Triduo Pascual 2023 Jueves Santo: La parábola del servicio

Comentario al evangelio de la Misa Vespertina In Cœna Domini (Jn 13,1-15)

Lavatorio de los pies
Lavatorio de los pies

La última cena de Jesús fue una parábola. Los evangelios canónicos, que recogen estas tradiciones de las comidas, se esfuerzan por presentar los últimos momentos de Jesús con sus discípulos no como una narración aséptica de hechos acontecidos, sino como una recreación de cada gesto, para que todos ellos nos hablen de la vida entera del profeta galileo.

Más allá de las discusiones sobre la historicidad de la cena, de si fue o no una comida pascual o si en ella Jesús pronunció exactamente las palabras sobre el pan y el vino [1], es evidente que Pablo (cf. 1 Co 11,23-26) y los evangelistas quisieron actualizar en sus relatos las maneras como en sus comunidades se rememoraba esa última cena. Tal vez esta dimensión contextual explique las disparidades entre los sinópticos y Juan (en lo referente al relato de la "institución de la eucaristía"), pues cada diégesis da centralidad a hechos diferentes. No obstante, hay un factor común determinante en Pablo y en los evangelios: las cinco narraciones entienden que la existencia de Jesús fue una vida en donación hasta las últimas consecuencias, por ende, las palabras de despedida y los gestos que las acompañan deben ser comprendidas en esa la misma lógica.

Concretamente, el capítulo trece del evangelio de Juan inaugura la segunda parte de su obra: "el libro de la Gloria" [2]. Como continuidad al "libro de los Signos" (Jn 1-12), los capítulos 13-21 nos mostrarán la vuelta de Jesús al Padre. La cristología del cuarto evangelio ha identificado a Jesús con la Sabiduría de Dios, que ha creado el mundo junto con él (cf. Jn 1,1-14; Prov 8,22-36), pero que ha "descendido" para encarnar el encuentro de Dios con la humanidad. Ahora, a la Palabra-Sabiduría de Dios le corresponde "tocar fondo", llegar al punto más bajo en su descenso, para comenzar el "ascenso", pues "[...] había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre" (Jn 13,1a). En esta coordenada baja de la "geografía evangélica" pertenecen los versículos que hemos escuchado.

Tal como nos lo narra la parábola del amo que sirve a sus siervos [sic] que le esperaban (cf. Lc 12,35-38), así el evangelista Juan pone a Jesús reduciéndose en un oficio que solo los niños (a sus padres), las mujeres (a sus esposos) y los esclavos (a sus amos) realizaban en aquel mundo de jerarquías infranqueables [3]. Aquél que es "Maestro y Señor" se ata una toalla a la cintura y se agacha a los pies de sus discípulos para simbolizar lo que ha sido su vida, pero también lo que será su muerte:

El lavatorio de los pies es un episodio que mezcla el lenguaje parabólico y el profético. Es una profecía, dado que su significado apunta hacia el futuro, yendo más allá de la acción realizada. Y es una parábola, ya que, en el momento culminante de la última cena, el lavatorio de los pies concentra toda la vida de Jesús en una acción simbólica centrada en la comprensión de su identidad como 'el que sirve' (Lc 22,27) [4].

Se trata, entonces, de la expresión de una vida-para-los-demás que, hasta el último momento, sigue haciendo presente el "Reino de Dios" ya proclamado. Toda la predicación del maestro nazareno ha sido acompañada de gestos que concretizan dicho reino en la devolución de la salud, la expulsión del mal, la denuncia contra la injusticia y la proclamación de la vida. Por esta razón la muerte de Jesús no debe entenderse como aquel "plan de Dios" que necesita la sangre de su Hijo para reconciliarse con la humanidad -¿qué clase de dios [sic] sádico sería este?- sino como la consecuencia de una vida en donación. La vida del profeta galileo es rechazada por aquellas estructuras incompatibles con la ternura de un Dios que se hace cercano a los irreconocibles de la sociedad, aquellos que desean comer de la misma mesa pero que, cuando llegan a alimentarse, otros ya se han devorado "su propia comida, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga" (1 Co 11,21b).

La celebración que inaugura el Triduo Pascual es kyriakòn deîpnon, es decir, "Cena delSeñor", así subrayando el posesivo (acusativo en el texto griego), pues es él, el Señor, quien invita, es él el protagonista y quien preside la fiesta. Curiosamente, quien está en la cabecera de la mesa, se pone a los pies de los demás dando vida a la parábola del amo que sirve, del señor que se agacha, del dueño que se despoja. He aquí la parábola de esta noche, una parábola subversiva que invita a cristianos/as a renunciar a la lógica del poder para encontrar en el servicio la irracionalidad de un Dios que ama con locura, de un Dios que "[...] los amó hasta el extremo" (Jn 13,1b).

Referencias

[1] Cf. A. Piñero, ¿La verdadera historia de la Pasión de Jesús?: A. Piñero - E. Gómez, La verdadera historia de la Pasión. Según la Investigación y el Estudio Histórico, Madrid: Edaf, 2008, p. 182-183.

[2] Cf. R. E. Brown, El Evangelio según Juan I-XII, Madrid: Cristiandad, 1999, p. 179.

[3] Cf. J. Zumstein, El evangelio segúnJuan (13-21), Salamanca: Sígueme, 2016,p. 33.

[4] A. Puig, El sacramento de la eucaristía. De la última cena de Jesús a la liturgia cristiana antigua, Salamanca: Sígueme, 2021, p. 69.

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