Fulgencio de Ruspe, Obispo

Obispos sed santos como.

Para los Obispos.

Fulgencio de Ruspe, Obispo

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* Thelepte (Túnez) 462                              + Ruspe 533                 Memoria, 3 enero

Había nacido en Thelepte (hoy Medinet-el-Kedima, Túnez) el 462, su madre era cristiana. que se había establecido en Cartago. Allí se había mostrado buen administrador del rico patrimonio paterno y buen procurador de los impuestos de la provincia.

            El sermón de San Agustín sobre el Salmo 36 le inspiró a profundizar su compromiso cristiano: "No envidies a los que se dedican a obrar mal, porque ellos se secarán pronto como la hierba. Dedícate a hacer el bien y a confiar en el Señor, y Él te dará lo que pide tu corazón".

          A los 22 años pidió entrar en la vida monástica. El Superior, viendo que era un hombre que manejaba negocios, le dijo: "Primero aprenda a vivir en el mundo sin dedicarse a placeres prohibidos. ¿Se imagina que va a ser capaz de pasar una vida llena de dinero y de comodidades a una vida de pobreza y de ayunos como es la de los monjes?". Pero Fulgencio le respondió humildemente: ¿Padre: ¿el buen Dios que me ha iluminado que me conviene hacerme religioso, no me concederá la fuerza y el valor para soportar las penitencias de los religiosos?

 Tras algún tiempo, hacia el 499, decidió unirse a los solitarios de Egipto, en la Tebaida, orientando decididamente su vida hacia la austeridad y hacia la búsqueda de la soledad. 

 A comienzos del siglo VI, Ruspe, pequeña ciudad de la provincia romana bizantina, había quedado sin obispo, como otras ciudades africanas, porque el rey visigodo Trasamundo, celoso arriano, había prohibido la elección de nuevos obispos católicos. Pero, al fin, los obispos de la región bizantina resolvieron no acatar la injusta disposición. Entre los candidatos, estaba también Fulgencio, un hombre de gran cultura teológica y humanística, que al amor del estudio unía la práctica de la ascética cristiana.

Fue ordenado sacerdote. Antes de regresar a África, visitó Roma el año 500, poco después le llegó la noticia de que estaba en la lista de los candidatos al episcopado. Era demasiado. Fulgencio fue y se escondió en un lugar apartado, hasta que supo que todos los nuevos obispos habían sido ya consagrados. Cuando reapareció, hacia el 502, quedaba todavía una sede vacante, la de la pequeña ciudad de Ruspe, y los obispos se apresuraron a consagrar al recalcitrante monje. 

Continuó su vida humilde. Incluso llevaba un desteñido hábito religioso y ayunaba estrictamente. Rezaba cada día más de 12 Salmos. Muchas veces viajaba descalzo.

Sufrió dos veces destierro en Cerdeña. Durante nueve años, Fulgencio gobernó su pequeña diócesis de Ruspe según el estilo monástico. En efecto, cerca de la iglesia catedral había fundado un nuevo monasterio, en donde él mismo vivía pobremente, dedicando gran parte de su tiempo a la oración coral y a la composición de obras doctrinales y pastorales.  Padre y pastor de su rebaño, daba a los pobres todo lo que recibía. Tenía una grande aptitud para la predicación. Se cuenta que el obispo de Cartago, al escuchar un sermón suyo en la basílica de Furnos, lloró de emoción.

En su obra, expone con nítida precisión la doctrina trinitaria y cristológica, trata los problemas de la gracia y de la predestinación, polemiza con los arrianos. Fue un gran teólogo.  El Concilio Vaticano II (en el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia) hará referencia al pensamiento de Fulgencio, en concreto a una carta al rey Trasmundo.

Cultivó intensamente la doctrina agustiniana, como lo denotan sus obras. Su vida monástica se ajusta en líneas generales la mentalidad y al estilo de vida de San Agustín. Ha sido llamado con razón “Augustinus breviatus”. San Fulgencio murió en Ruspe el l de enero del 532. La Orden celebra su culto por lo menos desde 1581.

Los últimos años sufría mucho por varias enfermedades y exclamaba frecuentemente: "Señor: ya que me mandas sufrimientos, envíame también la paciencia necesaria para soportarlos. Acepto en esta vida los sufrimientos que permites que me llegue, y en cambio te pido tu perdón y tu misericordia y la vida eterna". 

Murió a los 66 años, en enero del año 533. Había logrado su propósito de imitar a San Agustín. Tanta era la estima de la gente que lo enterraron debajo del altar mayor en la Catedral.

 José María Lorenzo Amelibia

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