Unidos por la liberación de la mujer

«No se nace mujer: se llega a serlo» (Simone de Beauvoir)
Boutros Ghali, que ocupó el cargo de Secretario General de las Naciones Unidas, afirmó: «Hoy más que nunca, la causa de la mujer es la causa de toda la Humanidad». Estas palabras pronunciadas hace unos 20 años siguen teniendo plena vigencia.
Las mujeres siguen discriminadas en buena parte del mundo pese a los avances de la igualdad de género, según el primer informe mundial de ONU Mujeres, dirigido por Michelle Bachelet. En el informe se pide que se tomen «medidas urgentes» porque «demasiado a menudo las mujeres sufren injusticias, violencia y desigualdad en sus hogares y trabajos», por lo que hay que acabar «con las injusticias que hacen que las mujeres sigan siendo más pobres y menos poderosas que los hombres en todos los países del mundo». Bachelet afirma que «se han logrado muchos avances en las esferas pública y privada en el último siglo. Sin embargo, la discriminación y la injusticia por razón de género siguen siendo frecuentes alrededor del mundo». Pese a que la violencia doméstica está tipificada como delito en 125 países, en el mundo hay todavía 603 millones de mujeres que viven en Estados que no la consideran un crimen, o que aún existen más de 2.600 millones de mujeres que viven en lugares donde la violación marital tampoco está criminalizada. Las mujeres cobran hasta un 30% menos que los hombres por el mismo trabajo en algunos países. «Además, las mujeres todavía se encargan más que los hombres de tareas domésticas y de cuidado no retribuidas en todas las regiones del mundo».
Por todo esto tenemos que transformar y re-animar el mundo y las relaciones entre los hombres y las mujeres. Re-animar tiene relación con anima, con lo femenino, con aquello que está presente en todo ser humano, sea hombre o mujer, aunque evidentemente en diferentes proporciones. De la misma manera que animus está relacionado con lo viril, pero está también presente en todos los seres humanos. Animus y ánima conforman al ser humano y en definitiva a toda la humanidad.
Por lo tanto, debemos descubrir el animus y el anima que cada persona, hombre y mujer, llevamos dentro. Animus y anima, con sus características propias, pero que se combinan e interrelacionan perfectamente, llevando al ser humano a su plenitud. Cuando alguno de ellos toma el mando, margina al otro y la persona sufre una merma en su integridad. Esto es lo que pasa en nuestro mundo, con relación al hombre, en el que predomina el animus sobre el anima, siendo preciso recuperar el anima en los varones para avanzar hacia un mundo de igualdad entre hombres y mujeres.
Por lo tanto, en nuestro mundo de hoy, es imprescindible que no solo las mujeres se unan y trabajen para acabar con tanto dolor, injusticias y discriminación causado por los hombres, sino que los varones, llenos y equilibrados de animus y de anima, deben luchar con ellas para terminar con el sufrimiento infligido por la gente de su propio sexo. No para que dé un cambio la tortilla, como dicen algunos malintencionados, sino por justicia y, también por la plena y auténtica liberación de las esclavitudes a las que somete el machismo al hombre-varón.
Así alcanzarán su plena humanidad, lo femenino y lo masculino en plena conexión. Los hombres y mujeres trabajando de la mano por un mundo mejor, sin superioridad de unos sobre otros. El Dios de todo amor, de todos los hombres y mujeres, el Dios femenino y masculino, el Misterio de la Vida, la Ruah que alienta en cada mujer, en cada hombre.
«Felices quienes se identifican con un feminismo abierto e inclusivo, para dar a luz una sociedad diferente, un nuevo mundo, más humano, más divino»
(Espiritualidad para tiempos de crisis. Ed. Desclée)
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