Sensible al entorno, vive Chagall con horror los terribles acontecimientos de la Primera Gran Guerra del siglo (1914-1918). Regresa angustiado a su ciudad de origen, Vitebsk. Y allí sobrevive como puede, formalizando sus relaciones con Bella en 1915, y festejando con alegría el nacimiento de su hijita. Por esos convulsos años le van rondando por el corazón tremendas imágenes que plasmar en grandiosas pinturas, y las anota en expresivos apuntes.
Diez años después, en vísperas de la Segunda Conflagración (1934), olfateando sangre y destrucción sobre todo para sus hermanos de fe, el pueblo judío,dibuja obsesivammente, con tinta china y gouache, sus demonios interiores. Protagonistas de la pesadilla: un ángel que cae del cielo y reventará como un obús, un rabino abrazado a la torá con cara de espanto, gente que huye con sus niños y sus pertenencias mínimas,un judío errante que ya no puede más y se deja caer al borde del camino...
¡Ah, sí! También ha dibujado en tres de los cuatro bocetos, junto al ángel/bomba, un reloj de péndulo, símbolo del tic-tac de la vida, que cesará de latir al final del tiempo. Estas cuatro láminas, así como la gran tela "La caída del ángel",1947, se pueden contemplar, cómodamente, en la exposición de Madrid.
Los negros presagios del profeta Chagall se cumplieron. Muchos de los artistas que habían posado para sus óleos fueron exterminados.Seis millones de judíos perdieron la vida en el más terrible de los pogromos. Pero Chagall, habiendo obtenido la nacionalidad francesa en 1937, consiguió, en mitad de la guerra, exiliarse con su familia a Estados Unidos. Y pudo regresar a París en 1946, aunque con una enorme tristeza, por el fallecimiento por virus de su amadísima Bella. Al año siguiente consigue, al fin, encarnar a lienzo el sueño/pesadilla de los últimos 25 años. Y aquí tenéis la apocalíptica pintura. Observadla detenidamente. Si queréis investigar el cuadro con mayor ampliación, podéis pulsar aquí. Os acompañaré en la meditación...
LA CAÍDA DEL ÁNGEL, 1947
Lo primero que llama la atención es esa mancha roja de abiertas alas que dicen que es un ángel. Un ángel o, mejor: una angélica criatura femenina –se adelantan sus pechos– que, cabeza abajo, está a punto de romperse la crisma. Ha tenido que sufrir mucho Chagall, tan delicado, tan exquisito al representar sus otros ángeles...
Una pequeña historia: otros ángeles, arcángeles exactamente, vinieron a conocer a los humanos y anotaban “palabras desoladas en sus libros celestes...” Antonio Porpetta nos lo cuenta en “Los arcángeles” (podemos leerlo completo pulsando aquí o aquí). No nos perdamos el final:
“... Y una tarde de plata, / en un viento levísimo y cansado, / agitando sus alas muy despacio, / regresaron por siempre / a sus mundos distantes. / Cuentan quienes los vieron / que volaban llorando, los arcángeles.”
La angélica protagonista del lienzo de Chagall (147x188 cm) no huye, no murmura, no apunta: se inmola a lo bonzo para que abramos los ojos. Es un espíritu puro, fuerte y generoso, encendido bodisatva, llama de amor viva.
SUENA EL VIOLÍN PARA DESPERTAR EL CORAZÓN
Vemos huir, a la izquierda, al rabino abrazando la Ley; y, en lo alto, con caído bastón y piernas muertas, un fervoroso judío del exilio.¿O no? El judío parece que está descansando para volver a caminar, el rabino salva la Torá porque quiere vivirla y comunicarla. Muge la vaca, amarilla de luz, y suena el violín para despertar el corazón y la esperanza de los tristes. Y un amarillo sol abre su luz en la noche del miedo...
Y a la derecha... (¿pero no estábamos en un escenario de fe judía?)una mujer con hijo, arropada con rojas plumas del ángel (¿será la Virgen?).Y un Cristo, judío crucificado, con el manto de oración ceñido a la cintura. Alumbrando humildemente, réplica del sol, arde una encendida vela sobre la aldea de Vitebsk, martirizado símbolo del pueblo judío y de todo martirio...
Me voy a permitir una pequeña broma. A lo mejor si damos la vuelta a la imagen confusa del ángel, podemos descubrirle desde arriba, como si fuéramos ángeles:
A LOS ARTISTAS MÁRTIRES
Vamos a cerrar hoy el post con un hermoso final. Marc Chagall no sólo es poeta del pincel, también es poeta de la pluma.Tres años después de firmar el magnífico cuadro que hoy contemplamos, escribió un inspirado y sentido poema: "A los artistas mártires", que resumo. Se declara culpable, ya en los primeros versos, por haber sobrevivido:"Ahora salgo de mí, de mi tiempo, / voy hacia su tumba desconocida, / ellos me llaman, me arrastran al fondo / de su agujero -a mí el inocente- a mí el culpable. / Me preguntan: ¿Dónde estabas? Huí..."
Conozcamos las últimas estrofas:
Veo el fuego, el humo y el gas
que asciende hacia la nube azul y
la vuelve negra.
Veo los dientes, el cabello arrancado,
proyecta hacia mí, arrebatado,
mi propio color.
Estoy en el desierto, frente a montañas de zapatos,
de ropas, basura y ceniza. Murmuro
mi Kadish.
Y mientras permanezco así, de mis cuadros
desciende hacia mí el David pintado.
Llega con su arpa en la mano,
me ayuda a llorar, a cantar versículos de los salmos.
Tras él desciende nuestro Moisés.
Dice: "No tengáis miedo de nadie".
Os prescribe que descanséis en paz
hasta que otra vez él haya grabado
nuevas Tablas para un mundo nuevo.
La última chispa se apaga,
el último cuerpo se desvanece.
Todo sucede como antes de un nuevo diluvio.
Me levanto y os digo adiós,
y tomo el camino que lleva al nuevo
Templo
y allí enciendo una vela por vosotros.
