¿PAZ TRAS 80 AÑOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL?

Lo contrario a la Paz no es solo la guerra, sino también la desigualdad, la injusticia social, el racismo, el odio, el rencor, la xenofobia, la aporofobia, la intolerancia, el fanatismo armamentista  y la mentira.  

Este año 2025 conmemoramos el 80 aniversario del fin de los horrores de aquella Guerra que dejó 60 millones de muertos y en la que Estados Unidos lanzó la bomba nuclear sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Terminada la Guerra en 1948, se creó la organización de Naciones Unidas con el objetivo de que nunca más se utilizara la guerra como Este medio de resolución de conflictos. El 10 de diciembre de ese mismo año, la Asamblea de Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esta Declaración significó un avance para la humanidad en orden a la construcción de una sociedad más justa y libre de conflictos bélicos. Fue un acontecimiento trascendental en la toma de conciencia de la fraternidad universal y de la dignidad de toda persona sin importar raza, cultura, lengua, nacionalidad, credo religioso, género o condición social. 

Sin embargo, hoy vivimos tiempos de incertidumbre. El planeta atraviesa la mayor crisis global desde la Segunda Guerra Mundial, con un aumento de conflictos armados, sobre todo por el criminal genocidio de Israel en Gaza, el auge desorbitado del armamentismo y el riesgo de una catástrofe nuclear global que pondría en peligro la existencia de la vida en el Planeta. Asimismo, vivimos una inestabilidad política, económica y climática, donde la corrupción y la mentira campean libremente por el mundo y en nuestro país.

 Los señores de la guerra, Trump, Putin, Netanyahu…, tienen el poder de las armas y del dinero, pero les falta la verdad. La gente buena y noble tiene la fuerza de la razón, que es el amor y la solidaridad, frente a la razón de la fuerza de los poderosos.

 Lo contrario a la Paz no es solo la guerra, sino también la desigualdad, la injusticia social, el racismo, el odio, el rencor, la xenofobia, la aporofobia, la intolerancia, el fanatismo armamentista  y la mentira.  La Paz es ante todo una sociedad justa, fraterna, respetuosa de la diversidad, dialogante y cuidadora de la Naturaleza. La Paz es fruto de la justicia, de la solidaridad con la humanidad sufriente y con todas aquellas personas que salen huyendo de sus países a causa del hambre y las guerras, como son los migrantes y refugiados. 

La paz es el respeto a la dignidad de todo ser humano, sea hombre o mujer, rico o pobre, nacional o extranjero, creyente o no creyente o de la religión que fuere, sea cristiano,  musulmán o de cualquier otra religión.  Es tomar conciencia de que todos los humanos somos hermanos.  

Es hora de soñar en una nueva civilización, en la utopía de otro mundo posible, porque amamos la vida y amamos a la humanidad.  Es hora de romper fronteras, abrir puertas y ventanas a los pueblos del mundo, con una actitud de respeto y diálogo, sin complejos de superioridad ni de inferioridad, libres de prejuicios y dependencias alienantes, apostando por la creación de hombres y mujeres nuevos con profundidad ética y espiritual, para incidir en el cambio estructural que el mundo necesita.

Muchos hombres y mujeres tenemos esperanza de que los políticos abandonen su ambición de poder, el partidismo egoísta y apologético y se empeñen en la construcción de una nueva sociedad verdaderamente democrática, justa y fraterna. De lo contrario, el mundo, Europa, España, nuestra Región, se verían cada vez más deprimidos en el fango de la mala política, con el riego de caminar hacia el caos y la autodestrucción. Todavía estamos a tiempo de cambiar.

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