Fuerza de los débiles, la Eucaristía
Enfermos y debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
Fuerza de los débiles, la Eucaristía
La Eucaristía es nuestra fuerza
Es bueno que miremos cómo obran los santos, cómo vencen su debilidad, cómo se hacen fuertes. En mi madurez leí un libro que ha influido en mí hasta el presente, más de veinticinco años. Se trata de la biografía del padre Manuel García Nieto. Venció todo tipo de complejos y dificultades con un amor ferviente a Jesús en la Eucaristía. Era Jesús su consuelo, su fortaleza, la alegría de su alma. Y es que Jesús es fortaleza de todos los débiles, y los anima hasta llegar a virtudes heroicas.
Cuando el padre Nieto se encontraba casi moribundo, sin ninguna fuerza, se acercaba al sagrario y le decía a Jesús: Hasta mañana, Señor, si quieres puedes llevarme esta noche; como Tú quieras. Así lo repetía todas las noches últimas de su vida, cuando se despedía de Jesús, acercándose a la puertecilla del Sagrario.
¡Vivir el amor a la Eucaristía como este siervo de Dios! Su oración giraba siempre en torno al Gran Sacramento. Creía Nieto con fe ardiente y total. Él es nuestra fuerza y salvación. “Si me dijeran que Cristo se ha aparecido en tal lugar, no iría. Aunque fuera aquí cerca. Viéndole perdería el mérito. Yo lo contemplo con los ojos de la fe. Y así exhortaba a los seminaristas: “No cabe cifrar la ilusión en que mañana será día de fiesta, sino en que podemos estar con Jesús en el Sagrario más tiempo. Prolongar las horas junto a Cristo”.
La parroquia de Santa María de Sando ningún cura había conseguido nada. Se marchaban de allí desilusionados, sin fuerza: Pero Nieto predicaba a los jóvenes: “¿Es que vosotros creéis que sois más felices en el baile que yo en la oración junto al sagrario?”.
Estimula de verdad la vida de este hombre. Todo lo solucionaba con la oración, junto al Señor. Si alguien se encontraba en crisis profunda, solía decirle: “Vete al sagrario, expón a Jesús todos tus problemas, verás cómo vuelves distinto”. Y acertaba siempre. Vamos a acercarnos a Jesús que es nuestra fortaleza. La vida cobra nueva ilusión si la Eucaristía es el centro de nuestras aspiraciones. ¡Acércate a la comunión y al sagrario con renovado fervor!
José María Lorenzo Amelibia
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