HORTON, el elefante que escucha voces en una mota de polvo

Los Estudios Blue Sky, responsables de "ICE AGE" y "ROBOTS", realizaron para la gran pantalla una extraordinaria versión del popular cuento del doctor Seuss"HORTON". Un paquidermo grandullón y torpe pero de gran corazón, con memoria de elefante y, sobre todo, con sensibles orejas de elefante, escucha gritos de socorro en una diminuta mota de polvo. Y se aproxima a ella con curiosidad y compasión. Allí descubrirá un universo lleno de vida, y llegará a saber de una comunidad que se encuentra en grave peligro de desaparición... Sus amigos de la selva no le creen y el elefante ensaya mil y una estratagemas para comunicarse con los habitantes y poder ayudarlos.
Al observar cómo descubre Horton todo un universo en una insignificante partícula perdida por el espacio, alguien acaso se pregunte si por encima del pellizquito de tierra en que viajamos por el cosmos, no existirán otros mundos, otros seres superiores, otras realidades trascendentes. (Hasta hubo quien, en esa volandera motita que grita, creyó ver un óvulo que pide nacer, mientras la sociedad instalada se hace sorda, mira para otro lado...) En los últimos fotogramas de "Horton" se descuelga un admirable mensaje existencial, síntesis de todo el film: "Una persona es una persona, por pequeña que sea".

LA PAUSA ENTRE VIDA Y MUERTE
Todo poeta pone alma en lo que escribe. Alguna vez, como en "Horton", el sujeto protagonista es una mota de polvo. O un cubo de basura, las teclas de una máquina de escribir, un teléfono móvil.. O, simplemente, el aire...
Voy a acercaros un poema grande, escrito por un poeta grande sobre un ser pequeñito: una gota de agua. La fotografía que preside estos versos describe con luminosa claridad al protagonista y su entorno:
PARADA
¡Qué trémulo es el estar
de recién llovida gota
en la hoja
de este arbusto! Cuando iba
fatal, de la nube al suelo,
la delgada hojilla verde
corta su paso
y la para. ¡Qué milagro!
¿La va a salvar de la tierra,
que está tan cerca, a tres palmos, ávida esperando?
¿O será sólo descanso,
desesperada estación
colgante, allí en el camino
desde su arriba a su abajo?
¿La hojilla, verde antesala
sólo, breve, deliciosa,
de su tránsito?
Filosofa el lírico. Su corazón de cristal se ha quedado temblando en el trampolín de la hoja. Toda la creación contiene el aliento y espera con horror -"entre la nube y el limo"- que se cumpla, al fin, el inexorable destino:
Esta vida, columpiándose,
no es vida, dulce es retraso
de un morir que no perdona.
Un destino se estremece
en la punta de este ramo,
cuando el pesar de la gota
hace inclinarse a la hoja,
ya casi rendida. Pero
si hay algo letal que oprime
algo verde hay que resiste;
si algo hay que hacia un suelo llama,
algo hay trémulo, que salva.
y la hoja
se doblega, va cediendo.
con su gran menuda carga,
de tanto y tanto cristal
celeste; mas no lo rinde,
otra vez se yergue y alza,
su luz diamante, en volandas.
Morir, vivir, equilibrio
estremecido: igual pesan
en esta verde balanza.
Puro silencio, el jardín
se hace escenario del drama.
La pausa entre vida y muerte
fascinada tiene, toda
sin aliento, a la mañana.
De miedo, nada se mueve.
La inminencia de un peligro
–muerte de una gota clara–¬
crea en torno ondas de calma.
¿Y ahora...?
Si no sopla un aire súbito,
si un pájaro violento
que no sabe lo que ocurre
no se cala en el arbusto,
si un inocente que juega
al escondite no viene
a sacudir esta rama.
Si el sol, la luna, los astros,
los vientos, el mundo entero
se están quietos.
Si no pasa nada, nada,
y un presente se hace eterno,
vivirá la gota clara
muchas horas, horas largas,
ya sin horas, tiempos, siglos
así, como está,
entre la nube y el limo
salvada.
NUBE EN LA MANO
No siempre el agua es sembrada entre rocas. A veces, sobre todo en primavera, se vuelve luz, aroma, en la rosa... ("Muy despacio, tallo arriba / la nube gris va subiendo..."). Pulsad aquí y descubriéis, al fin, el nombre del autor de los tres poemas de hoy.
ANOCHECIDO OTOÑO
Un último poema de Pedro Salinas sobre gotas de agua. Descubre un hombre triste, en la ventanilla del tren, el dibujo que va formando la lluvia sobre el cristal: un reguero de lágrimas. No necesita llorar su propia pena, porque "allí en el cristal, / con lágrimas de lluvia, / de Dios, de cielo, está / sin que lo vea nadie / llorando un alma humana". Pulsar aquí.