El festín

Festín
El profeta Isaías narra en su capítulo 25, 6-9 el festín que prepara el Señor:“En el monte Sión el Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con manjares y vinos añejos, con deliciosas comidas y los más puros vinos. En este monte destruirá el velo que cubría a todos los pueblos, el manto que envolvía a todas las naciones. El Señor destruirá la muerte para siempre, secará las lágrimas de los ojos de todos y hará desaparecer en toda la tierra la deshonra de su pueblo. Aquel día se dirá: Este es nuestro Dios en él confiamos y él nos salvó”.

¡Qué texto tan cautivador! Llena nuestro espíritu de una gran confianza; nuestro futuro no corre hacia la derrota sino todo lo contrario: Él nos ha salvado por su muerte en la cruz y con su resurrección gloriosa.

En los banquetes de boda, comenta un padre dominico, hay dos tipos de invitados: “los que van por la comilona que les espera y los que van por el afecto que tienen a los novios”. La diferencia es grande. Cuando buscamos a Dios, ¿qué buscamos, la consolación de Dios o al Dios de la consolación?, ¿los bienes, la seguridad, la solución de nuestros problemas o bien, buscamos a Dios por Él mismo sin buscar otra cosa?

En el contexto de la liturgia pascual de este tiempo, podemos aplicar este texto al pan de vida. Jesús es el pan de vida que se nos da como alimento en la Eucaristía, y también al Buen pastor que conoce a sus ovejas y como canta el salmo 22,5 es el Buen Pastor que prepara ante nosotros una mesa con manjares suculentos. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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