Centenario del Liceo libertador

Siendo Mérida una ciudad que lleva con orgullo el sello de ser estudiantil y universitaria, llama la atención la precariedad de la buena parte de sus instituciones educativas. Del siglo XVIII sólo queda en pie el Seminario San Buenaventura que a pesar de los muchos avatares que le ha tocado sobrellevar permanece en pie luego de doscientos treinta y dos años. De los albores del siglo XIX, se yergue la majestuosa Universidad de los Andes, cimbrada también por las veleidades gubernamentales, pero que como buena heredera de la tradición jesuítica del colegio San Francisco Javier (1628) y del sueño visionario de Fray Juan Ramos de Lora (1785), se muestra altiva con la pátina y la solera de más de dos siglos de existencia.

De las escuelas de primeras letras y de la educación obligatoria y gratuita decretada por Guzmán Blanco (1870) es poco lo que queda. Prueba fehaciente de que los hechos son los que avalan la conducta de los hombres y no el afán de nuevas leyes que no sirven sino para honrar el ego de nuestros fatuos mandatarios.

Celebramos, porque es gloria y prez del gentilicio merideño y no sólo de quienes han pasado por sus aulas, el centenario de la creación del Liceo de Mérida en la fecha emblemática del 23 de mayo de 1917 para rememorar la entrada del Libertador a l ciudad serrana. A la vera de la buena sombra de la universidad a la que estuvo ligada por ley y por afectos, puede mostrar con legítimo orgullo la pléyade de profesores, muchos de ellos ligados a l educación superior, y de los centenares de egresados que luego han brillado en las aulas universitarias y en la vida civil de la región y del país. Es el liceo por excelencia, el emblemático de esa sed de saber y de virtud que requiere la sociedad para poder mirar el futuro con esperanza.

Su sede actual, después de haber peregrinado por más de tres décadas teniendo como sede edificaciones ligadas a la historia de la ciudad, ha tomado sede definitiva en la avenida cuatro entre calles 27 y 29, en una de las obras arquitectónicas que marcaron hito en la arquitectura educativa de finales de los años cuarenta.

No gozan nuestras instituciones de la permanencia del nombre con el que nos presentan en el registro o nos llevan a la pila bautismal. Liceo Universitario, Liceo de Mérida, Unidad Escolar Libertador, Liceo Libertador, Unidad Educativa Libertador y Liceo Bolivariano Libertador, representan una única realidad, con la connotación de ser la primera expresión moderna de la educación media en la región, cantera para la universidad y para el progreso material, cultural, social y espiritual de quienes obtienen en sus aulas más que conocimientos, destrezas y aptitudes para la vida ciudadana.

Me complace como Arzobispo de Mérida compartir esta fecha centenaria y agradecer la gentil invitación para elevar conjuntamente con todo el personal que forman parte del Liceo Libertador la eucaristía gratulatoria, que sea para renovar la vocación de “salir de sí hacia el hermano” fundamento de toda norma moral como nos lo recuerda el Papa Francisco. Que la Virgen Inmaculada, patrona de Mérida, siga bendiciendo a la juventud estudiosa que pasó, pasa y pasará por sus aulas. ¡Ad multos annos!

Cardenal Baltazar Porras Cardozo, arzobispo de Mérida (Venezuela)
Volver arriba