Homenaje de los reclusos de Navalcarnero al Papa Francisco "Gracias papa Francisco, gracias por tu vida, gracias por tus palabas, gracias por tu testimonio, gracias por sentir que has estado y estarás siempre a nuestro lado"

Homenaje de los presos al Papa Francisco
Homenaje de los presos al Papa Francisco

“Solo hay una manera lícita de mirar a alguien desde arriba, y es cuando nos agachamos para poder levantarlo”

"Ahora nos queda continuar el legado de Francisco, unos cuidando a los presos, sus vidas y su proceso de reinserción; otros cuidando y estando cerca de las familias, de su sufrimiento, de sus alegrías y esperanzas; otros denunciando las diferentes situaciones de injusticia que se siguen dando a veces en nuestras cárceles y otros también desde las comunidades cristianas incorporando a la realidad de los presos y sus sufrimientos"

Cada vez que he visitado al papa Francisco en su casa de Santa Marta, siempre me ha dicho lo mismo: “Por favor, cuida a los presos y diles que Dios perdona todo”. Son palabras que nunca olvidaré ni los presos de la cárcel de Navalcarnero tampoco. Porque en el fondo era el sentimiento que siempre tuvo el papa Francisco: un sentimiento de amor profundo y respeto hacia los presos, que brotaba el convencimiento tajante y personal de que Dios nos quiere a todos, de que la misericordia de Dios es más grande que cualquier “metedura de pata o pecado” humanos, pero no porque ese Dios “sea tonto” o consienta todo, sino porque Francisco estaba convencido de que Dios es un Padre-Madre que quiere profundamente a sus hijos, como cualquier Padre o Madre, no porque lo que hacen, sino por lo que son.

Especial Papa León XIV

Y por eso, nos parecía muy importante que los presos de la cárcel de Navalcarnero y todos los que nos sentimos vinculados de alguna manera a ellos, tuviéramos un acto de homenaje, a nuestro papa, un acto de homenaje que solo podría hacerse en la entrada de lo que para el papa Francisco también fue “Tierra Santa”, es decir, a la entrada de la cárcel, donde soñábamos con que un día pudiera visitarnos como nos dijo cuando fuimos con los chavales el año pasado, hace ahora casi un año, y donde seguro él estará siempre presente con nosotros. Para el papa Francisco, Navalcarnero ya era mucho más que una cárcel, era el lugar donde estaban “sus presos”, a los que a menudo les grababa vídeos y les dirigía cartas “de puño y letra”. Era necesario este homenaje porque Francisco también iba a estar allí con todos nosotros, porque su presencia en la cárcel era siempre permanente, tan permanente que quiso pasar su último jueves santo yendo precisamente a una cárcel. Este año no pudo lavar los pies a los presos, porque ya su salud se lo impidió, pero no por eso dejó de ir allí: su último jueves santo fue en la cárcel de Rebbibia en Roma, y por eso su ya presencia también resucitada, junto al Padre Dios misericordioso, fue también en la entrada de la cárcel de Navalcarnero.

Este año no pudo lavar los pies a los presos, porque ya su salud se lo impidió, pero no por eso dejó de ir allí: su último jueves santo fue en la cárcel de Rebbibia en Roma, y por eso su ya presencia también resucitada, junto al Padre Dios misericordioso, fue también en la entrada de la cárcel de Navalcarnero

Habíamos tenido también ya, el sábado siguiente a su fallecimiento, una eucaristía especial dentro de la misma cárcel, una Eucaristía donde pudimos de nuevo juntos dar gracias por el “hermano Francisco”, donde pudimos escuchar algunas de sus palabras, y donde pudimos también sentir su presencia, similar a cuando yo les leía alguna carta o les comentaba que había estado con él, y me había pedido que les cuidara.

Comunidades cristianas convocan a un acto de memoria por el Papa Francisco ante la cárcel de Navalcarnero
Comunidades cristianas convocan a un acto de memoria por el Papa Francisco ante la cárcel de Navalcarnero

Y el lunes 5 de mayo, tuvimos el acto de homenaje al papa Francisco en la puerta de la misma cárcel, fue un acto sencillo y emotivo, pero a la vez lleno de vida y de esperanza, donde pudimos escuchar palabras del propio papa, de personas vinculadas a él, y del mismo evangelio de Jesús, que también sentimos todos muy presente en ese momento.

Escuchamos algunas palabras que durante estos años de pontificado el papa Francisco dirigió en muchas de las cárceles en las que estuvo. En Julio de 2015 visito la cárcel de Palmasola, en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia; una cárcel muy especial, donde la pobreza y el desamparo se hacen especialmente presentes; toda la  pobreza del país boliviano se hace fuerte en la pobreza de esta cárcel, que es muy especial porque en ella viven familias enteras, que al no tener casa en la calle deciden vivir dentro con su familiar preso. Palmasola es una especie de pueblo “vallado”, con mucha miseria, con mucho dolor, pero a la vez como todas las cárceles, con mucha esperanza y con mucha vida. Allí estuvo también nuestro papa. Y a los presos de allí les habló:

“¿Quién está ante ustedes” podrían preguntarse. Me gustaría responderles a la pregunta con una certeza de mi vida., con una certeza que me ha marcado siempre. El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue salvado de sus muchos pecados. Y es así como me presento. NO tengo mucho más que darles y ofrecerles, pero lo que hago y lo que amo sí quiero dárselos, si quiero compartirlo: Jesucristo, la misericordia del Padre. ..Reclusión no es lo mismo que exclusión, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad… el sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad: AYUDENSE ENTRE USTEDES, LUCHEN POR SALIR ADELANTE.  Me gustaría pedirles que lleven mi saludo a sus familias. ¡Es tan importante su presencia y ayuda! Los abuelos, el padre, la madre, los hermanos, la pareja los hijos. Nos recuerdan que merece la pena vivir y luchar por un mundo mejor”.

Releer y escuchar de nuevo estas palabras a todos nos conmovieron y nos llenaron de esperanza, nuestro papa se confiesa como un hombre perdonado y nos invita a contemplar la misericordia de Jesús y a ser capaces de ayudarnos entre todos. Francisco reconocía su pecado como el de todos, y reconocía que todos nos necesitamos.

Leímos también otros textos pronunciados en otras cárceles, y especialmente leímos y repartimos la carta que también escribió a los presos de Navalcarnero hace poco más de un año, como siempre de puño y letra, y que nos hizo también agradecer profundamente la vida de este hombre de Dios, de este hombre que Dios ha puesto al frente de nuestra comunidad cristiana durante doce años. La carta que el papa escribió a los presos fue respuesta a la que ellos le enviaron a él firmada por cada uno de ellos, y donde los chavales manifestaban su apoyo a la persona de Francisco, después de que algunos “reconocieran que se estaban reuniendo para rezar a Dios por la muerte de Francisco ( quizás ahora lo estén celebrando…). La carta la transcribo literalmente , porque creo merece la pena, y resalto una vez más la frase que tanto repetía “¿Por qué ellos sí y yo no?”.

El Papa y Javier Sánchez
El Papa y Javier Sánchez

El capítulo 25 del Evangelio de Mateo nos hizo recordar cómo “estuve en la cárcel y vinisteis a verme”, y cómo para Jesús esa visita a los presos es parte del seguimiento y del ser cristiano. Y las palabras de Mateo en el capítulo 21 nos hizo reconocer una vez más que “las prostitutas y los publicanos nos precederán en el Reino de los Cielos”. No hizo reafirmarnos en la idea que también siempre repetía el papa Francisco: “todos podemos estar dentro, quizá si no estamos dentro es porque no nos han pescao o porque Dios de su misericordia nos ha impedido entrar”.

Y después dimos paso a la acción de gracias por parte de los que estábamos allí, una acción de gracias espontánea donde cada uno fue agradeciendo la persona del papa Francisco, su testimonio de entrega, su presencia en la calle, cerca de todos, y especialmente cerca de los presos, a los que siempre se refirió como “los preferidos del Señor”.

A esos preferidos es a los que jueves santo tras jueves santo, desde ese primero que celebró siento papa, en su primera semana santa en el Vaticano, en 2013, iba a lavarles los pies. Porque como también decía “para mí es el gesto que nos identifica como cristianos, lavar los pies”. Ese gesto que tras hacerlo el primer año de su pontificado, tanto marcó a uno de los chavales al que le lavó los pies, que poco tiempo después pidió visitar al papa en Santa Marta. El papa como siempre accedió a la visita de preso y éste le llevó unos pies hechos en barro. En el cuarto de estar donde siempre recibía a sus amigos, en su apartamento de Santa Marta, el preso le dijo: “Mire tanto me impresiono que usted me lavara a mí los pies, que le traigo mis pies hechos en barro para que los tenga”.  Y el papa Francisco tiene esos pies allí, en su pequeña sala de estar, en una mesa baja, “Para mí esos pies son una auténtica reliquia”, me confesó la primera vez que estuve allí con él. Esos pies que el año tras año, jueves santo tras jueves santo, el papa Francisco lavaba, besaba y fortalecía, al más puro estilo evangélico, haciendo vida las palabras del Evangelio de San Juan “Si no te lavo no tienes parte conmigo”. Francisco entendió hasta el final, hasta su último jueves santo de 2025, desde su debilidad y desde su enfermedad, que lavar los pies era ser discípulo de Jesús, era formar parte de su equipo, era tener parte con el Dios del Evangelio, que en Jesús se nos manifiesta. Lavar los pies no era para Jesús ni para el papa Francisco un gesto bonito, ni siquiera un rito, era hacer carne el seguimiento a un Jesús que porque es el primero se hace el último, que porque es el Maestro y Señor da una lección de servicio a sus discípulos.

El papa Francisco entendió hasta el final que solo podía considerarse “de Jesús” si lavaba los pies, y especialmente a los presos, a los preferidos de Jesús, pero a los detestados y olvidados de la sociedad. Esos presos que han cometido un delito, el que sea, pero a los que especialmente llega la misericordia del Dios de Jesús, no porque sean buenos, no porque Dios bendiga lo que han hecho, sino porque son los que más lo necesitan. Esos presos desecho social, en los que el papa Francisco reconoció al Dios humillado, crucificado y necesitado de amor. Esos presos que cada viernes santo adoran la cruz de modo especial, en la celebración, y la adoran porque se sienten unidos al crucificado; ver esa adoración es un momento muy especial, porque parece que los dos crucificados, Jesús y el preso, se entienden, ambos entienden el dolor y la necesidad de amor.

Javier Sánchez, capellán de Navalcarnero
Javier Sánchez, capellán de Navalcarnero

Escuchamos también el audio del video que el propio papa grabó a las personas presas de Navalcarnero y a las familias, cuando hace poco menos de un año nos recibió en su casa. En ese audio el papa nos volvió a recordar lo que también decía siempre: “solo hay una manera lícita de mirar a alguien desde arriba, y es cuando nos agachamos para poder levantarlo”. Y tanto es así, que en esa misma visita, después de estar sentado con nosotros cerca de tres horas, y estar un poco entumecido, pidió precisamente a un preso si podía ayudarlo a levantarse. Todos nos quedamos sobrecogidos y el chaval también: el papa había sido ayudado a levantarse por uno “de los malos”, por un preso, ¿Hay algo más evangélico que ese gesto? Sin duda era llevar a la práctica sus palabras, “un hombre perdonado ayudado por un preso, también perdonado, a levantarse.

Entregamos también una foto con esos pies que tenía el papa en su sala de estar porque para nosotros también era ya una reliquia de propio papa, y porque esos pies nos hablaban del auténtico evangelio.

Terminamos la celebración con un padrenuestro que nos unió desde la fraternidad y que nos hizo recordar que todos somos iguales y que por supuesto todos nos necesitamos. Y después de padrenuestro fraterno un fuerte aplauso a nuestro papa y en agradecimiento a su persona.

Fue una tarde lluviosa, pero emotiva y vivida, no reunimos voluntarios, familias, personas cercanas a la cárcel de Navalcarnero, y la comunidad del Centro Pastoral San Carlos Borromeo de Madrid, y también quiso hacerse presente el propio secretario General de Instituciones Penitenciarias, pero lo hizo como es él, a su estilo, pasando desapercibido, como uno de tantos, sin hacerse notar. En esa tarde de lluvia sentimos todos el calor y el amor de un hombre que nos enseñó a amar al hermano desde el más puro estilo evangélico, como el propio Jesús de Nazaret. Y lo hicimos en aquel lugar especial y emblemático: la puerta de la cárcel de Navalcarnero.

Ahora nos queda continuar el legado de Francisco, unos cuidando a los presos, sus vidas y su proceso de reinserción; otros cuidando y estando cerca de las familias, de su sufrimiento, de sus alegrías y esperanzas; otros denunciando las diferentes situaciones de injusticia que se siguen dando a veces en nuestras cárceles y otros también desde las comunidades cristianas incorporando a la realidad de los presos y sus sufrimientos intentando que formen parte de ella, que no sean los marginados de la Iglesia sino que, como ha hecho el papa Francisco, sean parte de ellas. Lavar los pies a los presos cada jueves santo es mucho más que un gesto o un rito vacío, es un signo de que ellos tienen que ser parte de nuestras comunidades cristianas y tienen que formar parte de ellas. Las parroquias tienen que acoger esta realidad, sentirla cercana y hacer que las personas en prisión puedan estar ahí incorporadas. No se trata por eso, como a veces se ha dicho, de hacer de las parroquias “una sucursal de la cárcel”, sino de hacer que las parroquias, que los cristianos, sientan que la cárcel, que los presos y sus familias son parte de ellas. Porque, según el evangelio, “si no te lavo no tienes parte conmigo”, Francisco lo entendió y ojalá que también lo entendamos en nuestras comunidades y en nuestras diócesis.

El Papa, con los presos de la Regina Coeli
El Papa, con los presos de la Regina Coeli Vatican Media

Gracias papa Francisco, gracias por tu vida, gracias por tus palabas, gracias por tu testimonio, gracias por sentir que has estado y estarás siempre a nuestro lado. Gracias por hacernos ver que Dios es Padre y Madre y nos quiere a todos. Te vas, pero te quedas, te quedas con nosotros, en nuestra cárcel de Navalcarnero, te quedas en nuestros chabolos, en nuestras celebraciones de la Eucaristía, y seguirás presente entre nosotros cada jueves santo cuando nos lavemos los pies, sentiremos que el papa Francisco nos sonríe y nos invita a ayudarnos entre todos y a hacer una cárcel más justa y más humana. Gracias hermano y amigo, hasta siempre. Estarás siempre con nosotros.

Cárcel de Navalcarnero 5 de Mayo de 2025

Javier Sánchez González, capellán cárcel de Navalcarnero

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