1.- No le fue bien a Jesucristo en su pueblo; nada menos quisieron despeñarle, y no le hicieron ningún caso. Así nos lo cuenta el Evangelio de hoy. No atendían a razones sus paisanos. El caso es que al principio del Evangelio lo acogen bien; nos dice el texto que "expresaban su aprobación y se admiraban de su palabra", Después, en la misma sinagoga les dice Jesús: "Ningún profeta es bien mirado en su tierra". Y por fin terminan intentando despeñarlo. ¿Cómo se explicar en poco rato tanto cambio? Al parecer, el Evangelista refundió en unas líneas varias visitas que Jesucristo hizo a su pueblo a lo largo de su vida pública.
2.- Pero vamos a sacar dos consecuencias: Primera, Jesús para nosotros es muy familiar desde que nacimos; que no nos pase como a los de su pueblo que lo queramos despeñar desde nuestras almas. Acogerlo. Decirle, Señor, Tú solo tienes palabras de vida eterna. Quiero estar siempre contigo. Ayúdame.
3.- Y pensar también que es imposible que nos salgan las cosas bien en todo. A nuestro Maestro no le salían. Nunca desesperar cuando fracasamos. Confiar en Dios que nos acoge y estar siempre de su parte, en las alegrías y en las penas. Concédenos, Señor por medio de la Virgen María, perseverar en la fe y seguirte y cumplir tus mandatos.
José María Lorenzo Amelibia
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