El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz

Luz
Terminaron los días de Navidad, pasó Reyes y vuelve la normalidad, pero ¿nos queda la luz de Belén para todo el año?:

La luz siempre ha sido contrapuesta a las tinieblas. Éstas han sido siempre un símbolo negativo y la luz, positivo. Ya en el relato de la creación Dios separó la luz de las tinieblas: “Al ver Dios que la luz era buena la separó de la oscuridad” (Gn 1,18).

El profeta Isaías comenta: “El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado para los que vivían en tinieblas” (Is. 9,2). Y, ¿cuál ha sido la gran luz que ha brillado en las tinieblas? No es otra que Jesús, el hijo de María nacido en Belén.

En nuestro mundo hay muchas sombras que tenemos que esclarecer para que brille la luz de Cristo. Ahí está nuestra tarea. No podemos esperar que se encienda la hoguera de brazos cruzados. Todos tenemos que aportar nuestra cerilla para que prenda el fuego. Ya Jesús dice: “Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en lo alto no se puede ocultar” (Mt 5,14). Y el mismo evangelista trae unos versículos más adelante: “Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que viendo el bien que hacéis, alaben a vuestro Padre que está en el cielo”.

Así que depende de nuestro modo de actuar que los que no conocen al Dios verdadero lo descubran a través de nuestras acciones. Nosotros no podemos ser un impedimento para que la luz de Cristo ilumine a los que no creen en él. Como dice el autor de un salmo: “Los justos son como una luz brillante; los malvados como una lámpara que se apaga”.

Pidamos al que se declaró como luz del mundo que ilumine la oscuridad de la humanidad que camina a tientas, y que se haga la claridad en las conciencias entenebrecidas por el error. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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