Bienaventuranzas de Jesús

Felices quienes han descubierto en Jesús el camino para su más plena realización humana, personal, espiritual, en comunión y respeto hacia todas las culturas, ideas y religiones de la humanidad.

Felices para quienes los valores de Jesús representan los mejores sentimientos que pueden dar auténtico sentido a sus existencias.

Felices en quienes Jesús ha despertado el manantial de la insatisfacción, para seguir buscando incansablemente la verdad profunda del ser humano.

Felices quienes se han dejado impregnar por la Buena Noticia de Jesús, el deseo del Reino de Dios, es decir, la construcción de una sociedad que no esté basada en el dinero, en el poder, en el dominio de unos sobre otros, sino en la igualdad y la fraternidad.

Felices quienes experimentan como Jesús, la cercanía, la presencia y la íntima certeza de un Misterio de Dios-todo-bondad que nos fortalece, anima y acompaña en el sendero de la vida.

Felices quienes se comprometen, como lo hizo Jesús, en curar, aliviar, liberar, integrar y dar valor a cada persona con la que nos encontremos, especialmente con las más marginadas y humilladas, a las que debemos salir al encuentro.

Felices quienes se muestran compasivos, quienes trabajan por la paz, quienes no se dejan esclavizar por el dinero, quienes son perseguidos por luchar por la justicia, quienes se alegran con las alegrías de los otros y lloran con un corazón de carne ante los sufrimientos de los demás.

Felices quienes han encontrado en Jesús que la vida tiene sentido, que hay que vencer cada día a la muerte que nos rodea, que estamos llamados todos y todas a más vida, a una vida profunda, a la resurrección de nuestra propia vida, ya aquí en la tierra, como germen de vida eterna.

(Bienaventuranzas de la vida. PPC)
Volver arriba