Tengo fe, pero dudo

Fe
El padre del muchacho que estaba enfermo o poseído –no vamos a entrar en discusión sobre el asunto- (Mr 9,14-29) hace una declaración sincera sobre su estado de ánimo: “Tengo fe, pero dudo. Ayúdame a creer más”. Reconocer nuestros límites es lo que gusta al Señor. No podemos presentarnos ante Dios con una careta porque él sabe lo que hay en lo más hondo de nuestro corazón. ¿Cómo vamos a esconder nuestra realidad? Sería ridículo. El Señor está dispuesto a ayudarnos si nos presentamos ante él con humillad, con sinceridad y necesitados de ayuda pues sino reconocemos nuestros límites, ¿cómo podrá ayudarnos?

Los apóstoles preguntaron a Jesús cómo era que ellos no pudieron expulsar al espíritu inmundo. A su pregunta él les respondió: “A esta clase de demonios solamente se les puede echar por medio de la oración". En un fragmento anterior a este episodio el evangelio de Lucas narra que Jesús había subido a la montaña a orar. La oración hecha con fe mueve montañas. Carlos de Foucauld, comenta que “la virtud que el Señor recompensa, la virtud que él alaba es casi siempre la fe”. Esto lo dice este beato que durante tiempo oraba así: “Dios mío, si existes haz que te conozca”, y Dios se le dio a conocer.

En este padre preocupado por la salud de su hijo, tenemos un ejemplo de oración porque Jesús nos dice que “todo es posible al que tiene fe”. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Volver arriba