Panel del CELAM, Iglesias y Minería y la RUC en el Pabellón de la OEI La educación, instrumento para una conversión ecológica estructural desde la espiritualidad del cuidado
El problema es conjugar crecimiento y límites, especialmente ante las falsas soluciones y verdades, “un desafío filosófico y cristiano que debemos asumir”
Las Iglesia del Sur Global llaman a la conversión ecológica, inspirada en la espiritualidad del cuidado
La “globalización de la impotencia”, de la que habla León XIV, nos lleva a enfrentar los problemas con la conciencia de que no podemos cambiarlos
El desafío es hacer realidad “un capitalismo comprometido con el verdadero desarrollo, no solo con el crecimiento”
La “globalización de la impotencia”, de la que habla León XIV, nos lleva a enfrentar los problemas con la conciencia de que no podemos cambiarlos
El desafío es hacer realidad “un capitalismo comprometido con el verdadero desarrollo, no solo con el crecimiento”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Los combustibles fósiles son uno de los grandes villanos del cambio climático, contribuyendo decisivamente para el aumento de la temperatura global. Abandonar su uso y fomentar nuevos estilos de vida, educación y formación para una conversión ecológica estructural, fue el tema de debate en el panel realizado en el Pabellón de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), en la Zona Verde de la COP30, que se realiza en Belém de 10 a 21 de noviembre de 2025.
Un debate en el que este 18 de noviembre se hicieron presentes Juan Esteban Belderrain, consejero del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM); Carlos Greco, rector de la Universidad de San Martín (Argentina) y miembro de la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común (RUC); Darío Bossi, presidente de la Red de Iglesia y Minería; y Monseñor Lizardo Estrada, secretario general del CELAM. Todos ellos moderados por Agustina Rodríguez Saa, presidenta de la RUC.
RUC: formar líderes vinculados al territorio
Un panel que en palabras de su moderadora quiso reflexionar sobre el rol de la educación en el abandono de los combustibles fósiles y la adopción de nuevos estilos de vida. Algo que es motor de la RUC, una red que reúne universidades públicas y privadas, laicas y confesionales, garantizando la diversidad. La red nació impulsada por la Laudato Si’, los Objetivos del Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de Paris.
Más de 200 rectores de la RUC se encontraron en 2023 con el Papa Francisco, como recordó Rodríguez Saa. El pontífice incidió en la necesidad de formar líderes y la vinculación el territorio. No podemos olvidar que la RUC está expandida en Iberoamérica, la Península Ibérica y el Reino Unido. Algo que da mayor importancia a su participación en la COP30, dado el conocimiento que estas universidades tienen del territorio.
Asumir los límites
Darío Bossi abordó la cuestión de los combustibles fósiles desde el concepto de límite, de la falta de límites en la sociedad actual que pone en jaque las generaciones pasadas y futuras. Un límite ante el que mundo científico está advirtiendo con relación a la Madre Tierra, que se enfrenta al concepto central del capitalismo, que es el crecimiento. El problema es conjugar crecimiento y límites, especialmente ante las falsas soluciones y verdades, “un desafío filosófico y cristiano que debemos asumir”, resaltó el misionero comboniano.
Los caminos pasan por aceptar y trabajar con los límites, enfrentar la creciente desigualdad y responsabilizar a quienes generan mayores emisiones. Capacidad de alimentar una vida que vaya más allá del consumo y descarte, asumiendo la sobriedad feliz, aprender a vivir felices con menos. Transformar a partir del límite y sus implicaciones en la vida cotidiana, en el transporte, en la producción, en la diversificación de las inversiones.
El papel profético de la Iglesia
El documento de las Iglesia del Sur en preparación a la COP30, que tiene en el CELAM a uno de sus firmantes, “Un llamado por la Justicia Climática y la Casa Común”, condujo la intervención de Monseñor Lizardo Estrada. Un documento que exige “a los Estados una acción transformadora fundamentada en la dignidad humana, el bien común, la solidaridad y la justicia social, priorizando a los más vulnerables, entre ellos a la hermana Madre Tierra”.
El secretario general del CELAM relató algunos elementos necesarios para generar nuevos estilos de vida.Se trata de evitar impactos irreversibles, buscando soluciones que unan justicia, ecología y dignidad humana, superando paradigmas tecnocráticos y extractivistas, con políticas climáticas basadas en la equidad y en responsabilidades comunes pero diferenciadas. Es necesario llevar en cuenta las cosmovisiones y prácticas de los pueblos y comunidades locales, subrayó Estada.
Para ello es necesaria la implicación de las iglesias, que lleven a rechazar falsas soluciones; defender la justicia climática; eliminar los combustibles fósiles; rechazar la mercantilización de la naturaleza; condenar el capitalismo verde; fortalecer la resiliencia y la resistencia de las comunidades; defender la soberanía de los pueblos indígenas; promover nuevos paradigmas desde la solidaridad, la justicia social, la cooperación y el respeto por los límites; implementar programas educativos sobre el cuidado de la Casa Común; cultivar la espiritualidad en todos los ámbitos; crear el Observatorio Eclesial sobre Justicia Climática.
Algo que va unido a una serie de exigencias a los Estados en vista de la implementación de mecanismos de gobernanza climática con participación activa y vinculante de todos. Es necesario proteger a los pueblos vulnerables al cambio climático, con un pacto global por el clima y financiamiento climático transparente y accesible, que superen soluciones mercantiles. Para ello, las Iglesia del Sur Global llaman a la conversión ecológica, inspirada en la espiritualidad del cuidado. Algo que tiene que ver con la educación en la conciencia ecológica, a estar en comunión con las víctimas, a fomentar el diálogo y la profecía eclesial.
Educación para generar nuevos agentes de transformación
La educación es el principal medio para producir los cambios requeridos para enfrentar la crisis climática, según Juan Esteban Belderrain. Ante ello cuestionó la falta de presencia de la educación en los espacios de toma de decisiones, algo que muestra la importancia del panel.
El desafío, en palabras del consejero del CELAM, que abogó por la necesidad de conformar los contenidos de la enseñanza, algo que genera conflictos y dificulta los consensos. Se debe buscar una educación para nuevos estilos de vida, lo que demanda entender que es algo en lo que no hay consenso. Todo ello para generar nuevos agentes de transformación. Algo que va más allá de materiales educativos que hablan de sostenibilidad, y demanda transformar la lógica institucional y de las relaciones.
Todo ello para evitar lo que llama “efecto vacuna” de los discursos, que nos desafía a ayudar a tomar conciencia de que el cambio climático es consecuencia del actual sistema de producción capitalista. Esa necesaria toma de conciencia, que decía Paulo Freire, no es suficiente, hay que ir más allá, ofrecer a los estudiantes que otra lógica es posible, que otra forma de relacionarse con la naturaleza es posible. Belderrain advertía sobre la “globalización de la impotencia”, de la que habla León XIV, que nos lleva a enfrentar los problemas con la conciencia de que no podemos cambiarlos.
Educar para transformar
En la universidad, el fundamento es trabajar en torno al conocimiento para transformar la vida de las personas a través de la educación, lo que representa una responsabilidad, afirmó Carlos Greco. Se busca una autonomía responsable que se construye interpelada con la realidad a la que se enfrenta. Desde ahí la universidad genera conocimiento que ayuda a comprenderse con la realidad de la que formamos parte. Un proceso que abarca todo el proceso educativo y se expande a otros colectivos, lo que demanda acuerdos institucionales, que ayudan a entender que no somos dueños de la verdad y construir nuevos procesos.
Para Greco, la universidad asume el compromiso de formar, entendiendo que los estudiantes van a asumir un compromiso social de trabajar por el bien común, lo que va más allá del título que recibe. Eso demanda saberes transversales, en vista de generar conciencia de que aquello que van a producir es por el bien común y por la sostenibilidad, y así generar conciencia práctica a partir del conocimiento teórico, transmitiendo en sus entornos la conciencia de crear un mundo mejor. Todo ello fundamentado en el hecho de que esos estudiantes serán los líderes que se harán cargo de las políticas públicas en el futuro.
El desafío es hacer realidad “un capitalismo comprometido con el verdadero desarrollo, no solo con el crecimiento”, resalta el rector. Eso requiere inversión de los Estados, una dificultad en los países del Sur Global, dado su alto grado de endeudamiento. De ahí la necesidad de compensar la deuda externa para regenerar las condiciones de los países en desarrollo invirtiendo en educación, verdadero mecanismo de transformación social, concluyó.
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