Lucía Fortea, de 21 años, natural de Alcalá de Henares, ya ha cumplido su primer año de noviciado en la Comunidad de la Conversión, en su monasterio de Becerril de Campos (Palencia). Hoy, ve con emoción cómo pronuncian sus votos otras hermanas en esta congregación joven. De 25 hermanas, la mitad tiene menos de 35 años. La mayor, la priora, tiene 54.
"A los 15 años yo era creyente, pero rebelde, no sentía la presencia de Dios", explica Lucía.
"Pero a los 16 años, rezando el Padrenuestro, tuve la experiencia de sentir que Dios, el Dios de amor, me escuchaba. Aquello me cambió, hice la Confirmación con fe, consciente. Pensé que Dios me llamaba a ser madre en el futuro. Pero en una peregrinación le dije a Dios: lo que pidas, lo voy a hacer. Acudí a unas convivencias con la Comunidad de la Conversión, pensando en descansar, en centrarme, pero cuando entré en la capilla, vi a las monjas sentadas, el Sagrario, y sentí: "algo me llama, este es el lugar, aquí está mi vida". Pasé toda la mañana llorando, pero luego Dios me fue confirmando que ésta era su voluntad, a lo largo de 2008".
A Lucía le atraen los pilares de esta Comunidad. "Vivir en fraternidad, la conversión, la comunión, la llamada a salir a acoger a los demás, cuidar mucho la liturgia, y la música, que me encanta", resume. Las Comunidad de la Conversión tiene un albergue en el Camino de Santiago en el que acogen peregrinos. También son anfitrionas de familias, de niños, de grupos parroquiales... "incluso de gente sin fe, que viene buscando".