Un Sínodo especial

A nada que sigamos las andanzas de este Papa, es fácil deducir que el Sínodo de la Amazonia marcará un antes y un después. No está claro hasta donde pueden llegar las conclusiones y los efectos directos, pero es posible que las consecuencias reales acaben por tener consecuencias de largo recorrido, tanto en la presencia católica en la Amazonia como en el conjunto de nuestra Iglesia.  

Para algunos, lo esencial es la posible ordenación de viri probati para que la Eucaristía llegue a lugares remotos cuyos pobladores no tienen presbíteros ni religiosos en centenares de kilómetros a la redonda. Para otros, el problema ecológico es crucial desde la importancia que tuvo la encíclica Laudatio si, en la que Francisco propone un modelo de ecología integral. Los incendios en la región del Amazonas es algo que todos nos jugamos mucho, más allá de los intereses de Brasil o los nueve países que entre los que está repartido esta región del Planeta.

Pero existe otro elemento muy contestado, cual es el sustrato político ante la innegable denuncia del Papa frente a los excesos del capitalismo. A los sacrosantos pilares doctrinales se unen los intereses de los más poderosos, algunos católicos incluidos, que insisten en que la Iglesia no debe meterse en política. Las tres realidades planean relacionadas sobre este Sínodo, y por eso los sectores más reaccionarios de dentro y fuera de la iglesia presionan para descafeinar todo lo posible las conclusiones. Sobre la imagen política del Sínodo, hay que decir que Jesús de Nazaret entró en política en el sentido de que opinó e influyó expresamente en contextos claramente contrarios al Evangelio, bien políticos: uso del dinero, discriminaciones, abuso de poder, tergiversación del mensaje bíblico... Lo que no tuvo es ningún interés partidista, y en este sentido no entró en el juego político. Pero se nos olvida fácilmente la causa por la que le mataron que no es otra que la denuncia de la injusticia con los más débiles que entonces se ejercía en nombre de Dios.

La Amazonia tiene muchos mártires, que no se nos olvide. Y tenemos a muchos expertos en lograr que la Iglesia se dedique solo al culto, los laicos al seguidismo pastoril de un clericalismo que es anticristiano (lo dijo el Papa Francisco). Salirse de la ortodoxia más cerril supone acusaciones de herejía y amenazas de cisma. Pero al Eucaristía es un modo de vida que exige compromiso porque somos las manos de Dios para actuar como Buen Noticia.

Que se moleste públicamente J. Bolsonaro por este Sínodo es una buena noticia para los católicos que buscan el bien común frente a la rapiña inmisericorde. Pero lo importante es la hoja de ruta que el profeta Francisco está marcando con el Evangelio en la mano; "Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral", como reza el documento preparatorio frente a la cultura del descarte. Es por lo que las reflexiones de este Sínodo superan el ámbito estrictamente eclesial amazónico y se enfocan a la Iglesia universal así como al futuro de todo el Planeta. En este intento de verdadera cultura de encuentro, se buscan respuestas concretas a preguntas como esta: ¿Cuál es la misión particular de la Iglesia hoy ante esta realidad amazónica?

Lo preocupante es que chocan dos maneras de entender la fe cristiana. Lo esperanzador es que se abren puertas a una nueva forma de vivir el Mensaje más allá de nuestras costumbres culturales y seguridades egoístas, por muy envueltas en religiosidad que las presentemos.

Solo veo una sombra en este sínodo católico: la mujer tiene una presencia minoritaria y está excluida en las votaciones de las resoluciones que se aprueben. No les tratan como a iguales tampoco en estos temas; y aquí no existe razones teológicas, es la cultura de siempre: los reglamentos dicen que solo votan obispos (tampoco laicos varones); ni religiosas, monjas o laicas. Solo el Papa tiene potestad para autorizar a otras personas ajenas a los obispos a que excepcionalmente puedan votar…

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