que refiriéndose al Papa “habla de su espíritu joven, de su capacidad para amar y para enamorar”. Lo hacía en un primer momento de acogida, que fue precedido por las palabras de bienvenida del Cardenal Cupich, arzobispo de Chicago, que afirmando que el Espíritu Santo nos necesita, llamaba a “no tener miedo de los desafíos que enfrentamos, de las preguntas que nos resultan muy difíciles de responder”.

Emilce Cuda

El proyecto en el que han participado 121 estudiantes, de 21 países y 58 universidades ha sido una oportunidad para todos, pero especialmente para el Papa Francisco, que al final del encuentro aseguró a los estudiantes, que “lo que dijeron ustedes me hizo bien, hoy salgo un poquito diferente de lo que entré, voy a ver si soy capaz de cambiar un poco”.

El Papa Francisco comenzaba destacando la importancia decisiva de construir puentes, hasta el punto de afirmar taxativamente que “un cristiano que no sabe construir puentes se olvidó de su bautismo”. Eso se concreta aprendiendo a comprender las preguntas, insistiendo en que “más que dar respuestas se nos pide que recibamos preguntas con la mente y con el corazón, que las preguntas que nos hace la vida, que nos hace la cultura, que nos hacen los problemas humanos, sean recibidos con la mente y el corazón y las respuestas sean también inteligentes, cordiales con el corazón y pragmáticas con las manos”.

Para llevar esto a cabo es necesario respirar esperanza, insistió el Santo Padre, que denunció el problema de las migraciones como uno de los dramas más serios, insistiendo en que a los migrantes se les debe recibir, acompañar, promover e integrar. Alguien que es hijo de migrantes llamó a los universitarios a preguntarse cómo hacerse cargo de los migrantes, llamando al mundo universitario a cultivar la transdisciplinariedad, también a hacer lío y a tener la esperanza como ancla.

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A partir de ahí se estableció un rico diálogo entre los universitarios y un Papa a quien por momentos se le vio como profesor, pero también como alumno que con atención anotaba con prontitud lo que expresaban los 16 universitarios y 4 profesores, que divididos en 4 grupos fueron abordando diferentes cuestiones a las que el Papa fue respondiendo con la sabiduría de un anciano que orienta a las nuevas generaciones en la construcción de un futuro mejor.

Cada uno de los profesores fue presentando a los alumnos, que fueron desgranando algunas cuestiones presentes en la vida de los migrantes, comenzando por la falta de oportunidades que estos tienen, que generan retos crean situaciones deshumanizantes, manifestadas en la pobreza extrema, que es también una de las causas de la migración, en la acumulación de la riqueza, algo denunciado con firmeza por los representantes brasileños en un país donde 20 hombres blancos concentran tanta riqueza como el 60% más pobre de la población, el cambio climático, y la poca implicación de los obispos y el clero estadounidense, con gran desintereses por esas temáticas, lo que desilusiona a los jóvenes con la Iglesia, como ellos mismos denunciaron, llamando formar en la espiritualidad y la ética de la conversión ecológica, y asumir la no violencia activa como modo de vida.

También fueron relatados por los jóvenes universitarios las dificultades con la lengua por parte de los migrantes, a lo que se unen las dificultades de los pastores y comunidades para ser signos de hospitalidad, para escuchar y aprender de su gente en la atención a los pobres. Gente que se ha visto obligada a migrar buscando las oportunidades que se les negó en su tierra y que desafía a los jóvenes, como ellos mismos expresaron, a “crear un mundo más justo del que encontramos como deber de los jóvenes”, a buscar economías alternativas y solidarias, espacios de diálogo en busca de políticas públicas.

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Todo eso frente a las actitudes de los líderes mundiales, de quienes los universitarios dicen que “solo velan por sus intereses personales, aunque esto suponga generar guerras”. Ello ha generado víctimas de un sistema de exclusión, marcado por causas que provocan la migración, como la falta de cuidado de la casa común, la violencia o las propias instituciones de gobierno. Algo que lleva a los jóvenes a pedir para con los migrantes “una Iglesia peregrina y no estática”, también en las universidades católicas, llamadas a ser centros de encuentro, que ayuden a abrirles las puertas y superar una narrativa tóxica en torno a los migrantes, que no deben ser temidos y sí escuchados.

El Papa Francisco entró al envite y en sus respuestas afirmó de entrada que “sería lindo que se repitiera este diálogo entre los Papas y los estudiantes, el Papa necesita alguien que lo haga pensar, algo que pueden hacer los estudiantes”. En ese sentido, asumiendo su condición de anciano, presentó a los ancianos como raíces de la sociedad y a los jóvenes como la parte visible del árbol, como los frutos, desafiando a los migrantes a no olvidarse de sus raíces, unos migrantes que con sus remesas sustentan la economía de muchos de sus países de origen.

Uno de los desafíos, en palabras del Papa es “pasar de la violencia y la condena a la construcción de actitudes no violentas como actitud más desafiante para los jóvenes”. Por eso afirmó la necesidad de “la profecía de la no violencia”, invitando a los universitarios a llevarla adelante. Una no violencia que “tiene la fuerza de la mansedumbre, que es una de las actitudes humanas más bellas, que nace de la ternura”, algo que nace de Dios, que es cercano, misericordioso y tierno, hasta el punto de que “si alguien piensa en un Dios que no es tierno, no es nuestro Dios cristiano, Dios se presenta con ternura y compasión”, en palabras de Francisco. Para ello es necesario dejar de lado la hipocresía y asumir una “sinceridad que te hace avanzar en la armonía con el mundo.

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El Papa asumió que la Iglesia todavía no se hizo cargo en su totalidad del problema ecológico, llegando a afirmar que quien lo hace es visto como comunista. Frente a esto afirmó que el mensaje evangélico es muy claro en ese sentido, llamando a los pastores a ser muy cercanos al rebaño, y advirtiendo contra los “pastores que no llegan, que convierten su Iglesia en un refugio conformista de gente que es incapaz de comprometerse”.

La forma de trata a los migrantes está recogida en Mateo 25, según el Papa, una actitud más que necesaria ante los migrantes, estigmatizados, explotados, a quienes no se les paga lo justo, víctimas de desigualdades estructurales, de una violencia que asusta y que hace caer en la tentación de “no meterse”. Por eso llamó a la Iglesia a abrir el corazón, a no ser estática, a que no se defienda atrás de los muros, a ser una Iglesia que sale a la calle. Pues “Jesús golpea la puerta desde adentro para que lo dejemos salir”.

Todo eso y mucho más en un encuentro que a lo largo de una hora y cuarenta minutos generó multitud de perspectivas que demandan un análisis más pormenorizado y del que seguramente surgirán muchas reflexiones para el futuro. Para ello el Papa dio su bendición final, recordando su ya famoso “no se olviden de rezar por mí”.

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