Grité y luché contigo (Salmo 29)

Dios de toda bondad,
cuando me encontraba
en lo más profundo de la depresión,
cuando me cercaban las dudas,
cuando mi fe se hacía añicos,
te grité, luché contigo, te presenté
mi noche oscura en toda su crudeza.

Y sentí cómo unas manos amigas
iban sacando mi vida del abismo,
unas palabras cálidas calmaron mis ansias,
y un diálogo pleno de cordialidad
me hicieron revivir y replantearme la vida.

Tu bondad, buen Dios,
se me hizo presente por medio
de mis amigos más íntimos.
A ti, Señor, grité y tú me escuchaste,
cambiaste mi oscuridad
en una luz más clara que el mediodía.

Hoy me he vestido de fiesta
con la firme decisión de darte de ahora en adelante
siempre las gracias, en las mejores y también
en las más duras circunstancias de la vida.

(Salmos para otro mundo posible. Ed. Paulinas)
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