"Unidad no significa en absoluto negar y borrar las identidades individuales", afirma Oriente Medio: el cardenal Sako pide la "fusión" de las Iglesias para que no se extinga el cristianismo

Cardenal Sako
Cardenal Sako

"Es posible estudiar este 'proyecto unitario' a través de un diálogo valiente”, subraya el primado caldeo, “para poder garantizar el futuro y una presencia influyente en nuestras sociedades"

"Debemos reforzar la presencia cristiana en este turbulento Oriente Medio y acabar con el fanatismo y el egocentrismo eclesiástico, así como nacional y étnico”, señala el patriarca caldeo en un escrito

(Aica).- La unidad entre las Iglesias es un tema recurrente y fundamental para cardenal Louis Raphael Sako, quien en el pasado ha propuesto en varias oportunidades una vía común entre las distintas comunidades eclesiásticas, especialmente las católicas orientales. Porque sólo uniendo fuerzas es posible garantizar un futuro para una realidad minoritaria en la región de Oriente Medio que en el pasado ha sufrido la violencia, los atentados y la marginación incluso en el marco político e institucional de sus propios países, según ha señalado. 

El cardenal Louis Raphael Sako volvió a referirse al tema de la "fusión" entre realidades locales, como los asirios y los caldeos. De la misma manera, habló de los siro-católicos y los siro-ortodoxos. En los estudios profundos sobre la "herencia oriental" y en los escritos de los "Padres de la Iglesia" no hay ningún elemento factible de "impedir" la "fusión" entre la Iglesia caldea y la Iglesia asiria de Oriente bajo el nombre común de "Iglesia del Este" (o de Oriente), escribió el patriarca de Bagdad de los Caldeos en un mensaje publicado en los medios del Patriarcado, y recogido por Fides.

Proteger y garantizar la supervivencia

En el texto vuelve a referirse al objetivo de la unidad entre las distintas confesiones cristianas: proteger y garantizar su propia supervivencia. Lo mismo se aplica a la Iglesia católica y ortodoxa siria bajo el nombre de Iglesia siria de Antioquía, y a todas las realidades que "comparten una tierra, una liturgia, una lengua, un patrimonio y una historia comunes", explica el cardenal.

Cardenal Sako
Cardenal Sako

En el transcurso de la historia, explica el cardenal, estas Iglesias "han acogido a muchos pueblos, nacionalidades y lenguas diferentes" de las que, sin embargo, es factible llegar a una síntesis común. "Es posible estudiar este 'proyecto unitario' a través de un diálogo valiente”, subraya el primado caldeo, “para poder garantizar el futuro y una presencia influyente en nuestras sociedades".

Unidad no significar negar la identidad propia

El hecho de “ser una minoría, sumado a la injusticia y la migración forzada”, advierte, ha empujado a muchos a emigrar a las naciones de la "diáspora", ya que las tierras originales son también las que "durante los primeros siete siglos de la historia acogieron a la mayoría de los cristianos".

Por otro lado, para el patriarca de los caldeos, unidad no significa en absoluto negar y borrar las identidades individuales o, peor aún, dispersarlas en una "uniformidad" anónima. Por el contrario, unidad significa preservar "una fe común, respetando el liderazgo de cada Iglesia, su tradición, liturgia, nacionalidad y lengua". Su unidad en la fe es "real, no ficticia", continúa el cardenal, y es en primer lugar una "unidad teológica" basada en la Trinidad y en Dios padre.

Francisco en su visita a Irak, con el cardenal Sako
Francisco en su visita a Irak, con el cardenal Sako

"El ecumenismo", dice, "reside en la diversidad y el pluralismo. Comienza dentro de una parroquia, una diócesis, un patriarcado, y luego entre las propias Iglesias". El purpurado exhorta a "no tener miedo a los desafíos" o a las críticas -de las que es objeto el propio patriarca, especialmente por su "injerencia en la política", una acusación que rechaza.

Por último, el primado caldeo vuelve a mencionar el reto del ecumenismo, que implica "una nueva visión de las Iglesias", una "formación del clero" y una mayor "apertura" de sacerdotes y fieles. Y de nuevo, una renovación de la educación teológica y espiritual y el reconocimiento de los "signos" del amor de Dios para avanzar juntos en "la unidad, el amor, el servicio y el testimonio".

"Debemos reforzar la presencia cristiana en este turbulento Oriente Medio", concluye, "y acabar con el fanatismo y el egocentrismo eclesiástico, así como nacional y étnico”.

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