El pesebre y la cruz es el púlpito que predica la humildad

La lectura del evangelio que leemos en el día de Navidad es una de las páginas más sugestivas y profundas de los Evangelios. (Jn. 1, 1-18). Es un himno del Verbo hecho carne. No habla ni de ángeles ni de pastores en el portal. Nos relata que el Hijo de Dios, que existía desde siempre, que todo estuvo hecho por medio de Él, se abaja hasta hacerse hombre entre los hombres. ¿Puede existir más anonadamiento que éste? Marie Poussepin, nuestra fundadora, dice que: “el pesebre y la cruz es el púlpito desde el cual Jesucristo nos predica la humildad”.
Y así como San Lucas nos relata que no hubo lugar en la posada para Él, San Juan dice que “vino a su casa, y los suyos no le recibieron”. Es el drama de rechazar la salvación que nos viene por este Dios hecho de carne mortal. Este es el drama que llevará a Jesús a la cruz. Los fariseos gritaban siendo hombre te has hecho Dios. “Pero a cuantos la recibieron les da poder de ser hijos de Dios”. ¿Puede existir regalo más grande?
La Navidad se ha comercializado de tal manera que los obsequios que se cruzan en estos días, las iluminaciones de nuestras ciudades, nos pueden hacer olvidar el gran regalo de la salvación y la “luz que ilumina a todo hombre”. La luz de la verdad no puede dejar de brillar más que todas las luces artificiales, todo lo contrario, nos tienen que evocar que “Él es la luz del mundo” y que de Él “hemos recibido gracia tras gracia”. Ahí encontraremos la auténtica alegría de estas fiestas.
A todos los lectores de este blog quiero y queremos desearles que puedan vivir esta Navidad en el ambiente que nos proporciona el inicio del evangelio de San Juan y que todo el Año 2008 esté iluminado por esta luz que la oscuridad no puede apagar:
¡Feliz Navidad!Texto: Hna. María Nuria Gaza.