La Iglesia recuerda hoy a Pablo VI, el Pontífice del diálogo y la reconciliación

Cuenta Verónica Becerril en Abc que Benedicto XVI calificó, durante el rezo del Ángelus del pasado domingo, de «sobrehumana» la labor de Pablo VI durante el Concilio Vaticano II, y hoy, en el 30 aniversario de su desaparición la Iglesia recuerda la obra de este gran Pontífice. Pablo VI falleció el 6 de agosto de 1978, fiesta de la Transfiguración del Señor, que precisamente indica la esperanza en la meta última que conduce a la muerte física de todo cristiano. En su testamento se vislumbraba la grandeza de este Papa, que agradecía humildemente el don de la vida, y celebraba el destino final.

Giovanni Battista Montini fue elegido Papa quince años antes, el 21 de junio de 1963, a los 66 años, escogiendo como nombre Pablo VI. La muerte de Juan XXIII en plena preparación del Concilio Vaticano II, marcó para siempre el destino de Pablo VI quien adoptó como objetivo culminar esta gran obra, para la que el destino de alguna forma le había preparado al ser nombrado en 1958 cardenal por su antecesor, quien al mismo tiempo le otorgó la tarea de preparar el Concilio, nombrándolo asistente. Cumpliendo esta misión, Pablo VI viajó durante los años previos al Concilio por Estados Unidos, Dublín, y África.

Estas experiencias le dieron la visión de diálogo y reconciliación que luego plasmaría en los textos conciliares. Tres meses después de su elección como Sucesor de Pedro, el Papa Montini convocó la segunda sesión del Concilio, el 29 de septiembre de 1963, clausurándola el 4 de diciembre de ese año con la promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. La misión que se había comprometido a desempeñar, de diálogo entre las diferentes religiones, le llevó en enero de 1964 a Tierra Santa, un viaje sin precedentes durante el que mantuvo un histórico encuentro con Atenágoras I, Patriarca de Jerusalén.

Probablemente, fruto de esta experiencia y de sus otros viajes, en agosto de ese año publicó su encíclica «Ecclesiam suam», sobre los caminos que la Iglesia tenía que seguir para cumplir su misión evangelizadora. Este texto ha sido uno de los más citados por los Papas que le sucedieron, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Llamamiento a la paz

La tercera sesión conciliar se extendería de septiembre hasta noviembre de 1964, clausurándose con la Constitución sobre la Iglesia. En octubre de 1965 se convocó la cuarta y última sesión del Concilio, con otro histórico viaje, a Nueva York, a la sede de Naciones Unidas, para realizar un llamamiento mundial por la paz, que Juan Pablo II y Benedicto XVI repitieron posteriormente. La gran revelación llegó en diciembre de ese año, cuando un día antes de que se pusiera fin al Concilio, Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I, deploraron los anatemas pronunciados en Constantinopla en 1045 causantes del cisma entre las Iglesias de oriente y occidente, dando paso al diálogo y a la reconciliación, bases de las conclusiones del Concilio.

A Pablo VI le tocó después la difícil tarea de aplicar las enseñanzas del Concilio, y es en este papel donde su figura sobresale abriendo al mundo entero las enseñanzas de la Biblia, reprochando cualquier tipo de discriminación, y poniendo paz en el interior de la propia Iglesia.
Volver arriba