El Papa regresó a Roma. Su viaje a Chequia, todo un éxito. Con doble valor, por tratarse del corazón de la Europa secularizada, indiferente y atea.
Benedicto XVI no tiene el carisma magnético del Papa Wojtyla, como es obvio. Pero despliega la seducción del anciano profesor, lleno de sabiduría, que va sacando, como el personaje del Evangelio, "nova et vetera". Tiene el don de la formulación y de la frase lapidaria. En su visita al país centroeuropeo ha dejado muchas. Me llamó la atención su despedida, citando a Kafka: "Quien mantiene la capacidad de ver la belleza no envejecerá jamás". Con frases así hasta se le perdona mejor su profundo conservadurismo y el que no esté siendo capaz de dar a la Iglesia un nuevo impulso, una nueva primavera.