Liturgia de la UBL La paradoja de la cruz (Jn 18,1-19,42)

Comentario a la liturgia de la Pasión del Señor 2021

Coronación de espinas
Coronación de espinas Caravaggio

La muerte de Jesús es el hecho más atestiguado de su vida. No solo los evangelios canónicos y las cartas de Pablo nos refieren el acontecimiento, sino también textos extra-canónicos, judíos y romanos. Evidentemente, un crucificado más, entre los miles de ajusticiados bajo esta tortura, no fue algo significativo para el Imperium. Pero sí lo fue para quienes le siguieron y vieron desplomarse sus esperanzas de renovación en un suplicio humillante. ¿Por qué no todo terminó aquí?

Los evangelios no son libros de historia, ni lo pretenden, al menos no en el sentido de la historiografía moderna: "Son los grandes laboratorios de la memoria religiosa cristiana, que inauguran un nuevo modelo de comunicación literaria, desconocido hasta entonces en el mundo clásico, con una combinación entre composición escrita y tradición oral nunca antes experimentada" [1]. Es en esta línea que debemos comprender la recreación del relato que el evangelio nos presenta este día: el drama de la "pasión" es la "memoria religiosa" que selecciona hechos, los interpreta y los reconstruye para proclamar al "viviente" para siempre. La pascua fue la primera interpretación de su muerte [2] y solo desde la paradoja de la cruz se entiende su "gloria".

El relato de la "pasión" del cuarto evangelio (Jn 18-19) está orientado por varias ideas teológicas que sirven de filtro para la memoria religiosa de la que hemos hablado: (1) el Jesús joánico es soberano, es decir, no es quien sufre, sino quien dirige las acciones; (2) la verdadera condición de realeza se encuentra en la cruz; (3) la muerte de Jesús adelanta la pascua judía de esa noche: él es verdaderamente el "cordero de Dios" pues, a la misma hora de su muerte, se están sacrificando los corderos en el Templo; (4) con la muerte de Jesús "todo está consumado" (19,30), es decir, se llega a la plenitud; (5) del costado del crucificado nace la iglesia y le dona su Espíritu [3]. Si la noche anterior se había "abajado" hasta el punto de hacerse siervo de todos, ahora, en la cruz, Jesús inicia su "ascenso" al Padre: la marginalidad de la cruz revela su verdadera condición.

Jesús es "rey", pero en los márgenes. Esto es escandaloso, incomprensible, loco (cf. 1 Co 1,18). Lo fue para los sacerdotes judíos y para el poder romano, pero también para los "suyos": el mismo Pedro, que juró seguirle hasta el final, lo desconoce y desfallece. Mientras Jesús había afirmado con valentía "yo soy" (18,5), Pedro reniega con miedo "no lo soy" (18,17). El eco de las comunidades cristianas de todos los tiempos se verbaliza en boca de Pedro, en particular cuando olvidan en qué consiste la realeza del galileo y desconocen que "Mi reinado no es de este mundo" (18,36) [4].

El término "mundo" (kosmos) en Juan tiene connotaciones negativas (el dominio del mal, "mundo de abajo") y positivas (la creación sostenida por Dios, "mundo de arriba"). En el interrogatorio de Pilato, el "mundo" (de abajo) encara a Jesús pues cree que tiene poder sobre él, pero no se ha percatado que Jesús pertenece al "mundo" (de arriba) donde la autoridad no se ejerce a través de la violencia. Jesús y su "reinado" implican una realidad diferente: su paz no es la del Imperio, una paz impuesta y coercitiva, más bien, su paz "[...] renuncia a la violencia como fruto de la adhesión a esa realidad que designa el reino de arriba, que se rige por parámetros distintos a los de este mundo" [5].

Estos "dos mundos" no representan, como se cree popularmente, lo "carnal" y lo "espiritual" en oposición. La comunidad joánica no piensa en los códigos moralistas de muchas iglesias actuales, sino en las formas alternativas de concebir el proyecto de Dios sobre la humanidad: el "mundo" del que viene Jesús promulga la "luz" ante aquellos que vienen a apresarle en medio de la oscuridad, iluminándose, irónicamente, con "faroles y antorchas" (18,3). Su modus operandi es la violencia, aquella con la que Pilato quiere intimidar a un "rey" que no se inmuta pues está a punto de ser entronizado. Después de ser ultrajado y humillado, el "rey" sale coronado y, así, se revela como ecce homo (19,5): "La escena central es la coronación de espinas: Ella constituye el momento durante el cual la verdadera y paradójica identidad de Jesús se manifiesta" [6]. 

Sin necesitar ayuda para llevar la cruz, crucificado en el centro de la escena, sin beber la mezcla que le ofrecen y con un rótulo sobre su cabeza escrito en tres idiomas, el evangelista señala la realeza universal de Jesús (19,19-20). El Dios crucificado revela su poder en el despojo y en la paradoja de la cruz.

Para los estándares de nuestro mundo que niega el dolor y trata de esconder la enfermedad esto es incomprensible. Es incomprensible que Dios pueda estar en los rincones escondidos de la existencia, en las periferias de la vida, aunque siempre ha estado ahí: "Dios reina para nosotros en situaciones aparentemente paradójicas, de modo particular en la situación más paradójica de todas, que es la muerte" [7]. La iglesia de Jesús, entonces, debe estar al pie de la cruz, ahí fue donde nació y desde donde debe cumplir su misión como servidora del mundo. Dejarse llevar por los honores de "este mundo" es negar al crucificado. Por fortuna, el "viviente para siempre" interroga cada día a sus comunidades y en esa pregunta se abre una nueva oportunidad para reivindicar la triple negación proferida por Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?" (21,15).

Referencias

[1] A. Schiavone, Poncio Pilato. Un enigma entre historia y memoria, Madrid: Trotta, 2020, p. 12.

[2] D. Marguerat, Vie et destin de Jésus de Nazareth. Paris: Du Seuil, 2019, p. 272.

[3] J. Zumstein, El Evangelio según Juan (13-21), Salamanca: Sígueme, 2016, p. 250.

[4] Usamos la traducción de A. Levorati - A. B. Trusso, La Biblia. Libro del Pueblo de Dios, Estella: Verbo Divino, 2015.

[5] E. Aldave, "'Mi reino no es de este mundo' (Jn 18,39). Marginalidad en el cuarto evangelio": R. Aguirre (ed.), De Jerusalén a Roma. La marginalidad del cristianismo de los orígenes, Estella: Verbo Divino, 2021, p. 93.

[6] J. Zumstein, "Évangile selon Jean": C. Focant - D. Marguerat (dir.), Le Nouveau Testament commenté, Genève: Bayard/Labor et Fides, 2012, p. 497.

[7] C. M. Martini, Los relatos de la Pasión. Meditaciones, Santander: Sal Terrae, 2018, p. 165-166.

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