Reír la Navidad

Hay dos clases de risa: la carcajada histérica, acaso por haberse pasado unos puntitos con el alcohol, y la risa limpia, sana, ingenua, humanísima, y son sólo dos ejemplos, de las monjitas de clausura o la gente humilde de Latinoamérica o África. Hace muchos años me dio por montar un audiovisual de diapositivas sobre la Navidad. Mi tesis era que el espíritu navideño no lo encarnaban los payos que inundaban los grandes almacenes, sino el pueblo sencillo de la periferia, con muchas ganas de vivir y cantar. La gitanita feliz de la izquierda, que fotografié con autorización del señor José, el patriarca de aquel poblado, expresa con su alegría la luminosa estrella que andaba buscando por aquellos barros de suburbio.


Y, si me lo permitís, agregaré otra imagen tomada entonces: la de una madre que acababa de tener su

primer hijo abrigado por el calor de una hoguera y acompañado por los perros, las ratas, las gallinas y el tierno y solidario clan familiar. A ellos se habría dirigido el ángel de Belén proclamando, como hace dos mil años: "Vengo a comunicaros una buena noticia que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo..." Por aquel entonces compuse una canción para la catequesis, a la que puse como título Los pobres de Yavé. Copiaré alguna de sus letras:

NIÑO
Yo soy Pedromari
y tengo diez años.
Se burla la gente:
me llama "el tontarro".
Y pocos me quieren
pues soy diferente.

NIÑA
¿Por qué soy gitana?
¿Qué tendrá mi piel
que, al verme, los payos
echan a correr?
Mi padre no halla
trabajo ni casa.

JESÚS
Felices los pobres:
un día reiréis.
Lo que al más pequeño
hagáis, bien o mal,
a mí me lo hacéis...

FINAL
Pueblo, que sufres en marginación,
¡alégrate, ya llegó el Salvador!
En los suburbios nació de Belén.
Los podersos le ordenan prender.
Cantan y bailan los pobres de yavé.


Si alguien tiene curiosidad por escuchar la canción completa, compuesta por este silbador servidor de ustedes, puede pinchar aquí.

No me perdonaría haber hablado de la risa y no citar a mi mujer, de origen peruano, con su risa blanca de pobre de Yavé. Pocas escenas me conmueven tanto como el aleteo de risas compartidas con su nietecita Yanina, de dos años, risas que crecen y crecen, como un suflé de ternura. Frescas risas en dueto de amor y mirándose a los ojos, risas porque sí, porque estamos alegres las dos y queremos bailar y cantarle a la vida.

Si seguís teniendo ganas de marcha, os invito a ver y escuchar el grupo de poemas de Navidad que titulo REÍR LA NAVIDAD (pinchar aquí)
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