La mies es mucha

“Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Viendo a la gente, sentía compasión, porque estaban angustiados y desvalidos como ovejas que no tienen pastor. Dijo entonces a sus discípulos: – Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedid al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla” (Mt 9, 35-37).
Este fragmento del Evangelio de San Mateo es tan actual como en los tiempos en que Jesús pronunció estas palabras. Resulta doloroso ver a jóvenes y no tan jóvenes que van como zombis por las calles de nuestra ciudad cargados de alcohol o de drogas.
Verdaderamente dan compasión, porque, ¿qué va a ser de ellos si continúan en las mismas? Pienso en su familia, en el futuro que les espera. Pero todavía andan más descarriados los que inducen a estos jóvenes a caer en esta trampa. El juicio sobre los que han escandalizado, y este es el verdadero sentido del escándalo, inducir a otros al mal, va a ser el que Jesús sentenció con una de las frases más severas que leemos en el Evangelio: “Hay de los que escandalizan, más valdría que les atarán una rueda de molino al cuello y los echaran al mar”.
Verdaderamente hay mucha mies pero pocos los obreros. Sí, obreros que sepan conectar y orientar a los jóvenes; también obreros que con corazón compasivo sepan como inclinarse ante las ovejas desvalidas, para arrancarlas de la esclavitud de las drogas, del alcohol, del hedonismo y ponerlas de nuevo en pie. Para esto se necesita mucha paciencia, dedicación, amor y entrega sin medida. Sí, roguemos al Dueño de la mies para que mande obreros a recoger la mies. Texto: Hna. María Nuria Gaza.