Misericordia

Ambas hermanas me ayudaron a mirar más allá, a ver que la misericordia de Dios es infinita. Sentí una paz inmensa al saber que pese a mis repetidos pecados, Dios siempre está dispuesto a perdonarme. Sólo espera de mi una mejoría y creo que dentro de esa mejoría está el saberme perdonar a mi misma de las faltas cometidas, algo que no siempre es fácil pero si posible.
Creo que sería absurdo acudir al sacramento de la Reconciliación sin dolor de los pecados, sin unos buenos propósitos de enmienda… ¿que pensáis? ¿A Dios rogando y con el mazo dando? o lo que es lo mismo, ¿de qué sirve pedir perdón a Dios y no poner solución en aquello que nos hace ofenderle?
Estamos en la recta final de este tiempo de Cuaresma, en el que estamos especialmente invitados a la conversión y me parece que a todos nos conviene convertirnos para llegar a la Pascua con un corazón nuevo, que nos haga vivir con la paz y la confianza que recibe quien de verdad se siente perdonado por Dios y se perdona a si mismo. Texto: Silvia Ponce, aspirante.